Al igual que en el mes anterior, en octubre se pueden encontrar numerosos frutos en nuestras montañas. Los castaños presentan ramas curvadas rellenas de morcos y algunos robles y bellotas de haya. En los viñedos del sur ha llegado el momento de recoger la cosecha. Una jornada intensa en terrenos donde se elaboran excelentes vinos de Navarra y Álava. A la hora de recoger los racimos se caen muchos ejemplares al suelo, pero no pienses que se desperdicien. Y es que son muchas las especies animales que se acercarán a comer este delicioso alimento, porque al fin y al cabo lo que hay que hacer en esta época es comer lo máximo posible y tratar de acumular reservas, el invierno... que nos está llamando la puerta.
A muchos de los animales nacidos este año les ha llegado la hora de difundirlos fuera del lugar de origen. Más que quedarse en el entorno familiar, estos jóvenes tienen mejor que abrirse a los alrededores para encontrar comida y hacerse dueños de un territorio. Los arborícolas nacidos en la nevera junto al río, por ejemplo, se encuentran en la orilla y, aunque parezca mentira, volarán. Por supuesto, las arañas no tienen alas, pero suben a una rama, y una vez liberado del abdomen un fino y largo grano de seda, sólo tienen que esperar a algún flauta de otoño. Con el azotamiento del viento... ¡aire! las arañas volarán a los nuevos territorios.
Terrible remolino de abeja en una colmena. El apicultor tiene la cabeza y las manos llenas de abejas, pero el humo que expulsa con valentía y, por supuesto, el traje especial hace que esté tranquilo. Menos mal que los pinchazos de las abejas no son nada de broma. La de este año ha ido a favor y se ve abundante miel en el ganado. Sin embargo, nuestro prudente apicultor sabe perfectamente que la miel es la comida imprescindible de las abejas durante el invierno y por eso, tomando la mitad para casa, ha dejado el resto para ellas.
En estos días en los que nuestras montañas se visten de rojo, podemos quedarnos muy fuertes mirando a las aves migratorias. Tanto de día como de noche, en época de paso, miles de aves de distintas especies van hacia el sur. Aunque los altos de Lindux o Zegama son muy famosos, en los montes de Euskal Herria tenemos cientos de collares para observar la migración.
La migración es una estrategia exitosa y ampliamente extendida entre los animales. En estos largos viajes, debilitados, atrapados por enemigos, perdidos, y a pesar de que muchas otras especies de aves mueren, otras muchas avanzan y crecen en primavera siguiente equilibran las poblaciones. Sin embargo, las pérdidas de hábitat provocadas por el hombre y la caza abusiva de las aves (de unas pocas especies en las proximidades y de muchas de ellas, además de pleno derecho, en las regiones más pobres de África) podrían poner en peligro el futuro de algunas especies.
Ya hemos mencionado que octubre es un mes de migración de aves. Pero este es el motivo por el que en Euskal Herria hay cerca de 100.000 escopetas mirando hacia arriba en busca de palomas, zorzales y otras aves de paso. Sin duda, la especie más apreciada es la paloma torcaz. Los días de paso de este elegante ave suelen ser espectaculares y parece que en los últimos años hay más cazadores en nuestros cuellos que nunca, y a pesar de las mejores escopetas y cartuchos, no se coge más paloma. De hecho, las palomas que entran a la Península, con el paso de los disparos, aprenden a no arrimarse al suelo y se dirigen a los territorios del suroeste de España de una manera vertiginosa.
No podemos dejar de mencionar el sorprendente sistema que utilizan en Etxalar o Sara. En estos pueblos prosiguen con las redes que han utilizado durante siglos en la caza de la paloma. A medida que se van acercando las bandas o los saldos se van lanzando paletas de madera que hacen de halcón para que las palomas caigan y se asustan a las redes. Así, entre 1.000 y 3.000 palomas anuales son capturadas en las palomeras de Etxalar.
Las marmotas de los altos de Belagua parecen pelotas de grasa. El tenor que comienza a hibernar se encuentra cerca y se pone a pochar. Los primeros rayos de sol se ponen en marcha en cuanto aparecen y, aunque normalmente son animales alpargatos, en esta época no suelen tener tiempo de pereza. Se alimentan de la hierba y se dedican a recoger la hierba para preparar la camiseta de invierno.
El oso también está en esta fábrica. En las últimas semanas, junto con las dos crías nacidas este año, se está comiendo y comiendo frutos hasta finalizar el enpo. Si no es así, el próximo mes o (dependiendo de las condiciones meteorológicas) se meterá en el fermento de invierno junto con las crías.
A lo largo de su intensa marcha, la ardilla está recogiendo sus frutos. A pesar de estar un poco más gorda de lo normal, ha bajado de cabeza abajo desde un roble en busca de bellotas. Al no poder comer todos los frutos que hay, sin perder tiempo, la ardilla está organizando almacenes especiales para el invierno. Ya tiene el agujero de un viejo roble medio lleno y hoy mismo ha comenzado a construir el nido en una haya. Además, en el suelo guarda muchos frutos y aunque él no lo sabe, gracias a ello ayuda a restaurar el bosque. De hecho, el ardilla se olvida de muchos de estos depósitos subterráneos y si algún otro animal no los encuentra, las semillas aportarán nuevas plantas.
Al oeste de Álava y Bizkaia, los lobos han causado un año más importantes pérdidas en algunos rebaños. En las cacerías organizadas por cazadores y ganaderos han conseguido matar a un montón, pero se han librado a uno u otro: los que más suerte han tenido o... los lobos más rápidos, ¡quién sabe!
Jugando con el corazón, aunque es difícil admitir la caza de un animal tan escaso en Euskal Herria, con la cabeza se pueden ver las cosas de otra manera. Con el sistema de pastoreo que tenemos hoy en día en nuestro territorio (los pastores no están del todo con el ganado y apenas se usa el pastoreo) es normal que surjan muchos problemas entre lobos y pastores. Sin embargo, teniendo en cuenta la excelente capacidad motriz de los lobos, estos animales podrían empezar a adaptarse a los lugares en los que abundan los animales silvestres y a vivir sin apenas causar molestias al ganado. En esta época en la que el invierno se acerca, queremos desearles un poco de suerte a los lobos para asentarse en nuevos territorios más tranquilos y a los pastores para que puedan desarrollar su trabajo en paz. Pero no es fácil… ¡Así sea!