Cuando se habla de la obra de este físico francés se destaca que fue un gran ayudante de Young. Sin embargo, no se puede olvidar que redondeó y completó las teorías de Young y que la obra de Fresnel se ha utilizado muchas veces en honor al inglés en más de lo necesario.
Fresnel nació en 1788 en Chambrais, la actual ciudad de Broglie. En su infancia no se destacó la llegada a la ciencia, ya que hasta los ocho años no aprendió a leer. Sin embargo, con ejercicios especiales para trabajar la inteligencia, consiguió ir a la universidad. Estudió ingeniería y empezó a estudiar en Ian para el gobierno francés. En 1814 tuvo que hacer un pequeño corte en su carrera, cuando Napoleón regresó de la isla de Elba, ya que rechazó a Fresnel.
Ese año Fresnel estaba preocupado por la naturaleza de la luz y sin conocer los experimentos de Young comenzó a investigar por su cuenta. Su ayudante Arago ya conocía a Ian y se convirtieron en fervientes defensores de la teoría ondulatoria. Como sabemos, en esta época existía un intenso debate entre la teoría materialista de Newton y el modelo ondulatorio de Huygens. A pesar de que Fresnel consideraba que la luz es una onda longitudinal que se propaga en la misma dirección de su movimiento, sabía que hasta que no se demostrara esa teoría no sería aceptada. En sus experimentos descubrió la demostración necesaria para predecir esta teoría.
En un plano que se asocia a la dirección de propagación en una onda transversal dijo que las ondas vibran en una sola dirección, dando por primera vez la hipótesis de polarización. Utilizó las teorías de la polarización de la luz en la óptica cristalina. La consolidación de un nuevo campo de uso supuso un gran beneficio para la ciencia, como demostrarían los descubrimientos de Pasteur en la próxima generación.
Dictó la teoría del éter para definir el espacio intangible en el que se propagan las ondas de luz. Esto provocó un gran revuelo entre los físicos y el propio ayudante Arago descartó esta teoría. A raíz de estos debates, la teoría ondulatoria de la luz no fue plenamente aceptada en Europa en la época de los Fresnel, y tuvieron que pasar muchos años para lograr su pleno reconocimiento.
Agustín Fresnel no pudo verlo, ya que murió en 1827 en la cercana localidad parisina de Villed’Avray.