Nosotros, los seres humanos, les hemos llamado así porque las condiciones en las que viven esos seres vivos son insostenibles para nosotros. Para ellos son imprescindibles, ya que son características de su hábitat natural. Si saliéramos de estas condiciones 'duras' y las colocáramos en un entorno más "cálido" morirían.
Cuando decimos que un lugar tiene condiciones extremas podemos hacer referencia a una serie de características. Desde nuestro punto de vista, un lugar puede ser inhabitable por ser demasiado frío o caluroso, por recibir demasiadas radiaciones, por tener una presión excesiva (aguas profundas de los océanos, por ejemplo), por tener un poco de agua, por ser excesivamente salado, por tener un déficit de oxígeno, por ser demasiado ácido o demasiado básico, etc.
Pues bien, en los lugares en los que se dan todas las condiciones mencionadas hay seres vivos. En realidad, la mayoría son unicelulares (tanto procariotas como eucariotas). Por ejemplo, si se trata de una bacteria que vive a 114 ºC, por encima de la temperatura de ebullición del agua ( Pyrolobus fumarii ), así como una que sobrevive a tres mil veces la radiación que mataría a una persona ( Deinococcus radiodurans ).
Aunque en menor medida, también hay seres vivos pluricelulares entre los estremófilos. Un ejemplo curioso es el ratón de topo de África ( Heterocephalus glaber ). Este mamífero vive enterrado en galerías y grandes grupos. Esto crea un entorno muy particular a su alrededor. Por ejemplo, la concentración de dióxido de carbono en las colonias de estas ratas de topo es muy elevada, lo que hace que la atmósfera sea muy ácida. Nosotros nos pondríamos en esa atmósfera. Su piel, sin embargo, no reacciona con los ácidos y no sienten la ira que sentiríamos.
Las especies evolucionan; cuando cambian las condiciones del medio, avanzan las que mejor se adaptan a las nuevas condiciones. Sin embargo, algunas especies han cambiado muy poco a partir de cierta época. En el lenguaje coloquial se les denomina fósiles vivos, ya que sus fósiles poseen las mismas o muy similares características.
Pues las ginkas actuales son muy similares a las que perduraron. Como ellos, tienen características primitivas. Por ejemplo, son dioicos, es decir, los órganos sexuales machos y las hembras se forman en unidades diferentes, y los gametos masculinos (las semillas de polen, diríamos) son flagelados, es decir, móviles.
Entre los animales hay once especies clasificadas como fósiles vivos, entre ellas el celacanto. Se trata de un pescado que se formó en la época devónica, hace unos 400 millones de años, que en el Carbonífero creció mucho (es la mayor parte de los restos fósiles) y que durante mucho tiempo creyeron que había desaparecido en el Cretácico. Sin embargo, en 1938 un celacanto fue capturado vivo en Sudáfrica. No era de la misma especie que en épocas anteriores, pero sí muy similar.
Muchos de los animales que habitan en las islas tienen un tamaño muy diferente a los de sus continentes. De hecho, el tamaño es una característica que varía muy fácilmente dependiendo, entre otras cosas, de la presión de predadores y de la disponibilidad de recursos. Se puede decir que las islas son zonas aisladas, por lo que hay muy pocos grandes depredadores para los que es muy difícil llegar hasta allí. En muchas ocasiones son relativamente pequeños, es decir, los recursos, tanto vegetales como animales, están limitados.
A veces los animales crecen cuando llegan a una isla. Un ejemplo conocido es el dragón de Komodo. En pocas islas de Indonesia vive el lagarto más grande conocido. Tiene una longitud de más de tres metros y un peso de entre 80 y 140 kilos.
Parece ser que hace cuatro millones de años se separó de su líder australiano cuando llegó a las islas de Indonesia. Allí no tuvo rivales para desmantelar el territorio ni tuvo que huir de los depredadores. Sí, sin embargo, alimentos suficientes. Por ello, aumentó y aumentó hasta alcanzar su tamaño actual.
En las islas también se observa el fenómeno contrario: el nanismo insular. Suele ocurrir en animales de gran tamaño continental. Cuando llegan a una isla tienen menos alimentos disponibles. En esta situación, si se reduce el tamaño del cuerpo, necesitarían menos alimentos para alimentarse correctamente.
Han sido varios los casos en los que se han encontrado parientes enanos de animales que habitan en los continentes: elefantes, hipopótamos, cabras, búfalos... y también los humanos. En el año 2004 se descubrieron restos de unos ancestros humanos de 18.000 años, de apenas un metro de longitud, en la isla Flores del este asiático. Le llamaron Homo floresiensis, por ser una especie humana que sufrió el nanismo insular. Sin embargo, existe un gran debate al respecto, y todavía no han aclarado si los restos encontrados pertenecen a una especie humana que sufrió el nanismo o a unos seres modernos que presentaban alguna malformación.
La Tierra está cambiando constantemente de la Tierra. Sabemos que ha tenido tiempos más fríos que los actuales y más calurosos. También sabemos que la distribución actual de los continentes se debe a la tectónica de placas, pero hasta llegar a la situación actual ha cambiado mucho su ubicación. El País Vasco, por ejemplo, ha inundado la mayor parte de su historia geológica: hace unos 300 millones de años salieron las primeras parcelas de agua y hace 40 millones de años o lo hicieron definitivamente. Al aflorar, hubo épocas de clima tropical, otras de cubrición glaciar, etc.
A medida que cambian las condiciones del medio, la distribución de los seres vivos ha ido evolucionando. La mayoría de los seres vivos que en una época fueron abundantes en un determinado lugar desaparecieron al cambiar las condiciones, imponiendo a los que estaban mejor adaptados a las nuevas condiciones.
Sin embargo, algunos seres vivos renunciaron a esta tendencia general, es decir, buscaron rincones aptos para la vida y quedaron como representantes de los seres vivos que en su día dominaron. Son especies relícticas. Por ejemplo, el helecho de Woodwardia radicans vive en la Macaronesia (Islas Canarias, Islas Madeira, etc.), es decir, en un clima subtropical tropical tropical. Sin embargo, en el País Vasco (en general, en toda la vertiente atlántica) existen poblaciones de esta especie en los márgenes de algunos arroyos sombreados y protegidos. Esto hace pensar que en una época la distribución de la especie fue más amplia y que se ha mantenido desde entonces en zonas húmedas que no se congelan en invierno.
Si una determinada población de una especie no se confunde con individuos de otras poblaciones, es muy probable que con el tiempo se convierta en otra. Los cambios genéticos se van acumulando en esta población, cada vez más desigual respecto al original. Lógicamente, la nueva especie que surge de esta población tendrá una distribución muy limitada.