Del arpón al plato

Una buena base de datos de ADN puede frenar la exportación de carne de bala ilegal, pero ¿quién lo controlará?

La Comisión Internacional de Ballenas (IWC) está preocupada por la intención de Noruega y Japón de crear una base de datos con los perfiles del ADN de las ballenas. La Comisión celebró su reunión anual en Oman el pasado mes de mayo y abogó por la difusión internacional de esta base de datos estatal.

El CITES, Asamblea Internacional para la Regulación del Comercio de Especies Amenazadas, se hace cargo de los países exportadores de carne de ballena. Sin embargo, estos dos Estados reivindican el derecho a capturar anualmente un determinado número de ballenas para mercados internos o de investigación. El hecho de que las ballenas capturadas por Noruega sean exportadas y vendidas en Japón ha sido denunciado en más de una ocasión, y la única manera de desmentir es el perfil del ADN. Utilizando la base de datos, los inspectores podrían comprobar que la carne de ballenas que se vende en una nación es capturada por barcos locales.

La moratoria de la caza comercial de ballenas está vigente desde 1986. Si como Noruega y Japón esperan estimular la pesca de ballenas, el IWC quiere utilizar el perfil del ADN de las ballenas para garantizar las cuotas de pesca que se fijan. Jim McClay, miembro del comité de IWC de Nueva Zelanda, afirma que si se implanta un sistema organizado por cuotas, es necesario que los productos de ballenas puedan seguir el camino de los barcos al mercado.

Noruega y Japón pagarán los costes de la base de datos y realizarán los propios estudios genéticos, pero no están dispuestos a invertir dinero en la base de datos y dejarlo todo a disposición del IWC.

Los estados partidarios de la caza de ballenas quieren utilizar datos genéticos para desmentir las acusaciones de la captura y venta ilegal de ballenas. Esperan que la base de datos sea un paso hacia la recuperación provisional del comercio de carne de ballena.

Otros estados quieren que estos registros estén protegidos por el IWC. Si esta base de datos va a ser un sistema que controle la pesca de ballenas capturadas con fines comerciales, no puede ser transferida a naciones a favor de la caza de ballenas. Tendrían poca credibilidad si estos datos dependían de los gobiernos nacionales.

En marzo científicos de Noruega, Japón, Dinamarca y EEUU se dieron cita para decidir qué características genéticas se utilizarán para identificar las ballenas. Se seleccionaron ocho fragmentos de diferentes partes del genoma de la ballena que sirven para diferenciar los individuos individuales. Los científicos también recogían datos sobre la especie ballenera y el ADN mitocondrial de la ballena que informa sobre el mar original.

Noruega y Japón ya han comenzado a analizar las muestras. Todos los datos se recogerán en la Dirección de Pesca de Bergane y en el Instituto de Investigación de Cetáceos de Tokyo. Ambas entidades aseguran que, si lo solicitan, todos los miembros del IWC tendrán acceso a estos datos.

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