El bolígrafo, o nimis sustitutivos de los CD-ROM, capaz de detectar si estamos falseando una firma, es una de las aplicaciones de las microhablantes.
Son entre 3 y 5 veces más pequeños que un pelo y fueron creados en la Unión Soviética para usos militares. En la actualidad, los investigadores están estudiando posibles alternativas para otros usos, incluso en la UPV.
Los microhiantes tienen un cuerpo metálico y una piel de cristal. El cuerpo metálico tiene un radio de 1-20 m y la tapa de cristal tiene un espesor de 5-20 m. Al ser finos, el microhilo es totalmente flexible.
El cuerpo metálico se compone de una aleación ferromagnética que varía en función de la aplicación. Teniendo en cuenta los componentes de esta aleación, y jugando con la geometría que se da al hilo, se pueden realizar diferentes tipos de microhablantes.
La variedad es amplia, pero todas tienen una característica: tienen propiedades magnéticas. Estas características magnéticas y sus pequeños tamaños son tan apreciados.
Entre todas las aplicaciones disponibles, en la UPV/EHU se ha puesto en marcha un proyecto para utilizar los microhilos como soporte de información. Quieren utilizar los microhilos para almacenar los bits, ya que, al igual que en los CD-ROM, existe la posibilidad de almacenar la información magnéticamente.
Para ello se empleará una característica magnética especial de varios micrones: la biestabilidad magnética asociada a campos circulares en forma de bambú. Es decir, si el microhilo se distribuye en campos circulares como el bambú y se aplica un campo magnético desde el exterior, estas divisiones se imantan.
Esta imantación es circular y puede ir en la superficie de la micro dirección o en sentido contrario a las agujas del reloj. Por lo tanto, según la dirección, puede interpretarse positivo como 1 y negativo como 0.
Por ello, la creación de alternativas a los CD-ROM pasa por la división del microhilo en zonas circulares. No es posible dividir o interrumpir el hilo, sino que mediante un proceso complejo se consigue realizar divisiones en forma de bambú.
Los investigadores calculan que en un hilo de 10 cm se pueden construir 10 millones de fragmentos o zonas, cada una de ellas guardaría un bit. Para guardar el bit, cada uno de estos campos se imantará en una u otra dirección.
Una vez grabada la información en la microhemia mediante imantaciones, los investigadores deberán adivinar cómo leerla. Pero la lectura no es inmediata. De hecho, en la primera lectura se obtendrá una señal eléctrica que será ampliada y procesada.
Todo ello, sin embargo, no será tarea fácil. Las mayores dificultades se encuentran en la lectura, en la obtención de la señal eléctrica adecuada antes de digitalizarse.