El río Oria, que se ha cantado y alabado repetidas veces, casi contaminado por su entorno creativo, desemboca en un desnivel tras 66 kilómetros de recorrido. Las últimas riquezas que aún conserva en su último trazado, con el mar como inseparable, han tenido que llorar ante la indiferencia de sus enemigos más violentos.
Desde este bonito rincón de la costa queremos ver las cosas de otra manera. Queremos que los llantos de este hermoso río se oculten con alegría, presentando a vosotros las últimas curiosidades ecológicas que tiene. Vamos a ver si entre todos conocemos, conservamos y resucitamos estas maravillosas zonas húmedas, como la ribera, la marisma.
Como sabemos, en este punto próximo a desembocar en el último cauce del río, gracias al característico binomio agua salada/agua dulce, aparece el estuario. El río comienza a bailar a lo largo de estos territorios, creando amplios meandros para alcanzar la velocidad. En este recorrido la velocidad del agua suele ser baja, y cuando el sol golpea con fuerza la temperatura del agua va en aumento.
La influencia de las mareas hace que, en la disputa diaria, las orillas del río Oria salgan de la desembocadura hasta unos kilómetros. Esta afección condicionará la presencia de diferentes plantas y animales especializados, agrupando las comunidades vegetales en zonas en función de su salinidad, con la aparición de riberas y marismas.
Pero sigamos describiendo otras características generales de este estuario. La tasa de oxígeno disuelto varía mucho dependiendo de la temperatura del agua de la desembocadura y del fitoplancton.
El sistema estuarino cuenta con procesos geomorfológicos específicos, fruto de la relación entre los procesos de transporte generados por las fluctuaciones fluviales y marinas. Cuando estos efectos se producen de forma simultánea, se produce gran cantidad de sedimentos, siendo los más importantes los compuestos de arcilla y materia orgánica. Podemos decir que los tramos de su último recorrido, a la izquierda y a la derecha, son de nueva formación de sedimentos, los del Cuaternario, que en la mayoría de los casos presentan un alto grado de antropización.
Sin embargo, al igual que en todos los estuarios del País Vasco, la ocupación humana es muy evidente. El dragado de los canales locales y, cómo no, los rellenos y canalizaciones realizados con diferentes objetivos han condicionado totalmente el estuario del río Oria. Además, este estuario, al igual que otros muchos, se convirtió en puerto natural, asentando a su alrededor una abundante población y creando en nuestro caso el pueblo de Orio.
La ampliación de este municipio y la necesidad de crear espacios para la agricultura y la ganadería, provocó el secado de grandes porciones del estuario, al tiempo que se perdieron sus valores ecológicos naturales.
Después de mencionar, al menos en parte, qué es el estuario y cuáles son sus singularidades más importantes, vamos a mencionar los rincones más interesantes del estuario del río Oria y las circunstancias que les rodean. Para ello, miraremos el mapa adjunto y trataremos de presentar fotografías y comentarios respecto a cada una de las zonas representativas.
A unos 6 kilómetros de la desembocadura, el río Oria forma bonitos meandros para acelerar su velocidad. Se han escondido los guardas de piedra de las orillas del río. Sobre estas nuevas tierras la influencia humana se ha adaptado al entorno y la panorámica que se ofrece es única. Bastaría con dejarlo como es, eliminando las costumbres ingenuas de destruir los ecosistemas y los rincones bonitos. La Administración, siguiendo las leyes y reglamentos marcados por ella, debería dar apoyo legal a este río para que siempre se conserven las curiosidades que existen en estos últimos kilómetros.
Por otro lado, es hora de resolver el lamentable estado de los ríos. Materializando la necesidad y el planeamiento alabado, este río recupera lo que se le había quitado como el resto. Sin embargo, debido sobre todo a la influencia del mar, en este recorrido se produce una gran deformación, tal y como demuestran los diferentes estudios realizados. Por ejemplo, el INSUBE estudió la fauna demersal en el citado paseo. Para ello, realizó un trabajo muy interesante, clasificando los últimos 6 kilómetros en zona interior, media y exterior.
A modo de ejemplo, en el estudio realizado, la cantidad de fauna supreventiva (crustáceos, misescriteos, isopodos, crimáceos, anfípodos) ha sido de 10 mil metros cuadrados, una densidad muy destacable. Será muy interesante realizar estudios comparativos tras la recuperación del estado ecológico del río.
Siguiendo el curso del río Oria, en la zona central encontramos marismas, alisedas y riberas. Ya en estos sistemas, las marismas costeras del País Vasco se encuentran en una situación muy preocupante. Podemos afirmar que los que se encuentran en este paseo son los únicos y los mejores en conservación. Por su extensión y configuración, destaca el Motondo.
En la citada marisma puede comprobarse perfectamente la evolución natural de la vegetación: plantas de zonas fangosas (aster, juncos, ...), y arbustos subhalófitos (Baccharis), cuando predomina el caudal de agua dulce aparece el carrizal, donde la aliseda marca el inicio del bosque.
En las marismas hay muy poca vegetación (halófila y suhalófila) en el País Vasco, debido a la escasez de estos asentamientos en los que se ubica. Adaptados únicamente a estos lugares, el estuario del río Oria sigue siendo ideal para esta vegetación, potenciando sin duda el valor ecológico de esta zona.
Teniendo en cuenta los estudios realizados sobre la vegetación (realizados por la Sociedad de Ciencias Aranzadi, por encargo del Gobierno y publicados) toda esta zona debería tener un tratamiento especial. Además, se puede afirmar que estudios más profundos podrían enriquecer el valor botánico de este ecosistema. De entre las especies expuestas hasta el momento, algunas son muy raras, incidiendo más en su importancia.
Dentro de esta vegetación halófita (también de características nitrófilas), en general en este último tramo y teniendo en cuenta todas las zonas, cabe destacar: Triglochin maritima, Ruppia maritima, Puccinellia fasciculata, Aster tripolium subsp. tripolium, Inula crithmoides, Halimione portulacoides, Spergularia maritima, Spartina alterniflora, Scirpus maritimus subsp. maritimus, Scirpus pungens, Juncus maritimus y Cochlearia pyrenaica subsp. aestuario.
Además, en torno a esta comunidad halófita existen otras comunidades (subhalófitos, hidrolifos, nitrófilos, helófitos, ...).
Dentro de estas comunidades cabe destacar: Althaea officinalis, Tamarix africana, Alnus glutinosa, Phragnites austrlis, Typha latifolia, Typha angustifolia, Baccharis halimifolia, Apium graveolens, Galim palustre, Galium elongatum, Samolus valustums, Strellum, Stratum, Substrumellum, Strellum. italicum, Bidens tripartita, Alisma plantago-aquatica, Potamogeton pusillus, Iris pseudacorus, Polipogon monspeliensis, Equisetum ramosissimun, Equisetum fluviatile, Lepidium ruderale, Melilotus altissp, Pupruprecatis. pratensis, Eleocharis palustris, Carex otrubae, Carex punctata, Carex extensa, Dactylorhiza maculata, ...
Si el lector desea concretar más la situación actual, véase el Mapa de la Vegetación de la Comunidad Autónoma del País Vasco editado por el Gobierno: Página 64–I.
Aunque hemos mencionado especialmente la vegetación, no debemos olvidar a otros grupos de seres vivos. El del ave tiene su lugar y es muy importante. En pocas observaciones realizadas se han observado aves de gran interés. Se pueden citar: garza real (invernante), garceta pequeña (invernante en los últimos años), uroiloa, uroilanda, kurlintak, kulisak, txirris, txirritxos, gaviota variada (gaviota argéntea, gaviota moqueta, txistulari), cormoranes, pescadores, avellanas, patos, etc. Sin embargo, investigaciones más profundas llevarían a conclusiones más ricas.
El número de aviones nunca será grande, pero la diversidad sí. Y es lógico, ya que muchas aves realizan sus migraciones por la costa vasca. Desgraciadamente, no hay tantas zonas húmedas como dedos de una mano.
Como conclusión, podemos asegurar que este último cauce del río Oria es un lugar idóneo para que diferentes aves puedan realizar sus visitas. Asimismo, el primer paso sería impedir la caza de nidificantes para algunos.
Hay otros seres vivos. Son difícilmente observables por su abundancia en la zona mencionada. Cabe destacar que el número de reptiles y anfibios es relativamente elevado y la densidad de algunas especies es muy importante (como la Rana temporaria o la rana silvestre roja). Dentro de estos grupos podemos mencionar la rana roja, la rana común, el sapo común, el tritón palado, el txantxiku común, el lagarto verde, la víbora, la serpiente alomada, la lagartija mural, ... Parece que el río Oria separa las especies de la zona templada y húmeda, adoptando estas últimas la tipología de la zona izquierda. Si nos dirigimos a la derecha del cauce, hay otras especies, como el tritón marmolaire, y no muy lejos del cauce la ranita arbórea común y la ranita meridional (especies típicas de la zona mediterránea).
Sin embargo, la situación de todas estas especies está sufriendo en algunos casos un retraso importante, especialmente especies de gran tamaño (lagarto verde, víbora, …). Hay que tener en cuenta que estas zonas son relativamente pequeñas y los rellenos que se realizan son bastante pequeños.
En esta zona, acercándose a la desembocadura, destaca el número de habitantes del río, aunque la biomasa y las densidades de los seres vivos tienden a descender. Una vez más nos aparece el diez verde, destacando también los pleuronectiformes como la platija.
Esta singular marisma sería un buen indicador de los múltiples sistemas que aparecen a la izquierda y a la derecha en este río, así como de los ecosistemas propios de la época. Esta maravillosa marisma alberga muchas de las especies vegetales mencionadas anteriormente y es un lugar idóneo para disfrutar de la maravillosa canción y vuelo del martín pescador. Aunque su estado es bastante bueno, convendría mejorar la vegetación de la margen izquierda (aliseda) y su estado general. Estos rincones son necesarios dentro de la globalidad del río Oria y deberíamos mimarlos.
Esta zona no debería incidir en la recuperación de condiciones ecológicas aceptables, que desde el punto de vista paisajístico consideramos imprescindibles para la globalidad del río.
Hemos querido destacar esta pequeña marisma. Por un lado, porque se encuentra muy vivo desde el punto de vista de su configuración y dinámica de conservación, y por otro, como límite natural entre el río y la carretera. En nombre del progreso, debemos señalar que los movimientos y máquinas que alteran estos entornos se convertirán en meros recuerdos históricos.
Problemática de las siguientes zonas:
A la vista de las siguientes fotografías, creemos que el lector no va a recibir ninguna sorpresa, ya que en la mayoría de las zonas de nuestra costa aparecen así. Desgraciadamente, nuestros ojos ya no se sorprenden con espectáculos similares.
Sin embargo, pediríamos una pequeña reflexión. A día de hoy nos resultaría muy difícil tragarlo, sobre todo porque todas estas zonas se ensalzan como zonas de gran interés y protección, y teniendo en cuenta que en nuestro País la situación de estas zonas es preocupante, no falta razón para que la conservación y recuperación se lleven a cabo lo antes posible. Pero de momento, dejemos el tema porque en adelante trataremos más en profundidad.
ORIA, RÍO LLORANDO
Quizá en aquel atardecer me enamoraste.
Cogí el coche por un desamorio y salí sin dirección. Seguía la carretera de San Sebastián a una velocidad imparable, sin miedo a que me besaran los chismistas de los demás coches. Mientras el sol de la tarde estaba arriba, el sudor que emitían los cristales se mezclaba con lágrimas propias de mi corazón herido. Para ver poco.
Pasé el puente ralentizando la velocidad. Los rayos del sol reflejados en ti me cegaron. De repente se convirtió en un espectáculo para mis ojos. La tormenta interna comenzó a amortiguarse y el acelerador se relajó mientras miraba a usted. Aunque el semáforo rojo me volvió al mundo, una pasión desconocida me conquistó las facultades. Me resultaba difícil alejarme de ti, acercar el peligro. De repente, pisé el freno y entré en un sendero desconocido. Cuando bajaba del coche, estaba en duda de si había tomado una decisión errónea. Lo que viví después me dijo que tenía ocurrencias equivocadas.
Me hipnotizaron las canciones torpes de una barca y las imágenes que formaban las ondas de oro rompiendo tu uniformidad. Navegaba tranquilamente en aguas bajas, barcos anticuados. Sin embargo, te movías con ganas entre campos y huertas. Aves traviesas besando tus mejillas brillantes. Buceadores ruidosos, la balada de tu desesperación. Un bosque oculto, intentando paralizarte de vez en cuando y tú, al agua corriente, te movías con la sed de la frescura, libre, salvaje, pero girabas cariñosamente el cuerpo a pie, acariciándote alrededor de dulces.
Miré mucho tu aspecto elegante, tu esbelta marcha, tu salto seco. El sol estaba tomando el camino de acostarse y a medida que el borde de las nubes se iba transformando, sus aguas transparentes empezaron a enrojecer. Ofrecías calor para el corazón frío. Aunque esperaba la risa de tu sonrisa, miró con tristeza la imaginación fantasmagórica que nos viene del otro lado del mundo. Las lágrimas desesperadas de tu estómago despidieron el raso.Al salir a la mar, me llené de él cuando sentí que tu deseo silencioso y tu llanto se convertían en peines. Aunque me ponía con la calma que transportaba tras los gritos desesperados, me convertí en un ser celoso. Jeloskor, la noche en la que el mar Cantábrico te basaba en su ladera, me nombró como esclavo del alma solitaria. Oria, Oria, te dormiste mientras cantaba la melodía de tu nombre, sumergiéndote en tus sueños ocultos.
Con un nuevo sentimiento en el corazón, cogí el coche y salí en busca de un amor perdido, porque en aquel atardecer me demostró que la vida tiene esperanza.
C. Martiarena