Los que dicen que el hombre es un multiorganismo no van muy equivocados. Imagínate que por cada gramo de cuerpo humano tenemos 1014 microorganismos, la mayoría en el intestino. Esto permite la digestión de diversos alimentos y el fortalecimiento del sistema inmunitario, entre otros. Dada su importancia, la investigación sobre el microbiota del cuerpo humano está de moda.
En la Universidad Stanford, por ejemplo, se ha realizado un seguimiento de la flora intestinal de los niños recién nacidos. Según han explicado, incluso después de un año puede apreciarse la huella de microorganismos que invadieron los intestinos del bebé inmediatamente después de su nacimiento. Concretamente, 14 recién nacidos han seguido durante un año el microbioma intestinal. Se han identificado los microorganismos de las heces de estos niños y se han comparado con los de las heces maternas, vaginales y de la piel de pecho.
Después de un año, los niños tenían poblaciones microbianas similares a las de los adultos en el intestino, pero cada uno tenía cierta peculiaridad. Según los investigadores, esta peculiaridad depende del primer contacto con los microorganismos.
Sin embargo, la historia de cada niño tiene mucho que decir en este tema. No es lo mismo, por ejemplo, el nacimiento por parto normal o cesárea, la lactancia materna u otra leche con biberón… y también influye el hecho de que el niño haya recibido antibióticos y que antes o después haya empezado a comer alimentos sólidos.
En definitiva, quieren saber cómo afecta la dieta y la genética a los microorganismos del cuerpo humano. Y en ese sentido, en otro estudio se ha incluido el arqueólogo Methanobrevibacter smithii en la Universidad de Washington. De hecho, han visto que este microorganismo ayuda a sacar más calorías de la comida.
M. smithii es conocido por su influencia en el intestino, liberando metano. Este microorganismo (y sus miembros) se alimenta de los restos de otros organismos intestinales, de manera que estos continúan trabajando y ayudan a digerir alimentos que de otra manera podrían seguir progresando en el intestino. La investigación se ha llevado a cabo con los ratones, pero extrapolando la conclusión al ser humano, los investigadores creen que comiendo la misma comida, dos personas recibirán diferente calorías en función de la cantidad de M. smithii que tienen en el intestino.
Finalmente, otro grupo de investigación ha trabajado en secuenciar el genoma del microbioma intestinal. El objetivo es estudiar los microorganismos intestinales como un ecosistema y, entre otras cosas, han visto que el arqueólogo M. smithii es muy abundante.