Los bosques nublados de Costa Rica son uno de los rincones más destacados de América. Con casi el 100% de humedad, albergan 420 especies de orquídeas, unas 400 especies de aves, 120 especies de anfibios y unas 100 especies de mamíferos, entre otras. Quetzal, campanilla y 30 especies de colibrís. De hecho, el monte Laino es un depósito de biodiversidad que impide la entrada de radiaciones solares. Al mismo tiempo, aumenta la humedad y disminuye la transpiración. Todo ello influye en la estructura del terreno, en el ciclo de nutrientes y en la composición de la vegetación, por lo que la masa de aire que asciende por las montañas tropicales puede tener una gran influencia en la conservación y gestión de estos territorios nublados.
Sin embargo, la deforestación está desequilibrando este ecosistema singular, ya que el aire se enfría sin los árboles de la zona y sube y expulsa antes de que se forme la niebla. Ya han desaparecido muchas especies y los responsables del Centro de Ciencias Tropicales han dejado claro que el plan de conservación debe dotarse de la capacidad de gestión de todo el territorio, no sólo del bosque nublado.
Los bosques nublados se encuentran en las faldas del monte Tailaran. Cuando el viento cálido y húmedo sube por el monte, el agua acumulada entre los árboles se enfría y se condensa. Así, en el bosque se produce una niebla constante.