La pregunta que nos vamos a hacer este mes es: ¿el cielo es cambiante? Es decir, cuando en un momento vemos la parte del cielo o del cielo, de día y de noche, que hemos visto hace unos minutos y que veremos en los minutos siguientes, ¿son iguales?
Pues tal y como ocurre a menudo, cuántos responsables respondemos o qué tipo de preguntas respondemos. Como quiera, y para responder con claridad y rapidez, diremos que, aunque muchas veces nos parezca que el firmamento está parado, se mueve y cambia constantemente. Estos cambios continuos dependerán del tipo y/o sección de los astros que estudiemos.
En las siguientes líneas intentaremos aclarar y completar la respuesta anterior. Para ello es necesario diferenciar entre pregunta y respuesta.
De día vemos el cielo azul. Esto se debe a que la atmósfera terrestre difumina la luz de la estrella más cercana. Por lo tanto, aunque podamos verla con diferentes matices en función del lugar de observación y de la posición del Sol, veremos el cielo azul. Si no está nublado, claro. Pero como las nubes están en la atmósfera, muy cerca de nosotros, quedan fuera de nuestra zona de estudio.
Imaginemos que el Sol está en el cielo. ¿Está parado? Es evidente que no. Si tomamos cualquier referencia (con un monte o árbol, o con la sombra que genera cualquier casa o edificio) nos daremos cuenta de que el Sol se mueve rápidamente y con relativa rapidez. Si en un instante nos quedamos mirando, veremos que este movimiento es un movimiento de izquierda a derecha.
Vamos a afilar algo más nuestra pregunta. Durante el día el Sol se mueve, pero todos los días sale en el mismo lugar y se pone por el mismo sitio? ¿El Sol alcanza la misma altura todos los días? Para responder a estas preguntas debemos alargar nuestras visitas en el tiempo. Es decir, a lo largo del año el Sol modifica los puntos de este y oeste y el punto de máxima altura. Pero como estos cambios son casi imperceptibles, de un día para otro es difícil darse cuenta de ello. Hay semanas en las que es necesario darse cuenta de estas diferencias.
Desde el punto cardinal Este, el Sol se produce sólo dos días al año, coincidiendo con el comienzo de la primavera y el otoño, y sólo en esos dos días entrará por el punto cardinal Oeste. El resto del año nace por el Este y entra simplemente por el Oeste. Desde el comienzo de la primavera el Sol se crea y se pone cada vez más al norte. Como consecuencia, cada vez pasa más tiempo en el firmamento y alcanza mayor altura hasta alcanzar un máximo.
Ese día comienza el verano, del 21 al 22 de junio. En los días siguientes, los puntos este y oeste del Sol comienzan a aproximarse hacia los puntos cardinales Este y Oeste, hasta el comienzo del otoño (22-23 de septiembre). A continuación, el Sol se encuentra cada vez más al Sur. Por lo tanto, el Sol va a permanecer cada vez menos tiempo por encima de nuestro horizonte, por lo que cada vez conseguirá una altura más baja hasta llegar al mínimo. El mínimo será el día del comienzo del invierno, 21 o 22 de diciembre. A partir de ahora los puntos este y oeste del Sol comienzan a aproximarse a los puntos Este y Oeste, hasta el día que comienza la primavera (20-21 de marzo). Y el ciclo vuelve a empezar.
En cualquier caso, por su interés y relevancia, más adelante se analizará y profundizará en otro artículo.
El Sol no está sobre el horizonte, no vemos su luminosidad y la atmósfera “desaparece”. Por lo tanto, el firmamento aparece negro, con los astros del cielo como puntos (como si no hubiera atmósfera). Desgraciadamente (esto, incluirlo dentro del humor astronómico) permanece en la atmósfera y los aficionados a la astronomía y los profesionales saben los obstáculos y limitaciones que genera.
En esta segunda caja deberemos colocar arquetas para analizar mejor el problema.
La luna
Como todos hemos aprendido, la Luna tiene fases y pasos. Es decir, su aspecto cambia. Algunos días no lo podemos ver, luego aparece muy fino y poco a poco se va redondeando hasta que aparece lleno. Después empieza a adelgazar hasta desaparecer y comienza un nuevo ciclo. Sabemos que todo esto se basa en la posición entre el Sol, la Tierra y la Luna, pero ¿nos hemos dado cuenta alguna vez de dónde vemos la Luna? ¿Siempre podemos encontrarnos en la parte más alta del horizonte o en el cielo? Si hacemos seguimiento durante unos días y a la misma hora, ¿podemos decir que siempre está en el mismo lugar? ¿Las estrellas que le rodean son iguales? ¿Se puede ver la Luna de día?
Las respuestas que damos a todas estas sencillas preguntas nos indican que la Luna, a lo largo de su ciclo, no sólo cambia de aspecto, sino también de espacio.
Estrellas
Nada más mirar el firmamento, nos daremos cuenta de que podemos crear un montón de figuras geométricas. En estas figuras geométricas, los antiguos veían personajes mitológicos, es decir, constelaciones en sentido antiguo.
Las constelaciones se mueven de dos maneras. Por un lado está el movimiento general que tienen una noche, que se debe a la rotación de la Tierra. Y el movimiento que se produce porque la Tierra gira alrededor del Sol a lo largo del año. Este último movimiento hace que las constelaciones aparezcan en el firmamento a diferentes horas (se ven por la noche). En consecuencia, cada estación tiene sus propias constelaciones. Hace 4.000 años se preveía a través de las estrellas la llegada de la estación y más tarde los romanos utilizaban la Osa Mayor como reloj nocturno.
El tercer factor es el movimiento de las estrellas: el movimiento propio de cada estrella, es decir, el movimiento de traslación propio de cada estrella. Las velocidades de las estrellas son muy variables. Algunos se mueven bastante lentamente (hablando de astronomía) y otros muy rápido. En cualquier caso, este movimiento es inapreciable, ya que están muy lejos de nosotros. Los cambios de distancia entre las estrellas requieren largos periodos de tiempo.
Planetas
¡Estos sí, estos son los viajeros de la noche! Los antiguos observadores descubrieron que algunos astros que aparecían entre constelaciones eran móviles y que día a día cambiaban su posición respecto a las estrellas. De ahí el nombre de planeta. Planeta en griego significa viajero. El planeta más grande era el Sol, seguido de Mercurio, Venus, la Luna, Marte, Júpiter y Saturno. Junto a las estrellas de Huarte formaban los 7 cielos del mundo.
En la actualidad el concepto de planeta está modificado. Pero los astrónomos aficionados sólo podríamos disfrutar de la belleza de estos planetas clásicos, porque los demás están muy lejos para poder observar nuestro telescopio.
Los recorridos de los planetas son muy fáciles de seguir por el cielo cada semana. Se desplazan entre las constelaciones y normalmente se oponen al movimiento general (de este a oeste). Pero en ocasiones, los planetas exteriores se detienen entre las estrellas y el movimiento general actúa sobre ellas. Este movimiento singular se llama retrogradación. Como es sabido, todos estos movimientos son virtuales. Es decir, cada planeta se mueve alrededor del Sol, pero como las estrellas están detrás, parece que se mueven entre ellas. Cabe destacar que las velocidades de movimiento de los planetas son diferentes. Algunos (planetas interiores) se mueven muy rápido. Otros, en cambio (planetas exteriores) mucho más lentos.
Otros “astros”
Si el firmamento está suficientemente limpio, veremos fácilmente los tres tipos de objetos que se indican a continuación. Los más abundantes, que veremos en cualquier punto del firmamento, son los aviones o los aviones. Estos se mueven muy rápido y tienen dos colores de luz (verde y rojo) intermitentes.
Similares a las pequeñas estrellas, pero otros objetos que se mueven entre ellas de forma bastante rápida y espectacular, son satélites artificiales. Se encuentran fuera de la atmósfera y bajo el sol. Aunque son muy pequeños, los vemos porque se mueven entre las estrellas. Por ello, sólo podemos ver y en ningún caso ver órbitas polares, que son geoestables. Estas palabras pueden ser la esencia de otro artículo.
Para finalizar, mencionaremos las estrellas ligeras o fugaces que nos han ofrecido un espectáculo en varias noches. En los últimos años, sobre todo en verano, son protagonistas de las “lluvias de estrellas” que los medios audiovisuales han puesto de moda. La Tierra, a lo largo de su trayectoria, encuentra y atrae trozos de piedra que se encuentran en el espacio, que al entrar en la atmósfera se ponen al rojo vivo, ofreciendo un espectacular espectáculo.
Así que, en adelante, ¿el cielo es cambiante? cuando nos pregunten, responderemos correctamente: ¡SÍ! Pero a continuación vamos a explicar qué significa eso o qué significan las distintas palabras de cambio, ¿no?