Hace 30 años era inimaginable un sistema orgánico infeccioso capaz de reproducirse sin ADN o ARN. Pero los priones demostraron que era posible; unas proteínas simples plegadas equivocadamente eran capaces de contagiar a las proteínas del entorno su plegado incorrecto, por contacto, sin necesidad de proliferación. A pesar de que hasta ahora sólo se habían visto sistemas de este tipo en células eucariotas, un trabajo publicado en la revista Science demuestra que las bacterias también tienen priones.
Para llevar a cabo la investigación se analizaron 60.000 genomas bacterianos en busca de secuencias genéticas similares a las priones de las levaduras y se comprobó que una secuencia de proteína llamada Rho podía ser un buen candidato. Así, se ha comprobado que la proteína Rho de la bacteria Clostridium bolutilum se inyecta en la bacteria Escherichia coli y se comporta como los priones.
En los últimos años se ha constatado que los priones, además de ser una fuente de enfermedades, participan en otros procesos que pueden beneficiar a las células, como por ejemplo están implicados en la formación de la memoria. Además evolucionan, son hereditarios y controlan la epigenética de las levaduras.
En este caso, la proteína Rho es en sí misma un componente que regula la expresión y la actividad de muchos genes. Al inyectar la versión normal de la proteína Rho, vieron que silenciaba la actividad genética de E. coli y que al inyectar la versión priónica muchos genes se activaban. A la vista de ello, los investigadores creen que en el caso de las bacterias, mediante la regulación de los genes, los priones pueden ayudar a adaptarse a los cambios de las condiciones ambientales. Por ejemplo, a la presencia de un antibiótico.