Así se ha dicho a la enfermedad de Alzheimer, aunque en sentido estricto no puede ser considerada como una epidemia o una epidemia, ya que de origen no es infecciosa.
La enfermedad neurodegenerativa (por tanto, una degeneración del sistema nervioso), pero a partir de ahí es un misterio, tanto para los enfermos como para sus familiares y el médico.
Durante la autopsia de una mujer demente, fallecida a los 51 años, Alois Alzheimer (1864-1915) encontró en 1907 unas estructuras especiales en el cerebro (placas neuróticas y tramas neurofibrilares). Y son estas estructuras las que aparecen en el cerebro de las personas que llevan su nombre desde entonces y siguen padeciendo enfermedades de las que aún se desconoce.
Todavía no está claro por qué se produce esta enfermedad. Sin embargo, se han mencionado muchos factores de riesgo que facilitan la aparición de la enfermedad de Alzheimer:
¿Quiénes son las personas que padecen enfermedades del Alzheimer? Sobre todo las personas mayores, pero no sólo esas. Hoy en día, después de 65 años, podemos decir que entramos en la zona de riesgo de esta enfermedad. En el caso de las personas mayores de 65 años la incidencia es del 1-2% y el porcentaje presenta una progresión geométrica a medida que avanza la edad: 3% a los 70 años, 10% a los 75 años y casi 30% a los 80. Por lo tanto, en las personas que llegan a esas edades, casi uno de cada tres estará afectado por la enfermedad, y la sociedad tendrá que estar dispuesta a responder sanitaria y socialmente a un número cada vez mayor de personas afectadas por esta lacra mucho más grave y dura que para los familiares.
En la actualidad, la enfermedad de Alzheimer ocupa el cuarto lugar como causa de muerte entre las personas mayores, tras las enfermedades del corazón, el cáncer y el ictus. Según las estadísticas, la esperanza de vida de una persona enferma de Alzheimer es más corta que la de cualquier persona mayor.
Los fallos en la memoria, la falta de atención al entorno más cercano y la desorientación personal, espacial y temporal son los síntomas más espectaculares de la enfermedad. Aunque la gravedad de los síntomas varía de un paciente a otro, en todos los pacientes la situación física y mental se deteriora lentamente a lo largo de un proceso que puede durar alrededor de setecientos años. Y ese proceso termina con la muerte.
La progresión de la enfermedad de Alzheimer se divide en cuatro estadios: En una primera fase, el paciente tiene pequeños “lapsus” de memoria. En el segundo estadio, la enfermedad sigue siendo leve, aunque los errores de memo sean notorios. En el tercer estadio la identidad del paciente está totalmente desintegrada. En el último estadio, el desastre es mental, físico y muy notorio.
No es tan fácil diferenciarse de otras enfermedades que producen demencia. Por otra parte, en la actualidad no existe ninguna prueba de laboratorio para diagnosticar la enfermedad de Alzheimer (aunque para el neurólogo, a partir de su experiencia, no parece tan difícil determinar si el paciente está afectado por el Alzheimer).
Siempre es necesario realizar un seguimiento del paciente para asegurar el diagnóstico. Hace unos años, muchos de los afectados por el Alzheimer podían ser diagnosticados como casos demenciales en la vejez. Hoy en día, sin embargo, sabemos que a veces se diagnosticó el Alzheimer a pacientes que no habían estudiado en profundidad y que en un 20% tenían una demencia recuperable (según los datos obtenidos en las autopsias). Hace 15 años, a las personas mayores que perdían la memoria se les decía “falta de riña”, pensando que su enfermedad era vascular. En pocos años el concepto ha cambiado y hoy sabemos que el origen de la enfermedad de Alzheimer no es vascular.
A los 84 años de su primer diagnóstico, la forma más fiable de diagnosticar la enfermedad de Alzheimer sigue siendo la misma que la utilizada por su descubridor, ya que en las autopsias, con técnicas histológicas muy sencillas, las placas neuróticas amiloides y tramas neurofibrilares, normales en personas mayores, son mucho más abundantes en pacientes con enfermedad de Alzheimer. Pero, claro, eso se puede hacer en autopsias. ¿Y mientras la persona está viva, qué?
Desgraciadamente, hoy en día esta enfermedad es como la lotería: no hay forma de prevenirla, y peor aún no tenemos medicamentos eficaces.
Periódicamente aparecen en la prensa, con gran propaganda, noticias de que medicamentos o tratamientos de este tipo “curan” la enfermedad de Alzheimer. A principios de 1991 el último milagro era el denominado THA (tetrahidro-acrimina). Un año después no parece que sus resultados sean tan buenos y espectaculares.
Síntomas y evolución de la enfermedad
Recomendaciones para ayudar al paciente con Alzheimer