I
¿cómo han trabajado? Tomemos la superficie de un metal. Según la mecánica cuántica, los electrones de este metal forman una especie de nube que se extiende más allá de la superficie.
Si dos superficies metálicas se aproximan mucho, la distancia entre ellas es de unos pocos angström y se aplica la diferencia de potencial entre superficies, los electrones involucrados podrán pasar de una a otra. A esto se le denomina efecto túnel transversal en la barrera de potencial, que es la barrera entre las dos superficies.
La intensidad de la corriente resultante depende del número de electrones involucrados y, por tanto, de la distancia entre ambas superficies. La base del microscopio es sencilla: delante de una superficie hay que colocar un extremo metálico muy fino.
La distancia entre el extremo y la superficie se ajusta para conseguir el efecto túnel de intensidad deseada. Si el extremo se desplaza sobre la superficie, manteniendo constante la corriente, se aproximará o alejará el extremo según la topografía exacta de la superficie.
El registro de estos desplazamientos genera un mapa de relieve y mediante un software gráfico se obtiene una imagen bidimensional de la superficie estudiada. Los investigadores norteamericanos no han quedado ahí y han completado el holograma superficial mediante técnicas de holografía.
Esta técnica, a juicio de los desarrolladores, aportará al investigador información adicional sobre la topografía de los átomos.