Las manakin hembras no eligen cualquier pareja. No mira ni el bien del macho ni el estatus: por el contrario, persiguen al gran cantante y bailarín. Según los investigadores de la Universidad de Florida, las costumbres de cortejo del manaquino, que habita en las montañas de Costa Rica, son una de las más raras de las aves.
Con el objetivo de atraer a la hembra, los manakin masculinos comienzan a cantar. Parece que la hembra quiere que el canto de Manakin sea redondo y si no se coordina bien el tono, nuestro cantante gajo quedará solo.
Cuando la hembra se acerca, sin embargo, no termina el trabajo de la sesión de macho, ya que después viene el baile. Como Emea es una experta crítica de danza, seguirá con mucho detalle los pasos y, al menos si le gusta lo visto, elegirá entre las parejas. Si le gustan, la hembra elegirá al más antiguo, que al morir se unirá al segundo candidato.
Los investigadores se han dado cuenta de que los mejores cantantes son los que más sobreviven y, además, son los mejores bailarines. Sin duda son verdaderos artistas.