El programa de mejora genética se puso en marcha en 1982. En primer lugar, se exploraron las plantaciones de pino en Euskal Herria y se seleccionaron los mejores pinos, unos 80 en total. La selección de estos pinos se realizó teniendo en cuenta las características de producción, ya que eran de mayor tamaño o tenían menos ramas. De hecho, al tener menos ramas, la madera tiene menos ojos o nudos y, por tanto, mayor calidad.
Siguiendo el método tradicional, en primer lugar se tomaron los brotes de estos pinos, con los que se formó un vivero de pinos. Durante unos años se permitió el crecimiento de los pinos, para posteriormente realizar polinizaciones entre ellos. Con las semillas obtenidas de estos cruces entre los ochenta mejores pinos se produjeron nuevas plantas, en las que hubo mejoras genéticas para poder medirlas.
Sin embargo, la cantidad de plantas obtenidas por este método no era capaz de sustituir la cantidad de P. radiata que se cultivaba en los bosques. Las plantas obtenidas por mejora genética sólo representaban el 5% del total de P. radiatas. A la vista de ello, investigadores y sector forestal priorizaron el diagnóstico del programa y la búsqueda de métodos para aumentar la cantidad de plantas.
Para solucionar el problema de la cantidad de semillas, NEIKER ha desarrollado técnicas de clonación como la organogénesis de brotes o semillas. Mediante estas técnicas no se sigue el método tradicional de obtención de nuevas plantas de pino, es decir, la obtención de nuevas plantas a partir de semillas, cruces y semillas. Todos son caminos más directos.
La organogénesis de los brotes, por ejemplo, permite obtener clones de pinos adultos mediante la siembra in vitro de sus brotes. De esta forma se obtienen múltiples copias deseadas de árboles de características muy especiales y buenas.
Por otra parte, también es posible la organogénesis de las semillas; mediante técnicas in vitro se generan muchos brotes de una semilla. De cada uno de estos brotes se obtiene una planta que permite obtener gran cantidad de plantas a partir de pequeñas cantidades de semillas.
Todas estas técnicas de laboratorio son muy caras. Por ello, para llevar estos genotipos especiales al monte en las cantidades necesarias, este año se pondrá en marcha una vía intermedia.
En este camino intermedio, una vez clonados en el laboratorio los árboles seleccionados en el programa de mejora genética, se plantarán sus ramas en las huertas. Allí, mediante podas adecuadas, se optimizará la producción de ramas, se espera que el primer año se den alrededor de 7 nuevas ramas, el segundo año 15 y el tercero 30. De esta forma, en lugar de partir de semillas, se obtendrán nuevas plantas de pino que se llevarán a los bosques.
Por lo tanto, mediante la utilización de técnicas rápidas de selección genética, las clonaciones in vitro de laboratorio y la producción vegetal a base de ramas podrán ser plantadas en mayor cantidad y a menor plazo plantas de pino que supongan una mejora real genética. Además, las técnicas desarrolladas actualmente en torno al Pinus radiata pueden ser adaptadas en los próximos años a otras especies como el acebo. De esta forma, la mejora genética se aplicará también en beneficio de las especies en peligro de extinción.
(Foto: www.leps.it).Además del problema de la cantidad de semillas, la salud tiene una gran importancia en la producción del sector. A la vista de los daños producidos por hongos e insectos en los pinos, se decidió tener en cuenta las características que garantizarían la salud de los mismos. La gestión del suelo y el tipo de silvicultura ya han comenzado a estudiarse.
Con el fin de integrar las características de salud en el programa, se procedió a realizar una nueva selección en los bosques. Durante este periodo se seleccionaron los pinos más sanos y, junto con los existentes, se plantaron en viveros. Estos viveros de pino se diversificaron genéticamente.
Paralelamente, se comenzaron a desarrollar técnicas o tests rápidos para conocer las características de los pinos.
Por lo tanto, en términos de salud, para saber si los pinos son resistentes se utilizan métodos más directos. Para ello se producen heridas en los pinos jóvenes donde se colocan los hongos. Midiendo la reacción del pino, es decir, la longitud de la herida y el tiempo que tarda en curarse, se prevé el comportamiento del pino adulto frente a los hongos.
Además, normalmente, la resistencia a un hongo es codificada por varios genes, por lo que no es fácil, siguiendo el método tradicional, pasar estas características a generaciones futuras en los cruces. Puede que esté en unas semillas y en otras no.
El programa detecta la presencia de árboles con cierto grado de garantía y traslada estas características a plantaciones forestales.