Los componentes de los aparatos electrónicos suelen ser de hierro, plomo, acero inoxidable, aluminio, plástico o latón, entre otros. Algunas de ellas son fácilmente separables en colores, formas y peso. Otros, sin embargo, no pueden diferenciarse según estos criterios. Es el caso, por ejemplo, del aluminio y del acero inoxidable.
Aunque estos límites se conocen desde hace tiempo, en la actualidad se basan en la visión humana y se distribuyen manualmente los componentes de los aparatos electrónicos achatarrados en las instalaciones de reciclaje. Para ver los componentes internos es necesario desmontar los útiles.
Es fácil observar que este sistema de reciclaje de aparatos electrónicos, además de limitarse, es costoso, ya que requiere mucha mano de obra y tiempo. Además, algunos componentes no son separados. Por ejemplo, en el caso de los televisores sólo desmontan el tubo de rayos catódicos, el resto lo tritura.
En la actualidad, las herramientas electrónicas suponen el 4% de los residuos urbanos europeos, pero prevén duplicar la cantidad para 2015. Por tanto, es muy importante superar estos límites y reciclar la chatarra electrónica de una manera más económica y eficiente.
Con este objetivo se puso en marcha el proyecto SORMEN por parte de organizaciones de toda Europa. Se trata de un proyecto de investigación bianual financiado por la Unión Europea en el marco de un proyecto de cooperación entre centros tecnológicos y pymes de varios países con necesidades similares (proyecto CRAFT).
El objetivo del proyecto es, básicamente, automatizar en gran medida el trabajo de reciclaje y desarrollar un sistema que separe con mucha más precisión los componentes de los aparatos electrónicos. El grupo de trabajo ha reunido a siete entidades: dos centros tecnológicos (Tecnalia del País Vasco y el Centro CSL de la Universidad Liège de Bélgica), dos empresas de reciclaje (Indumetal Recycling del País Vasco y IGE Hennemann de Alemania), una empresa fabricante de máquinas de reciclaje (HEVAC Ambient de Cataluña), una empresa de diseño de sistemas multi-espectri (CLUSTER del País Vasco de Vasco de Medio Medio Vasco) y SPECIM (FINLANDÉS).
El sistema que se está desarrollando no se alejará demasiado del sistema que ahora utilizan para reciclar, sino que seguirá atendiendo a lo que reflejan los componentes de la luz que reciben. Nosotros, los humanos, llamamos color a esa luz, porque la luz que recibimos es del espectro visible.
En cierta medida, lo que llamamos color viene determinado por la composición molecular de cada objeto: las moléculas absorben partes de la luz que les llega y reflejan otras.
No se limita a las moléculas del objeto. Quien recibe esa luz, el espectador, también tiene que ver. El espectador percibe su capacidad, su luz en uno u otro campo del espectro. La vista humana no percibe la zona visible a la luz exterior. Pero los objetos también reflejan los rayos fuera de la zona visible. Y a veces aportan información muy útil. El acero inoxidable y el aluminio, por ejemplo, reflejan rayos muy diferentes en la zona infrarroja.
El sistema resultante del proyecto SORMEN será capaz, entre otras cosas, de detectar de forma automatizada la luz reflejada en la luz infrarroja. Se le denomina identificación multi-espectral porque detecta la luz de varias zonas del espectro.
Cada entidad participante en el proyecto tiene su obligación. Por ejemplo, inicialmente las empresas de reciclaje definieron los requisitos a los que el sistema debería responder: cantidad de material que deberá identificar, identificación y separación de componentes, tamaño mínimo y máximo de los componentes, etc. Las entidades encargadas de la iluminación del sistema, por su parte, analizaron en detalle los tipos de rayos sobre los que se podía diferenciar unos y otros componentes.
En base a todo ello, se ha desarrollado un prototipo de sistema de separación de chatarra electrónica. Una vez solucionados los problemas de última hora, se ha pensado en comercializar el sistema. Un investigador de Tecnalia que ha participado en el proyecto, Artzai Picon, nos ha dicho que este trabajo corresponde a las empresas del grupo, pero no les resultará fácil. Y es que, debido a la crisis, muchas empresas que podrían estar interesadas en ello por sí mismas tienen congeladas sus inversiones, por lo que es muy probable que la puesta en marcha del sistema desarrollado sea bastante larga.