Esta semana hay una gran celebración científica: Alan es el centenario del nacimiento de Turing. Nacido en Londres el 23 de junio de 1912 y XX. Llegó a ser uno de los científicos más grandes del siglo XX. Era matemático, experto en lógica y filósofo, pero su obra también influyó en otros ámbitos de la ciencia.
Se ha escrito mucho sobre Alan Turing. Quizá su mayor aportación fue el trabajo con computación, que sentó las bases de la informática moderna. Desarrolló la idea de máquina de Turing, base teórica de todos los ordenadores actuales, creando una definición moderna del algoritmo. Durante la Segunda Guerra Mundial trabajó en el centro secreto del Parque Bletchley, al sur de Inglaterra, para descodificar los mensajes alemanes. Y, tras la guerra, abrió el camino de la inteligencia artificial. Era el comienzo de los años 50. Poco después, en 1954, muere.
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La aportación de Turing a la ciencia fue sorprendente y su vida fuera de la ciencia, difícil y trágica. Su homosexualidad le trajo grandes problemas en el siglo XX. Inglaterra de mediados de siglo. Allí la homosexualidad era ilegal, por eso fue condenada a cárcel, pero le dieron la oportunidad de recibir una “terapia hormonal para reducir la pulsión sexual”. Eligió el segundo. Como consecuencia de esta supuesta terapia, Alan Turing se fue abajo. Murió envenenado, probablemente suicida.
Sólo le faltaban unos días para cumplir 43 años y para ver el gran éxito de su trabajo tan sólo unos pocos años.