Investigadores de la Universidad Ludwig Maximilians de Munich han sido capaces de diferenciar células magnéticas en el tejido olfativo del trucha arco iris. A pesar de que al igual que las truchas se cree que otros animales migratorios utilizan el campo magnético de la Tierra para orientarse, hasta ahora no se consiguió aislar las células magnéticas.
La mayor dificultad es la escasez celular. De hecho, son pocos y están situados de forma independiente en los tejidos para evitar interferencias entre ellos, según el jefe de la investigación, es posible que una de cada 10.000 células sean magnéticas. En sesiones previas los científicos han llegado a delimitar qué tejidos pueden ser de células magnéticas y han encontrado la magnetita en los tejidos olfativos de peces y aves, mineral magnético que les confiere la capacidad de detectar la zona de la Tierra.
Para distinguir cuáles eran los magnéticos, las células tomadas de la nariz de la trucha han sido sometidas al microscopio y giradas bajo la influencia de un imán. La creencia de los investigadores era que los magnetitados girarían con el imán. Analizando más a fondo las células que giraban, han detectado la magnetita cerca de la membrana externa de la célula. Además del descubrimiento, investigadores de la Universidad Ludwig Maximilians han creado una metodología eficaz para aprovecharse de los tejidos de otros animales.