Tras realizar un estudio de salud de los silvestres pirenaicos, se observa que un 60% de ellos están infectados por parásitos sanguíneos. El cambio climático puede haber facilitado la propagación de estos parásitos.
A pesar de que en Europa el bosque está bastante extendido, las dos especies de la Península Ibérica, el cantábrico (Tetrao urogallus cantabricus) y el pirineo (Tetrao urogallus aquitanicus), han sufrido en los últimos años un preocupante descenso que corre el riesgo de extinción según el Catálogo Español de Especies Amenazadas.
En este estudio se analiza el pirenaico. Habitan en Navarra, Aragón, Cataluña, Andorra y los Pirineos franceses, en bosques de pino negro. Y ahora han visto que más de la mitad están infectados con parásitos sanguíneos de los géneros Haemoproteus y Leucocytozoon.
Son parásitos relacionados con la malaria aviar que se transmiten a través de vectores, el primero principalmente por insectos del género Culicoides y el segundo por moscas negras hematófagas. Ha sido una sorpresa para los investigadores encontrar estos parásitos en los bosquetes pirenaicos, estas aves a una gran altitud, donde los vectores esperaban que no existieran o estuvieran solos en bajas densidades.
Aunque reconocen que hay que investigar más, los investigadores no descartan la relación entre el cambio climático y la extensión de estos parásitos. De hecho, los Pirineos son uno de los lugares donde las temperaturas han aumentado más, al menos 1,2º C entre 1949 y 2010, lo que facilita la expansión de los vectores.
Desconocen la influencia que estos hemoparásitos pueden tener en los bosquetes pirenaicos, pero también pueden provocar anemia y muerte en otras especies de aves.
Por otro lado, también se ha encontrado un herpesvirus, nunca registrado en los gallos, que puede ser una especie nueva. Nuevo para la ciencia, no para los gallos, que probablemente han sido infectados durante miles de años, ya que estos virus evolucionan normalmente con el huésped.
En cualquier caso, pone de manifiesto el escaso conocimiento que tenemos de los patógenos de los animales salvajes y, en este sentido, subrayan la importancia de realizar estudios de detección de nuevos agentes para ampliar el conocimiento de los patógenos presentes en el medio natural.
A pesar del grave estado de la especie, los investigadores sugieren la posibilidad de recuperarla mediante estrategias intensivas de conservación.Por ejemplo, si se minimiza el estrés de los silvestres, mejorando la calidad de su hábitat, la incidencia de estos virus será menor.