Derecho al aborto, derecho a la salud

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

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Ed. De archivo

No es habitual que una revista especializada en medicina redacte dos editoriales sobre el mismo tema, con un intervalo de pocas semanas.Lo ha hecho el prestigioso semanario The Lancet, y no es casualidad, lo que demuestra la importancia de la cuestión tratada. El tema es el aborto y, más concretamente, las consecuencias de la reducción de las posibilidades de abortar de forma segura.Según los datos publicados este año, en el mundo, cada año quedan 227 millones de mujeres embarazadas. De ellas, un 44% son embarazos no deseados, de los cuales un 56% finalizan en aborto, un 32% en parto no deseado y un 12% se pierden espontáneamente. En comparación con los datos de hace diez años, es evidente la influencia que tiene el nivel económico de los países: en los países económicamente ricos se han reducido considerablemente los embarazos no deseados y los abortos, mientras que en los países económicamente menos ricos la tasa de abortos es mayor que ellos, y en estos diez años los datos no han variado. La mayoría de estas muertes se producen en países de nivel económico medio y bajo. En los de alto nivel, en general, tienen a mano medicamentos que permiten abortar con seguridad (combinación de misoprostol y mifepristona) y las leyes son menos restrictivas. Por el contrario, en muchos otros países, la mifepristona es demasiado cara, los recursos escasos y las leyes también ponen límites mucho más exigentes.En los últimos tiempos, sin embargo, The Lancet advierte de que las tendencias que dificultan el aborto seguro también en países económicamente ricos están creciendo. Un claro ejemplo de ello son los Estados Unidos. En enero de 2017 el gobierno Donald Trump lanzó la orden «Protegiendo la vida en la asistencia sanitaria global». También se le conoce como «Orden Motriz Global» y «Política Extendida en México D.F.», por la que se deniega la concesión de subvenciones a organizaciones no gubernamentales que informen sobre el aborto en el extranjero. Fundada por Ronald Reagan, todos los presidentes republicanos lo han establecido. La versión de Trump es aún más dura, ya que afecta a todos los cuidados sanitarios globales nacionales, así como al plan de emergencia contra el sida. Sin embargo, la salud sexual y reproductiva integral tiene que tener en cuenta todos los factores de riesgo, y muchos de ellos van juntos y se deben enfrentar juntos: el sida, las enfermedades por vía sexual, los cánceres, los embarazos no deseados (incluidos los debidos a las violaciones).Todo ello, unido a la posibilidad de abortar de forma segura, no sólo en el extranjero (Kenia, Nepal, Nigeria, en los Estados Unidos, Sudáfrica, especialmente en los. Y bajo la orden global de moda se han reducido enormemente las posibilidades de abortar de forma segura en muchos estados: Alabama, Georgia, Mississippi, Ohio, Texas, Kentucky, Utah… Ante esto, The Lancet dice que no hay derecho a la salud, sin derecho a abortar con seguridad.

 

Publicado en el diario Berria.

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