Misión Cobe lanzada

El pasado 18 de noviembre la NASA lanzó el satélite Cosmic Background Explorer (COBE) desde la base californiana de Vandenberg. Los tres experimentos del satélite están diseñados para realizar estudios sobre el origen del universo.

Los dos instrumentos de la COBE analizarán la radiación de fondo del cosmos. Según los astrónomos, esta radiación es la reliquia del Big Bang. 100.000 años después de la Gran Explosión, el universo se enfrió y los electrones y los núcleos atómicos se unieron para formar los átomos. Así, el universo se convirtió por primera vez en transparente a la radiación. Los residuos de esta radiación constituyen la radiación de fondo.

El Radiometro Diferencial de Microondas admirará todo el cielo para detectar las diferencias de brillo de la radiación de fondo. El Espectrómetro Absoluto de Infrarrojos Remoto medirá el brillo de la radiación de fondo en determinadas direcciones y longitudes de onda infrarrojas. Con ello se quiere ver si tiene el espectro correspondiente a 2,7 K. Ir por encima supondría que el universo tiene más energía de la esperada.

El tercer instrumento es el Experimento del Difuso Hondo-Infrarrojo, cuyo objetivo es detectar la luz infrarroja emitida por las primeras galaxias.

Los dos últimos experimentos requieren un ambiente muy frío. Por tanto, se deben aislar de las fuentes de calor. Los detectores están sumergidos en un gran termo, en un barco Dewar lleno de helio líquido. Los detectores se mantienen a una temperatura de -271°C. El helio líquido, por supuesto, se evapora y los diseñadores de la misión creen que el helio durará un año. Por lo tanto, la vida del satélite COBE es bastante limitada.

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