Estos son algunos de los testimonios de uno de los grandes enigmas que se han producido en la era moderna en nuestro planeta a la madrugada del 30 de junio de 1908.
Las consecuencias directas de este suceso en el país siberiano de Tunguska se pudieron ver en muchos lugares. La colisión provocó una imponente columna de fuego que llegó a ser espectacular en un radio de 200 kilómetros. Al mismo tiempo, se produjo una terrible tormenta de coníferas, extendiendo su ruido a mil kilómetros. Los estudios realizados por científicos permiten afirmar que la potencia de esta explosión fue equivalente a 500 bombas atómicas como las lanzadas en Hirosim.
En el mismo momento de la explosión se destruyeron miles de árboles de la taiga. Los seres vivos y los edificios de los alrededores quedaron anulados y los cristales de la estación del Ferrocarril Transiberiano, situada a 600 kilómetros de distancia, se movieron debido a la fuerza del viento. Las vibraciones llegaron hasta San Petersburgo, capital de Rusia, y en Alemania se detectaron vibraciones producidas por el choque a 5.000 kilómetros.
El choque del misterioso objeto desarraigó la tierra hasta los 20 kilómetros de altura, donde moldeó una amplia nube. Como consecuencia de ello, en muchas zonas el Sol quedó apagado y comenzó una terrible lluvia negra. En el Mar Negro aparecieron en los próximos días nubes de plata de gran altura y la luz violenta se expandió por todas partes. En algunos lugares se podían hacer fotos a media noche. Estas nubes comenzaron a dar la vuelta a la Tierra y a través de la luz reflejada por el polvo, también en la propia Londres, situada a 10.000 kilómetros, según los testigos, surgió una nueva moda: leer el periódico por la noche con la luz existente.
Pero, ¿cuál fue capaz de producir este tipo de desastres y transformaciones atmosféricas? ¿Qué había detrás de este terrible fenómeno?
Tunguska, en el centro de Siberia, es uno de los países más alejados del zar Nicolás II. En aquel país sólo vivían ciervos y ciervos. Este territorio comercial era una zona no explorada y además muy difícil de alcanzar, ya que a lo largo del año permanece helado. Por otro lado, los problemas políticos y económicos de los zaristas eran importantes. Por lo tanto, no es de extrañar que durante veinte años no se haya investigado aquel misterioso suceso.
Pero en 1927 la Academia de Ciencias Soviéticas realiza una importante expedición Leonid A. Consiguió organizarse bajo las órdenes de Kulik. Esto estaba lleno de curiosidades a través de la información leída del suceso. Según esto, aquel misterioso objeto se desplazó verticalmente durante diez minutos, adoptando la forma de una forma cilíndrica.
Impulsada por estas extrañas informaciones y con dudas sobre la capacidad de un meteorito para provocar este tipo de catástrofes, durante cinco años marcó con precisión la posición del choque y habló con la mayoría de los testigos del suceso. Para el año 1927 había definido su lugar. El centro del misterio estaba situado a 65 kilómetros al norte del pueblo de Vanavara.
Entonces, Kuli se dirigió allí con un ciudadano que fue testigo de una terrible explosión. Cuando llegaron al lugar, lo que allí vieron conmocionó al geólogo. En un radio de treinta kilómetros todo estaba agotado. El bosque estaba totalmente desmantelado y todos los árboles estaban en el suelo mirando un determinado sentido. Se encontraron cientos de pequeños cráteres, pero sorprendentemente, no aparecían ni el gran cráter ni la menor huella del meteorito. Kulik realizó fotografías de las que es uno de los más famosos y que aparece en este artículo. En ella los árboles de la taiga aparecen orientados al suelo, como si un gigante los hubiera empujado juntos.
La expedición de Kulik provocó una gran emoción entre los investigadores y la curiosidad. Desde entonces el misterio de Tunguska se extendió a todo el mundo, cuyos ecos han llegado hasta nuestros días.
Una de las preguntas más apasionantes que surgen al llegar a este punto es: ¿a través de qué proceso se puede crear el enorme cataclismo visto en Tunguska? La pregunta es importante porque el desastre que ha ocurrido ha sido el más grande de la historia. Recuerda que su efecto fue tan grande como el de 500 bombas atómicas. No es nada fácil señalar qué tipo de mecanismos pueden liberar este tipo de energía. Por otro lado, si tenemos en cuenta la época en la que sucedió, no fue creada por el hombre, ya que en aquella época todavía no se conocía la energía atómica. ¿Dónde acudir, por tanto, a buscar respuestas?
En 1941 un científico del Departamento de Matemáticas de la Universidad de Ohio publicó una teoría curiosa e inverosímil. Según esto, la Tierra fue golpeada por un meteorito de antimatería. La consecuencia directa de la colisión fue la enorme liberación de energía y la desaparición del mismo meteorito en el proceso. Por ello, no se han encontrado restos de meteorito. Esta curiosa teoría, que podría ser loca unos años antes, tuvo un gran éxito, ya que pocos años antes los físicos demostraron la existencia de los primeros antiparts.
Pero para entender correctamente esta historia, primero tenemos que viajar al año 1930.
XX. En los primeros años del siglo XX dos importantes teorías revolucionaron la visión de la Naturaleza. La primera era la Teoría de la Relatividad de Albert Einstein y la segunda la llamada Mecánica Cuántica. Ambos son necesarios para entender el nuevo cosmos que se estaba revelando ante la ciencia, pero entre ellos no había solución.
La imagen de la Teoría de la Relatividad sobre el universo es continua. No así la Mecánica Cuántica, ya que el sistema que utiliza para describir el mundo es discontinuo. Hubo muchos intentos de unir ambas teorías, pero en vano. Un día llegó un éxito inesperado. El investigador británico Paul Dirac fue el que recibió este honor.
En 1930, Dirac publicó una obra famosa que le permitió unir las dos teorías antes mencionadas, dotando a la Física de una gran coherencia. La esencia de su teoría fue una importante fórmula. Pero esta fórmula no sólo solucionó muchos problemas sino que puso de manifiesto otros nuevos.
Esta fórmula explicaba dos mundos diferentes. Uno era el universo positivo que vivimos nosotros y el otro un mundo negativo que para nosotros fomentaba el extraño y la imaginación. Y en la fórmula de Dirac ambos mundos eran posibles matemáticamente.
En el universo negativo, por ejemplo, todos los objetos tendrían una masa negativa, lo que significa que, empujados por ellos, se desplazarían en sentido inverso. En un universo tan curioso, un objeto que se mueve hacia delante debería empujarse hacia atrás y empujarse hacia delante para frenar. Por supuesto, este mundo era sólo una opción matemática, sin relación alguna con la realidad.
Pero Dirac no se detuvo. Con la valentía y la convicción de que la fórmula se ajustaba a la realidad, afirmó que en la Naturaleza cualquier partícula debía tener un compañero negativo. Estos miembros, conocidos como antipartículas, no se conocían en 1930 debido a las limitaciones de la ciencia. Pero a medida que avanzaba la Física experimental, Dirace creía firmemente que se iban descubriendo y detectando.
Se estaba extendiendo una misteriosa e increíble página del cosmos de la física. ¿Qué ofrecería el futuro?
En 1930 se conocían tres partículas subatómicas: el protón (de gran masa y carga positiva), el neutrón (de gran masa y sin carga) y el electrón (de pequeña masa y carga negativa). A partir de estas tres partículas, se construían los ato mos de todos los elementos. Y sobre estos átomos, la materia.
Así, y sólo dos años después de que Dirace formulara su hipótesis, el mundo de los físicos se vio fuertemente agitado cuando se produjo un importante descubrimiento.
En 1932, el físico americano Carl Anderson explora los restos que dejan los electrones de gran energía en la cámara de niebla. De repente, sorprendido, ve que la mitad de los electrones que pasan por la cámara se están desviando hacia la derecha y la otra mitad hacia la izquierda. Esto significa que la mitad de los electrones tienen carga positiva y la otra mitad es negativa, por lo que el campo magnético de la cámara les anima a describir dos trayectorias diferentes simétricas.
El descubrimiento del electrón positivo se extendió rápidamente a todos los laboratorios del planeta. Y el mundo científico, superando su incredulidad, tuvo que reconocer la existencia de la antipartícula correspondiente al electrón.
Con los mismos ensayos realizados en diferentes laboratorios se obtuvo la misma conclusión. Se obtiene un electrón positivo/negativo que si se genera se destruye entre sí (no puede existir una materia y una antimatería) irradiando energía. El éxito de estos experimentos animaba a los físicos a buscar antiparts teorizados por Dirac y aún no encontrados.
Comenzó la caza de la antimatería.
Era mucho más difícil encontrar el antiprotón. La razón es su gran masa. La masa del antiprotón es 2.000 veces mayor que la del electrón, lo que supone una energía muy elevada. Con el objetivo de conseguir estas grandes energías, tanto en Estados Unidos como en la URSS se empezaron a preparar programas específicos de investigación con un único objetivo. Buscaban aceleradores de gran energía.
En esta atractiva historia ya estamos en 1955. Han pasado dos o tres años y han construido una máquina especial en la Universidad de Berkeley. Bajo el nombre de Betatroi, los investigadores creen que será posible obtener un antiprotón a través de él, si el antiprotón existe, claro.
Inmediatamente han comenzado a experimentar y los científicos que participan en estos experimentos han descubierto que a la salida de Betatroi han aparecido partículas negativas. Midiendo la masa de estas fracciones han comprobado que son 1.840 veces más grandes que la del electrón, que la masa del protón. No hay duda. ¡Si son protones negativos y se han obtenido artificialmente en la nueva máquina! Noticias
Estos protones, según preveía la teoría, han explosionado al entrar en contacto con la materia común, expandiendo la energía en todas las direcciones.
Gracias al éxito, estas supermáquinas especiales han comenzado a cazar y atrapar antineutroi. Y en 1956, sin problemas, el antineutroi también ha sido detectado.
El descubrimiento de los antiparts antes mencionados fue un éxito para la física experimental. Pero si se tiene en cuenta la complejidad de la materia, el camino hacia la antimatería estaba lleno de espinas. El primer paso en este difícil camino fue conseguir el antiátomo. Y, por supuesto, el átomo más simple que se podía crear era el hidrógeno. Esto ocurrió en 1965.
Ese año se escribió en el National Laboratory de Brookhaven una importante página de la historia de la ciencia. Fue el lugar en el que se obtuvo primero el antiátomo del hidrógeno, ya que en su interior estaban unidos el antiprotón y la antineutroia. Los pasos dados a partir de ahí fueron tan tremendos como rápidos. En 1970 el equipo del físico soviético Yuri Prokoshkin consiguió en su laboratorio más de 50.000 núcleos de antihelio. Recordemos, en cuanto a la complejidad, que el helio es el siguiente átomo del hidrógeno.
Y mientras las investigaciones seguían en los laboratorios de la Tierra, en los jefes de las ciencias comenzó a modelarse una pregunta. ¿Por qué no existir la antimatería de cualquier partícula? Así las cosas, ¿dónde encontrar esa antimatería, ese anticósmo?
En nuestra Tierra está claro que la materia existente es la materia común. Si no fuera así, el contacto entre antimateria y materias provocaría una explosión de vértigo, haciendo desaparecer todo el entorno. Asimismo, en el caso de nuestra galaxia podría hacerse el mismo razonamiento. Hoy en día en nuestra galaxia, la llamada galaxia Vía Láctea, no parece que la antimatería de materia esté en proceso de extinción, ya que en ningún caso se detectan las enormes energías que se habrían originado por este tipo de situaciones. Podemos decir, sin duda, que nuestra galaxia está formada por materia corriente.
Pero, ¿por qué el proceso que no está en nuestra galaxia no ocurre en otras galaxias lejanas? Esta pregunta se tambaleó hace unos años cuando se detectó y analizó la galaxia denominada NGC 5128.
Teniendo en cuenta la distancia que esta galaxia tiene hasta nosotros y la energía que envía, los astrónomos y físicos actuales no saben cómo explicarla, porque la energía que emite es enorme. Tras más cálculos llegaron a una decisión sorprendente. Esta galaxia sólo sería posible producir tanta emisión de energía si toda la materia de la galaxia estuviera en proceso de desintegración. Pero, ¿con qué mecanismos se puede desintegrar toda la galaxia?.
Casi de manera natural surgió la teoría del choque entre los astrónomos. Según esto, si una galaxia de antimatería se encontrase con otra galaxia de materia, desaparecería por una explosión terrible y entonces las enormes energías que perciben nuestros telescopios serían posibles. Este podría ser el proceso que se estaba produciendo en la llamada galaxia NGC 5128. Pero, ¿cómo sabemos que esa teoría era cierta?.
La prueba galaxia llegó cuando se empezaron a estudiar ópticamente. La galaxia denominada NGC 5128, es esférica y sacando la foto se pudo ver que su diámetro estaba oscurecido de derecha a izquierda. Otra galaxia laun aparece vista lateral, cortando la esférica a modo de lámina. ¿Por qué no suponer que una galaxia laun de antimatería está cortando la galaxia esférica NGC 5128?. En este proceso se estaría desintegrando las estrellas de estas dos galaxias, enviando al cosmos enormes energías.
Durante un tiempo muchos astrónomos aceptaron que estaban viendo el choque cósmico de dos galaxias moldeadas por materia y antimatería. Sin embargo, esta teoría no duró mucho tiempo y en la actualidad aparece otra teoría alternativa que explica la enorme energía que envía la galaxia NGC 5128. Además, hemos podido saber que la línea oscura que aparece en el centro de esta galaxia no es otra galaxia, sino el polvo cósmico que se recoge en el diámetro de la misma galaxia.
¡Sí! Noticias Esta fue la hipótesis que algunos científicos plantearon para aclarar la causa de la gigantesca explosión de Túnez. Según esta teoría, un meteorito antimaterial que circulaba por el espacio penetró en la zona gravitatoria de la Tierra. Entonces, al tocar los átomos de la materia (sobre todo los de la atmósfera) estalló desapareciendo completamente y creando un gran cataclismo en su territorio subyacente, la taiga de Tunguska.
A favor de esta teoría está el hecho de que el meteorito no haya encontrado la mayor cráter en absoluto, como si el objeto que provocó la explosión no hubiera tenido contacto con la tierra. La teoría de la antimatería supera este obstáculo y puede ser creíble. Pero se encuentra con otros obstáculos. La primera y más destacable es la no detección de antimatería en el universo hasta ahora, aunque en nuestros laboratorios se han obtenido algunos núcleos de antimatería de átomos simples. ¿De dónde podía provenir este tipo de meteorito sabiendo que los planetas del sistema solar son de materia?.
El segundo obstáculo es que en la explosión de dos objetos de materia y antimatería, además de la desaparición de la materia, en el lugar donde se produjo el suceso debería haber una gran radiactividad, cosa que no ha ocurrido en Tunguska.
Por tanto, por estas dos razones, aunque no totalmente descartadas, la teoría de la antimatería ha sido sustituida por otras teorías altenativas. Una de ellas puede ser mucho más fascinante que la antimatería. Esta teoría dice que la explosión de Tunguska podía ser un proceso provocado por un agujero negro. ¿Pero qué es ese agujero negro que puede generar un cataclismo tan terrible?