A partir de estudios que analizan la relación entre una proteína relacionada con el riesgo de Alzheimer (ApoE4) y el ejercicio físico, se ha llegado a la conclusión de que el ejercicio tiene un efecto protector que retrasa la aparición de síntomas en personas con riesgo genético.
La investigación ha sido publicada en la revista Alzheimer Research & Therapy. Según los investigadores, está demostrado que el ejercicio físico ayuda a prevenir algunas enfermedades o a frenar su desarrollo, como el alzheimer. Sin embargo, no estaba claro si afectaba también a las personas con riesgo genético. Para clarificarlo, han realizado un amplio análisis de las investigaciones realizadas y las han integrado en un modelo teórico.
En concreto, se ha estudiado la influencia del ejercicio físico y del gen ApoE4, de forma individual y conjunta, en los mecanismos moleculares relacionados con la patología del alzheimer, como el almacenamiento de proteínas amiloides y tétanos, resiliencia neuronal y neurogénesis, función lipídica y alteraciones cerebrovasculares, respuesta inmunológica cerebral, metabolismo de la glucosa…
La combinación de todos estos factores y resultados ha permitido concluir que el ejercicio beneficia a todas las personas, independientemente de su riesgo genético o no. Sugieren que el mecanismo protector puede ser diferente en unos y otros, pero consideran que sería conveniente tener en cuenta el ejercicio en el tratamiento. Además, se han identificado algunos aspectos significativos sobre los que es conveniente investigar de cara al futuro.