El pasado mes de marzo supimos que abandonaron las pruebas de vacunas para curar el Alzheimer. A pesar de los buenos resultados en los animales, en el ser humano, 15 de cada 360 pacientes sufrieron una inflamación en el cerebro. Más tarde hemos conocido que esa inflamación era un efecto colateral, pero que la vacuna cumplió su función: la vacuna produce anticuerpos contra las proteínas beta-amilodes que se acumulan en el cerebro y, además, no afecta al resto de proteínas beta-amiloides.
La vacuna, denominada AN-1792, contiene agentes para adherir a la proteína células de respuesta inmune como las beta-amiloides sintéticas que aparecen en las plaquetas.
Si bien desconocen las causas que provocaron la inflamación de los pacientes, se están estudiando diferentes alternativas y soluciones.