Debido a la alta capacidad de absorción de dióxido de carbono de las algas, podrían ser un sistema natural óptimo contra el cambio climático. Por ello, los investigadores estudian cómo aumentar la actividad de las algas. En 1999 se utilizó hierro para fertilizar las algas en una región cercana a la Antártida, lo que provocó un crecimiento. Sin embargo, es cuestión de tener cuidado, ya que todavía no está claro qué efecto puede tener la fertilización de las algas a largo plazo en la cantidad de dióxido de carbono de la atmósfera. Por otro lado, algunos expertos consideran que la fertilización puede aumentar el rendimiento de los bancos de peces.