La serpiente Rhabdophis tigrinus no tiene veneno por naturaleza, pero es capaz de guardar el veneno de los sapos que come. Los investigadores han descubierto que la serpiente que no come sapo no tiene veneno, pero si come sapos sí han visto que en algunas glándulas que tiene detrás del cuello tiene un veneno similar al del sapo.
Este hecho también afecta al comportamiento de la serpiente. De hecho, cuando un águila es atacada, la serpiente huye, pero si tiene las glándulas llenas de veneno, se enfrenta al águila, inflando al máximo las glándulas. Si el águila hiere, el veneno se suelta.
Los investigadores ahora estudian mejor el veneno que encierra la serpiente y quieren saber cómo el veneno pasa del aparato digestivo a las glándulas.