Los frutos y hortalizas esféricas, como los calabazas y los tomates, presentan diversos buzamientos, su carácter lacustre, salientes, etc. Sin embargo, su aspecto no es aleatorio. Un equipo de la Universidad de Columbia de Nueva York ha investigado la forma y el modelo de deterioro seguido para tomar esta forma de frutos, y ha concluido que tres características de los frutos condicionan el tipo de buzamiento: el espesor de la superficie del fruto respecto a la anchura, la diferencia entre la superficie del fruto y las durezas de la miga y la forma del fruto esférico. De este modo, no pueden adoptar la misma forma un fruto alargado y uno aplastado en los extremos, ni dos frutos con diferente grosor de la piel y formas esféricas similares.