El hayedo es un bosque típico de nuestra zona montañosa, acompañado de humedad y niebla. Estos magníficos bosques que hacen especial hincapié en nuestro paisaje han sufrido un gran retroceso. Para ello han existido diferentes factores: desde un pastoreo hasta la plantación de especies foráneas (coníferas) en muchas zonas. Por ello, la superficie de los hayedos ha ido disminuyendo.
Haya (Fagus sylvatica 2. ), Fagaceae es una especie intrafamiliar. Esta familia es el árbol de mayor importancia en la región templada del hemisferio norte. Tanto en género como en número de especies, se produce un debate entre los botánicos. También al datar el género más antiguo. Hay palionólogos que consideran que el Fagus es el más antiguo, pero hay otros que dicen que el género Nothofagus (que está dividido en Andes, Australia, Asia, ...) es tan antiguo como este. Sin embargo, parece que los Fagáceos tienen su origen en Oceanía e Indomalasia y el género Fagus, que partió hacia Laurasia, llegó a Norteamérica (el Fagus frisca, típico fósil del Cretácico Norteamericano y Europeo).
La especie que tenemos entre nosotros (Fagus sylvatica) apareció al final del Cenozoico en la zona paleárquica, sufriendo intensas fases de expansión y retardo en el Cuaternario (debido a las glaciaciones). Esta especie endémica europea se extiende por el oeste y medio del continente, situándose el límite norte en Escandinavia (paralelo 60º). El del sur, en Sicilia (en el monte Etna, paralelo 38°).
En cuanto a la península, se extiende principalmente en el Norte, encontrándose como una reliquia en Ayllon (Cordillera Media).
En Euskal Herria se distribuye por todas las comarcas donde abundan la niebla y la humedad. En el sur de Navarra no vemos ejemplares de haya porque no se cumplen las condiciones climáticas. Aparece especialmente en la zona de montaña, aunque en varias ocasiones aparece en valles de baja altitud.
En general, puede observarse en cualquier tipo de suelo a una distancia de entre 500 y 1.500 metros si se ofrece un adecuado drenaje.
Árbol de copa circular y abundante follaje, puede alcanzar una altura igual o superior a 30 metros. Su corteza es lisa, blanquecina o gris plateado.
Los ojos de la axila son rojizos y las hojas están formadas por numerosos nervios. Al ser ovalados-elípticos, de nuevo presentan bordes pelosos y son de color verde claro al principio, aunque luego se van oscureciendo poco a poco. Entre 4 y 9 cm. y son caducas.
Las flores masculinas suelen ser globosas (muy abundantes) formadas por jardineros, acompañadas de hojas. Cuelgan de largos pedúnculos de 5-6 cm. Las flores femeninas, en cambio, suelen estar solas o triples en pedúnculos cortos y peludos. Los frutos están guardados en estuches de madera. Desde el exterior es escamoso y desde el interior de pelo largo, abierto en 4 valvas. Los frutos del haya, hayas, son ricos en nutrientes (grasa, almidones, etc.). tienen) y son apreciados por numerosos cerdos, jabalíes y otros animales silvestres. Florece en primavera y las hayas maduran a principios de otoño.
La madera del haya suele ser blanca o marrón claro, dura, pesada y de textura fina uniforme, muy utilizada en la alisería. Por otra parte, se utiliza en la fabricación de herramientas (pala, cucharas, etc.) y en la fabricación de barricas, siendo apreciada la madera para el fuego y/o para la fabricación de carbón.
En el País Vasco se conserva una especie típica de la estación montañesa, con importantes masas que se observan en los montes que atraviesan de este a oeste. Pero la verdad es que su superficie potencial ha sufrido un gran descenso. En la época neolítica se redujeron por medio del pastoreo y desde entonces la madera, el carbón y la plantación de especies foráneas también lo hicieron. Es evidente la necesidad de tomar medidas concretas para la conservación y mejora de estos maravillosos bosques. Asimismo, criterios de uso adecuados.
Nuestros hayedos, en general, se pueden clasificar en dos grupos: acidófilos (acidificantes) y eutrofos. Sin embargo, como el número de precipitaciones es muy elevado en nuestra zona, el suelo ha sufrido un continuo cambio, predominando los hayedos acidófilos.
El hayedo acidófilo aparece en la mayoría de los suelos, salvo en los de caliza simple. Aunque las zonas calcáreas están muy extendidas, el número de lluvias y la hojarasca han condicionado la oligotrofia del suelo, imponiendo la acidificofilia. Por supuesto, cuando su suelo es arenoso sólo aparece hayedo acidófilo. En la vertiente atlántica, el hayedo predomina sobre todo a partir de los 500-600 metros, aunque en altitudes bajas, como en las laderas húmedas, es frecuente su aparición. Junto al hayedo se encuentra también el robledal o la miel.
En el hayedo acidófilo aparecen distintas plantas, entre las que destacan el acebo (Ilex aquifolium), el arándano (Vaccinium myrtillus), el helecho de peine (Belchum spicant), el amarga forestal (Oxallis acetosella)...En los rasos forestales también pueden observarse especies diversas como el Crismón Común.
En su día este tipo de hayedos abarcaba una de las zonas más grandes de nuestro territorio, sufriendo un fuerte descenso por las razones anteriormente citadas. Sin embargo, todavía existen bosques de interés en Gipuzkoa, Álava y sobre todo Navarra. La situación en Bizkaia es mucho peor. En los lugares que se citan a continuación existen bosques muy importantes: Sierra de Aralar, Lizarrusti, Aizkorri, Gorbeia, Etxegarate, Urbasa, Leitza, Mendaur, Belate e Irati.
El hayedo eutrofo se sitúa sobre todo en laderas calcáreas. Cuando la caliza aparece en el suelo de forma destacada, predomina este rico hayedo. Hay que tener en cuenta que el hayedo eutrofo es mucho más claro que el acidófilo, ya que el número de especies que aparecen en él es mayor y más rico.
Las especies típicas de estos bosques serían el tejo (Taxus baceata), el ajo de oso (Allium ursinum), la hierba hepática (Hepatica nobilis), la hierba nerviosa serpiente (Arun italicum), el Scilla lilio-hyacinthus, el espadaña lechal persistente (Mercurialis perennápsano), la heleméride, Helemérides.
La ubicación de este tipo de hayas, como ya se ha mencionado, suele ser especialmente de sierras calcáreas: Aralar, Aizkorri, Altzania, Hernio, Izarraitz, Anboto, Auritz, Irati e Isaba.
El hayedo, visto desde arriba, adopta la forma de una alfombra uniforme, dejando muy poco claro el paso con hojas. Por ello, en el corazón de estos hayedos el número de especies vegetales es relativamente pequeño, sólo algunas que se encuentran bien adaptadas a estas condiciones
Sin embargo, algunas plantas, antes de que salgan las hojas, adaptan su ciclo biológico aprovechando la luminosidad.
En invierno, sin hojas, en la soledad de la selva predomina la tristeza. En primavera, cuando salen los brotes, la alegría se extiende por todas partes. En verano, el mosaico del bosque se encuentra totalmente completo, agradeciendo el agradable frescor del interior del bosque. En otoño es el paraíso de las pinturas, los románticos.
En el hayedo, las plantas epífitas buscan su lugar en los troncos y ramas de estos árboles, con abundancia de musgos, líquenes y helechos. Por otra parte, los hongos y las setas son especies típicas del bosque en épocas adecuadas.
Si la estructura del hayedo condicionaba el número de especies vegetales, podríamos decir que ocurre lo mismo con la fauna. Dado que la producción del haya es muy variable y el número de animales tiende a perseguir este alimento, la abundancia de estas especies se encuentra muy condicionada. Por otra parte, la explotación a bajo precio del bosque no beneficia al desarrollo de la fauna y, además, la tendencia a retirar los viejos troncos excavados del bosque hace que la fauna no se ajuste bien. El abandono puntual de estos troncos en los bosques sería muy importante, ya que muchos animales lo utilizan como emplazamiento.
En la comunidad animal podemos citar sobre todo a los anfibios, aves y mamíferos. Como es sabido, los anfibios necesitan humedad, manteniendo la piel siempre mojada. En general, el hayedo ofrece humedad, por lo que algunos anfibios han encontrado en estos bosques un lugar apropiado para vivir. Podemos encontrar el arrabio (Salamandra salamandra), el tritón pálido (Triturus helveticus), el tritón alpino (Triturus alpestris), el txantxiku común (Alyobstetrictes), el sapo común (Bufo bufo) y la rana roja (Rana temporaria).
Los reptiles también colonizan estos hayedos, siendo la especie más representativa de este grupo la culebra vitalicia (Zootoea vivipara). No obstante, en el hayedo se observan especies destacables como la lagartija mural (Podareis muralis), el lagarto verde (Lacerta viridis), el cirauna (Anguis fragilis), la víbora aspis (Vipera aspis) y la víbora de Seoane (Vipera seoanei).
Aunque no son muchas las especies de aves (máx. 50 aves/10 ha) aparece un número interesante de especies como la becada (Scopolax rusticola), el halcón común (Buteo buteo buteo), el trocito común (Caprimulgus europaeus), el petirrojo (Erithacus rubecula), el acarino (Turdus viscivorus), el parlanco Vaca, paiño, pauquino.
En el hayedo también aparecen mamíferos de pequeño tamaño: satitsu arcilloso (Sorex araneus), satitsu txikia (Sorex minutus), topillo rojo (Clethrionomys glareolus) y lirón gris (Glis glis). A pesar de la escasez de mamíferos de gran tamaño, en grandes bosques bien conservados, el jabalí (Sus sorofa) es una especie típica, aunque ocasionalmente aparecen también el gato montés (Felix silvestris), el zorro (Vulpes vulpes vulpes) y la liebre (Lepus capensis). También destaca el ciervo (Cervus elaphus). Antiguamente estaba bien extendida en el País Vasco, y fue a desaparecer con la caza. En la actualidad se están haciendo esfuerzos, en la medida de lo posible, para volver a la situación anterior. Los resultados obtenidos hasta el momento han sido optimistas, especialmente en los hayedos de Irati y Gorbeia.
Si bien el valor estético-paisajístico del hayedo es elevado, es de destacar su actitud defensiva en los diferentes ciclos naturales. Produce humus rico mediante un control exhaustivo de las aguas de escorrentía, protege el suelo contra la erosión y compensa la masa de agua filtrada por las capas inferiores mediante la transpiración de una gran cantidad de precipitaciones. En muchas ocasiones, estos bosques se utilizan también como parques de atracciones, destacando sus posibilidades didácticas.
En el hayedo no se trata de una mera suma de árboles, sino que la estructura que lo compone es una consecuencia de las continuas relaciones entre todos sus elementos. En estos ecosistemas, por tanto, podemos analizar muchas de las relaciones que se dan en la naturaleza. Además, al ser un elemento típico de nuestro pueblo, tanto desde el punto de vista paisajístico como de costumbre y uso, debería aparecer en los currículos de nuestros cursos escolares, en los que deberíamos impulsar la experimentación. No debemos olvidar que el alumnado de Educación Primaria ha empezado a aprender su entorno y sus raíces socio-culturales.
No sería suficiente con enseñarlo de una manera o método teórico en nuestras escuelas, ya que, al igual que en otros ecosistemas, la citada experimentación es muy enriquecedora. De esta manera se fortalecerían éticamente los valores que el alumnado puede desarrollar con respecto al bosque, es decir, se fomentaría el respeto al bosque, la mejora del bosque y su correcta utilización de acuerdo con la ley de la naturaleza.
La consideración del hayedo como unidad didáctica generaría una actitud positiva hacia el medio, tanto para el estudio de los diferentes ecosistemas existentes en nuestro territorio como para la plena acogida de nuestro planeta. Por ello, nuestras instituciones públicas deberían utilizar los siguientes criterios a la hora de celebrar el Zuhaitz Eguna, ya que las acciones puntuales son de poco valor.
No obstante, a modo de ejemplo, la consideración del hayedo como unidad didáctica puede tener los siguientes objetivos:
Objetivo general
Conocer nuestro entorno, en nuestro caso el hayedo.
Objetivos específicos
Los profesionales no tendrán dificultades para escribir objetivos más o menos concretos, ni para crear diferentes acciones dentro del hayedo. Desde estas líneas, nos gustaría destacar el gran peso que tiene la educación para conocer, transmitir y, en definitiva, amar nuestra cultura y riqueza ecológica, y que los educadores y educadoras debemos mostrar nuestra actitud de atención e impulso para que podamos llevar a cabo todos estos objetivos.
SOÑÉ BART... PAGADIAN!
Tras cruzar el pueblo, he seguido el camino al monte. Al llegar a este viejo caserío, un ruidoso perro informa a la población de la llegada, aunque nadie le ha hecho caso.
Cerca de allí el camino se divide en dos y me he tomado la más salvaje. Siento las piedras móviles bajo los pies. El río no estará lejos. No lo sé, pero puedo oír el soplo del agua. Los pies nos elevan. La armoniosa música de las hojas se va mezclando con el latido de mi corazón, sumergiéndome en un torbellino imparable. ¿Viento sur, viento loco? El viento caliente sopla con fuerza en esta pendiente. A medida que el camino se va estrechando, los pasos se van suavizando, resaltando la dulzura del tapiz rojo como un caricia de amor.
He visto las primeras hayas alrededor de unos castaños solitarios. El sendero apenas parece un sendero. Me gustaría ver los pies del primer hombre que pasó aquí, ser su olfato, disfrutar de su oído, de lo que sintió al oír el canto interrumpido de ambas txontas. El hayedo se hace cada vez más estrecho, cada vez más profundo. No oigo la vieja canción del agua. Apenas veo el sol. Sus rayos se reflejan en las hojas de las hayas y, salvo en algunos pequeños rincones, su luminosidad se ilumina con tristeza como sabor amoroso.
Mirando hacia arriba, no sé más que una hoja, en la que se intercalan partes de cielo estrellado. Alguna ave temerosa que equilibre el silencio. Mariposas que sobresalen de las rendijas invisibles. Alguna seta a los pies del tronco. Patrón del bosque cantando. Sin viento. He llegado hasta el corazón del paraíso de los naturalistas.
Enamorados escondidos, tesoros de plata de las reflexiones, cuna de los sueños. Te ve en el centro del hayedo. Entre todos tus recuerdos, tus ojos claros, tu irrifarra, tus manos suaves. Testigo de tu amor, un sueño. Al igual que se levanta el haya, te has metido muy grande en mi corazón. Sensaciones silenciosas, encandiladas en el mareo amoroso, emoción de la fereca. ¡Hayedo!
Oskorri tímido es el preludio de la llegada de la luna.
En la furia de la alegría, ¡me ha cogido el sueño!
Amets, amets, amets, ...
HayedoBosque de robledales y maridosPastos de montaOlvidos21,411,7
8,311,621,5