Según un trabajo publicado por la revista Science, el hecho de que a los pocos días de su nacimiento los ratones críos sufran estrés afecta a largo plazo. De hecho, han visto que los ratones que han sufrido un estrés prematuro en la edad adulta son más sensibles a situaciones estresantes y con mayor riesgo de depresión.La investigación ha servido para esclarecer el mecanismo molecular que subyace.
Para provocar un estrés prematuro, los ratones recién nacidos han sido separados de su madre durante 2-4 horas y han recibido una atención desordenada de su madre. Cuando en su madurez se enfrentan a situaciones estresantes, descubren que quienes sufrieron el estrés en un principio han evitado las relaciones sociales y han quedado inmóviles ante situaciones difíciles. Por ejemplo, cuando les ponen ante una situación que les obliga a nadar, se quedan imposibles de avanzar.
Había investigaciones previas que demostraban que el estrés temprano aumenta a largo plazo el riesgo de depresión, tanto con las personas como con otros animales, pero no estaba claro qué pasaba en su cerebro. Este estudio ha demostrado que este estrés altera la regulación de los genes en la zona tegmental ventral del cerebro, que está implicada en el estado de ánimo y la depresión. De hecho, la concentración del factor de transcripción Otx2 disminuye, lo que influye en la expresión de 6 genes.
Cuando a los ratones sin estrés se les ha transformado intencionadamente la concentración del factor de transcripción Otx2, se ha observado que la disminución de la concentración de Otx2 ha hecho más sensibles al estrés biológico, como si hubieran sufrido un estrés precoz, mientras que el aumento de la concentración reduce las consecuencias de este estrés inicial de la vida. Por lo tanto, los autores del trabajo han señalado que comprender el mecanismo de regulación de Otx2 podría ayudar a idear formas de reducir el impacto de los siniestros que pueden producirse en el inicio de la vida.