En general se admite que los rupicaprinios fueron antepasados de los caprinos, y que las cabras y las ovejas muestran el estreno desarrollo de alguna forma precaria del grupo Rupicaprini. La separación evolutiva se alargaba a lo largo del Mioceno, desde hace 7 a 26 millones de años.
Los rumiaprinios, aunque parecían fundarse en Asia, tuvieron una distribución muy amplia en Eurasia, y quizás también en África. En la actualidad, la distribución de los representantes asiáticos no se extiende más allá de Japón, pero alguno de los antepasados de estas formas tuvo que emigrar hacia Norteamérica para crear la cabra de Rocky. A excepción de los representantes de Europa y América, poco se conoce de las especies de esta tribu.
La historia evolutiva del género Rupicapra está sumergida en una noche oscura, con los fósiles más antiguos encontrados del Pleistoceno Europeo tardío, sólo hace un millón de años. Las gamuzas, comenzando por el Cáucaso, se han dispersado por Turquía oriental y Europa, extendiéndose por los Balcanes, Cárpatos, Alpes, Pirineos y Cordillera Cantábrica. En el Cáucaso se pueden encontrar entre 150 y 4.000 m, tanto en zonas secas como en zonas más húmedas fuertemente nevadas. Varias poblaciones viven en bosques de 700 a 2.000 m. Otras se desplazan en verano hacia zonas subalpinas y alpinas entre 1.700 m y 2.500 m.
En Europa también habitan en robledales y pastizales alpinos de los montes Alpe y Tatra, aunque a menudo se retiran al bosque en invierno. Recientemente incorporados a Nueva Zelanda, han ocupado terrenos cortados por acantilados entre 800 y 2.000 m, evitando en lo posible los bosques. En resumen, las únicas características que definen esta especie son la montañismo y la afición a la roca.
Hasta hace poco, la gamuza pirenaica, conocida popularmente en euskera, estaba agrupada junto con el resto de gamuzas en una sola especie ( R. rupicapra ), a partir de los análisis genéticos de proteínas séricas, hasta que se postuló que podía ser una especie diferente ( R. pyrenaica ). Las gamuzas de latitud más baja, es decir, las poblaciones de los Pirineos ( R. p. pyrenaica ), la Cordillera Cantábrica ( R. p. parva ) y Abruzzo ( R. p. ornata ), y las denominadas gamuza oscura ( R. rupicapra ), fueron regaladas en las distintas radiaciones procedentes de Oriente Próximo, y en el Miwjazz primero. Sin embargo, en los últimos años, la presencia de gamuzas en los mamíferos es una de las variaciones genéticas más altas, lo que, de alguna manera, ha amortiguado esta diferenciación entre especies.
Los sarrios se circunscriben a la cadena pirenaica, donde dependen de diferentes modelos de gestión: La protección en los Parques Nacionales y Reservas Naturales es integral, y tanto en las Reservas Nacionales de Caza de Aragón como en las Reservas Nacionales de Caza de Cataluña, se caza la cantidad previamente fijada, acompañada de temblor. En las zonas protegidas, el sarrio funciona como reclamo turístico y en las reservas de caza hay que pagar por la caza de la pieza. Es, por tanto, un recurso natural que genera beneficio económico.
La longitud total del cuerpo, desde el estrema del extremo hasta la implantación de la cola, oscila entre 105 cm y 110 cm y tiene una altura de 69 cm hasta la coronación. Oreja y cola hasta 12 cm.
Para facilitar la vida montañosa, tiene varias características: membranas interdigitales, favoreciendo la marcha a través de la nieve; consistencias cauchosas y muy móviles en la parte inferior de las espumas, que también facilitan el desplazamiento a través de acantilados de gran roca y pendiente.
También es destacable el tamaño del corazón, que tiene un peso de 350 g sobre el peso corporativo de 30-40 kg (recuérdese que el humano tiene 280 g junto a los 70-80 kg del cuerpo). Las fibras musculares son también una de las más densas conocidas. El pelaje soporta dos mudas al año, con el inicio antes de la muda en los ejemplares en mejores condiciones físicas.
Las ramas de las hembras y los machos son parecidas y no pierden ni renuevan sus cuernos cada año: las ramas una vez desarrolladas son para siempre. A diferencia de las ramas de ciervos y akers, las más frecuentes son finas y cortas, oscuras y rectas, convirtiéndose en el extremo final en forma de anzuelo. La diferenciación sexual, por tanto, se ayuda de otras características anatómicas y de juego, como la presencia del pincel peniano de los machos, las ramas más gruesas de los machos, la forma del cuerpo o la postura para la micción (brezando). Las ramas crecen constantemente y las ramas de jóvenes de entre uno y dos años no superan el oído. Debido al crecimiento diferencial que se produce en las distintas épocas del año, se crean anillos en las ramas que ofrecen el sistema más sencillo para estimar la edad del animal.
Estos animales son principalmente pastizales, pero al aumentar la capacidad herbácea, en invierno se alían sobre todo en árboles y arbustos. Desde primavera hasta otoño se pueden ver en la mayor parte de los desiertos, denominados así en los Pirineos, los pastos de verano del ganado, desde el bosque que sirve de refugio en invierno. En mayo se da a luz con la cría y el celo se prolonga durante los meses de noviembre y diciembre. Aunque se pueden ver en grandes grupos, el único vínculo fuerte entre los individuos es entre la madre y la cría del año, como en la mayoría de los demás ungulados. La causa de la agregación es variable: por un lado, pueden agruparse en zonas localizadas donde la oferta herbácea es abundante y, por otro, pueden formar grandes grupos para garantizar la seguridad y el cuidado de los recién nacidos.
En estos últimos pueden aparecer verdaderas liliterías en las que la mayoría de las crías quedan a cargo de unas pocas hembras. En cualquier caso, los machos quedan excluidos de estas agrupaciones y aunque en general son solitarios, los veremos en celo junto con las hembras. En esa época, el macho defiende al grupo de hembras que se le llama. De hecho, protege a quienes transferirán su patrimonio genético a las generaciones venideras.
Las hembras pueden proliferar a partir del segundo año de vida. En cualquier caso, la proporción de hembras apícolas de distintas clases de edad depende de la densidad. En la mayoría de los casos, a medida que aumenta la densidad, la proporción de hembras que pueden sacar adelante la cría disminuye. Además, en el caso de los ciervos, por ejemplo, el parto con cría y el crecimiento del cachorro suponen un gasto enorme para la madre. En general, la hembra que no se ha dado a luz llega en mejores condiciones físicas, lo que hace que el año siguiente tenga más posibilidades de tener cría. Los efectos de todo ello pueden aumentar o suavizarse con la densidad de población.
En la actualidad, los grandes depredadores naturales pirenaicos se mantienen desaparecidos (lobo), en vías de extinción (oso) o en cantidades mínimas (lince, águila negra). De este modo, los agentes patógenos se han convertido en el regidor del número de herbívoros pirenaicos. Algunas enfermedades que han afectado a poblaciones de gamuzas en los últimos años son la pleuroneumonía y la queratoconjuntivitis infecciosa, con importantes reducciones en el tamaño de la población en algunos lugares.
Después, se sabe más sobre la cinética de la infestación parasitaria o sobre la conveniencia de posibles tratamientos. Asimismo, debido a la especificidad de los parásitos que se pueden encontrar en los rebecos, la contaminación por ungulados domesticos está bastante limitada. Al contrario, parece que la epizootia proveniente de los domesticos tendría un efecto más negativo sobre los gamuzas. En general, el conocimiento del estado sanitario en la gestión y manejo de poblaciones de animales silvestres se ha convertido en una nueva y importante herramienta.
Digamos también que, en gran medida, el número de ocasiones actuales es artificialmente alto. Y es que durante miles de años el hombre ha rebajado el límite altitudinal del bosque, aumentando a cambio los pastos supraforestales. Además, en las últimas décadas la presión ganadera se ha reducido notablemente en los Pirineos, con lo que la competencia por los pastos que podían tener con el ganado se ha reducido considerablemente.
En cuanto a la nuestra, los sarrios se concentran en los vértices más altos del este de Navarra y en la vertiente pirenaica de Baja Navarra y Zuberoa. Sin embargo, en los documentos antiguos que mencionan las cacerías de Sancho el Sabio, se puede leer que en los montes de Roncesvalles en el año 1165 adquirió 12 rebecos. El testimonio mencionado se ha convertido en un claro exponente de la regresión histórica de la especie en el País Vasco. Del mismo modo, a través de la revisión de la bibliografía de los últimos años, se pueden encontrar referencias contradictorias y oscuras de los sarrios navarros. Con el objetivo de conocer la distribución actual de la especie en Navarra y la población, el Gobierno de Navarra contrató un estudio en 1992.
En este sentido, en función de los resultados obtenidos, se pueden encontrar entradas de forma estable en dos puntos: En la Reserva Natural de Larra/Belagoa (LBEN) y en el monte Ezkaurre. Sin embargo, la situación es completamente diferente en cada caso.
En Larra/Belagoa se han censado cerca de 110 animales, con una densidad de 5,7 ind./km 2, y parece que la tendencia de los últimos años es creciente. A diferencia del resto de gamuzas pirenaicas, los de Larrea en verano no suben por los bordos que ocupa el ganado, sino que pueden verse durante todo el año en el bosque. Además, tal vez debido a la baja densidad, los machos y las hembras no se separan totalmente, pudiendo verse grupos mixtos a lo largo de todo el año.
En Ezkaurre hay entre 10 y 20 animales y en los últimos años no se ha notado un aumento del tamaño del grupo. Esta zona, además de no estar protegida, soporta en verano una enorme presión ganadera.
Junto a estas dos zonas se encuentra la Reserva Nacional de Caza de Los Valles de Aragón, con una densidad de 2,1 individuos/km 2.
En Navarra la especie no cuenta con figuras especiales de protección, pero no se puede cazar según la Orden Foral de Beda que se renueva anualmente.
En la vertiente pirenaica del norte hay motivos para pensar que la regresión ha sido evidente, ya que hasta 1991 se prorrogaban 30 permisos para cazar el sarrio, desde entonces se reparten dos permisos entre los dos pueblos de la zona. En la actualidad, los Goards del Office National de la Chase indican 8 unidades. Asimismo, en la cadena que se extiende desde la CNC hacia el oeste, hoy en día no se observan frecuentes, aunque hace unos años era bastante común.
Los sarrios de Navarra son el límite occidental de la subespecie. Esto les confiere un valor especial, ya que pueden considerarse “termómetros” del resto de poblaciones de la cordillera pirenaica. Si consideramos que el límite del área de distribución es el área que permite la presencia de individuos en condiciones no óptimas, entre las que destacan la competencia interespecífica, la reproducción irregular y las condiciones ambientales extremas, debería situarse entre la CNC y Orhi. El área de distribución real es probablemente reducida, bien por presión ganadera o por furtivismo. Es por ello que en esta situación pueden considerarse pertinentes las repoblaciones en aquellas zonas en las que actualmente no existen frecuentes pero pueden mantenerse.
Los gamuzas de Euskal Herria, por supuesto, no conocen los límites administrativos ni sus zonas de herradura respetan los mojones. La misma especie está sometida a tres sistemas de gestión muy concentrados: la destrucción del norte, la explotación cinegética de Aragón y la protección integral del sur. La coordinación entre las tres administraciones implicadas es fundamental, sobre todo para canalizar cualquier iniciativa que tenga como objetivo impulsar el aprovechamiento racional del entorno.
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