Aclaran las sustancias y métodos de los embalsamadores del antiguo Egipto

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

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Representación de embalsamación. Ed. © Nikola Nevenov

Un grupo de investigadores alemanes y egipcios han aclarado las sustancias y técnicas que utilizaban los antiguos egipcios para embalsamar a los muertos gracias a los restos de unos barcos encontrados en una sala de momificación de la tumba Saqqara.

La tumba Saqqara fue descubierta en 2016. En las excavaciones encontraron una sala de momificación con numerosos barcos. Los envases contenían sustancias para embalar con inscripciones de momificación. Se explica que son entre los siglos sexto y séptimo a.C. y que a través de la cromatografía de gases se han identificado las huellas que tenían los barcos.

Los resultados indican que la mayoría de las sustancias no eran de Egipto, sino de todo el Mediterráneo, incluidas las selvas tropicales y del sudeste asiático. Esto pone de manifiesto, también entonces, la lejanía de las vías mercantiles.

Los investigadores han averiguado el origen de dos sustancias frecuentes en las inscripciones. Estas sustancias se denominan antiu y sefet y han sido devueltas con admiración o incienso, y con aceite sagrado, respectivamente. Los análisis han revelado que la primera era una mezcla de aceites o alquitranes de una conífera, y la segunda de las plantas, una negación.

Las inscripciones indican pautas para el tratamiento de determinadas partes del cuerpo. Por ejemplo, explican el tratamiento de la cabeza en los recipientes de sortzi. Según las muestras, los embalsamadores utilizaban tres mezclas, algunas de las cuales no se han encontrado hasta ahora. Por ejemplo, el aceite de ricino se utilizaba únicamente en la cabeza, así como la resina de pistaxo. En otras partes del cuerpo se empleaban cera de abejas, sustancias procedentes de coníferas y grasa o aceite.

Según los investigadores, los embalsamadores utilizaban estas sustancias por sus características bioquímicas, como el efecto antimicrobiano y antihongos, el buen olor y la perpetuación de los tejidos humanos. Los aceites y grasas eran aptos para el cuidado de la piel y las retinas, alquitranes y ceras para evitar la humedad y cerrar los poros de la piel. Es decir, sabían qué provocaban esas sustancias y además sabían fabricarlas, desde la extracción de materias primas hasta la elaboración y uso de mezclas.

La investigación ha sido publicada en la revista Nature junto con un artículo divulgativo.

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