Los intereses económicos, las condiciones psicológicas y los usos sociales sólo dificultan la visión sanitaria del problema. Por eso nos parecería una quimera pensar que el problema se puede solucionar con simples consejos. Sin embargo, no podemos olvidar el papel que pueden jugar especialmente los profesionales sanitarios (médicos y enfermeras) y de atención primaria.
Es cierto que no todo el mundo se acerca a los centros de salud. Ni todas las personas que están en peligro de llegar a ese hábito. Sin embargo, no podemos olvidar que somos un ejemplo para la comunidad y que nuestros consejos pueden resultar útiles no sólo para los pacientes, sino también para sus amigos y familiares.
El consejo médico siempre tiene una doble vertiente: la persona está dirigida a un determinado receptor, pero al mismo tiempo impregna el entorno de esa persona, abriendo salpicaduras entre todos. El consejo médico (o de la enfermera) es el más sencillo y barato de los procedimientos. A ti el tabaco te perjudica y tienes que dejar de fumar. Una frase similar es el consejo médico. En un estudio realizado por RUSELL en 1979, se pudo observar que los consejos y un pequeño folieto obtuvieron en un año un 5,1% de deshabituación (resultados muy superiores al del grupo de control).
Sin embargo, otro factor a tener muy en cuenta es que no es lo mismo aconsejar en una sociedad sensible a este tema que, por el contrario, actuar en otra sociedad en la que el tema se toma con credibilidad (o peor aún, de forma desastrosa) (y nuestro caso, desgraciadamente, sigue correspondiendo al segundo). Esperemos que dejar de fumar llegue a nuestro arte como cualquier otra moda.
Y cuando digo profesional, comprenda tanto al médico como a la enfermera.
Su capacidad de persuasión respecto a factores o características del profesional (h.d. la capacidad de convencer a sus oyentes) está muy ligada a su modo de vida, a que él fume o no. Si no somos capaces de recomendar algo (por ejemplo, dejar el tabaco), la contradicción es evidente. Solo por lo que decimos no educamos a la gente, sino también con lo que decimos. Es el colectivo o colectivo que de una u otra forma puede tener mayor influencia dentro de una comunidad de médicos (sobre el hábito de fumar).
Este punto es aceptado por todos. Según todos los informes publicados, es muy difícil (casi imposible) reducir el problema del tabaquismo si no hay participación activa de los profesionales sanitarios. Los médicos, junto con los farmacéuticos y las enfermeras, deben luchar contra el tabaco de tres maneras: como modelo o modelo, como educador sanitario y como concienciador o sensibilizador de la sociedad.
Un médico que fuma, tanto dentro como fuera del centro de salud, tiene una incidencia muy negativa en la lucha contra el tabaco. A este modelo de médico se le da cada vez más importancia, pero desgraciadamente en estos profesionales todavía hay más del 50% de fumadores. Esta situación es muy diferente en muchos países industrializados como Gran Bretaña. En estos Estados los profesionales sanitarios han dejado de fumar de forma masiva en los últimos 20 años y desde entonces tienen un papel importante en la lucha contra el tabaco. Tenemos, pues, que aprender de otros pueblos.