En la actualidad el deporte ha adquirido gran importancia y en los últimos años se ha extendido esta forma de incrementar el metabolismo. Los expertos aseguran que es bueno para la salud física y psíquica, así que nos ponemos las zapatillas deportivas y nos ponemos a todo.
Sin embargo, el tema que voy a tratar hoy no tiene que ver, al menos, con este tipo de deporte (aunque uno vea más casos de los que quiere), sino con el deporte como profesión. Para ellos, debido a la igualdad existente entre deportistas de alto nivel, la ilegalidad puede aportar mejores resultados. Sin embargo, este problema no es de hoy por la mañana, ya que los romanos también utilizaban los caballos para mejorar su rendimiento, ya que les daban sustancias.
Los gobiernos, las empresas y nosotros mismos, exigimos resultados a los deportistas de alto nivel cada vez que participan y si algún día fracasan, es indiferente estar heridos o lesionados, olvidamos los que antes les alabábamos. En consecuencia, a menudo deportistas punteros buscan ayudas farmacológicas. Estas ayudas pueden ser legalizadas, ilegales o intermedias.
Antes de avanzar, considero necesario definir el doping. Una sustancia (o método) se considera doping cuando:
La última condición es, en mi opinión, la que más incidencias conlleva a la hora de formar una lista de sustancias prohibidas. Porque es realmente difícil determinar qué es perjudicial, sobre todo si se quiere mirar a largo plazo. Las consecuencias de muchas sustancias son desconocidas, ya que no se han realizado estudios exhaustivos de las mismas y, además, muchos de los estudios realizados han proporcionado datos contradictorios.
Cabe destacar que el deporte de alto nivel no puede considerarse sano. Es decir, el entrenamiento cumpliría muchas veces las tres condiciones del doping. El problema se complica cuando se ha extendido el uso de mezclas de aminoácidos, fármacos con Ginseng y sustancias como la creatina o la carnitina. Estas no se encuentran entre las sustancias prohibidas y está claro que cumplen los dos primeros requisitos, pero no se ha realizado un examen consistente de si son nocivas o no.
Así las cosas, la moral de los aficionados y de las autoridades a menudo es doble. Por un lado, piden o reclamamos resultados y, por otro, si cualquier persona utiliza los métodos que utiliza para hacer frente a las enfermedades, un deportista les dice que ha cometido un fraude y les castiga. Por otro lado, hay que recordar que para que la vida sea más alegre, tranquila o despierta, a menudo nos drogamos tomando café, excitantes, alcohol, etc.
Sin embargo, no quisiera entender que soy partidario de eliminar los controles de doping. En el caso de admitir el uso de ayudas farmacológicas, considero que deberían administrarse bajo control médico. Por lo demás, se puede llegar hasta el otro extremo y el deportista, con el objetivo de ganar la competición, podía tomar cualquier medicina sin tener en cuenta la muerte súbita. El control del doping es un medio para no llegar a este límite. Su inclusión en la lista de sustancias prohibidas supone su ilegalidad y en ocasiones es independiente de su valoración médica. Por ejemplo, algunos fármacos utilizados para curar la gripe darían positivo en el control del doping. Por ello, a menudo podemos considerar el dopaje como un problema legal y no como un problema biomédico.
La lista de sustancias prohibidas ha mejorado en los últimos años, permitiendo en algunos casos dosis terapéuticas. En los próximos años habría que discutir en profundidad entre los médicos deportivos la lista de sustancias prohibidas y algunos fármacos que se administran bajo control médico deberían tener un tratamiento especial.