Los neurólogos del Instituto de Neurociencia de Pisa han descubierto que la botox tiene una influencia hasta ahora desconocida. Botox es el nombre comercial de la toxina botulínica y es muy conocido, no sólo por ser la toxina más fuerte conocida, sino sobre todo porque se utiliza para planchar las arrugas inyectadas en la piel.
Ahora, en un experimento con ratas han demostrado que una parte de la toxina inyectada en la piel llega al cerebro. Allí degrada las proteínas y actúa sobre las neuronas. Sin embargo, los investigadores no han percibido ningún efecto sobre las ratas ni sobre el comportamiento ni sobre las funciones biológicas.
A la vista del resultado del experimento, los investigadores han extraído dos conclusiones. Por un lado, se ha recomendado que por si acaso se haga un uso más cuidadoso que hasta ahora. Por otro lado, han considerado que su efecto sobre el cerebro puede ser beneficioso, por ejemplo, para tratar la epilepsia y otros problemas derivados de la excesiva actividad neuronal.