Algunos insectos de agua dulce recorren miles de kilómetros en el intestino de las aves migratorias. El ave puede engullir los huevos de insectos junto con el barro, volar a otro pozo y expulsarlos en las heces.
La colaboración entre la Estación de Biología de Doñana y el Instituto de Ecología de los Países Bajos ha demostrado lo que hasta ahora se sospechaba. Se han cribado más de 400 excrementos abandonados por un grupo de aves, y en dos de cada tres se han hallado huevos de pulgas acuáticas y estatoblastos de briozoos, así como de arrugas acuosas más frágiles.