Ciervo: un animal de gran aprecio

Los zoólogos, teniendo en cuenta la distribución geográfica de los animales, han dividido el mundo en varias zonas zoogográficas. Los límites de estas zonas son accidentes geográficos, limitando en algunos casos el flujo génico. Según esto, el ciervo común también habita de forma natural en el continente eurosiberiano y en el Norte de África.

Basándose en el criterio de distribución geográfica de los animales, los zoólogos dividen el mundo en cinco regiones zoogográficas. A la hora de fijar las zonas y límites de estas regiones, no se tienen en cuenta las delimitaciones de las naciones, sino las que caracterizan a los principales accidentes geográficos (desiertos, océanos, cordilleras). En algunos casos, estas limitaciones naturales se convierten en causa de interrupciones genéticas.

Por lo tanto, como se ha mencionado anteriormente, el mundo aparece dividido en cinco regiones zoogográficas: la región holártica, la región oriental, la región neotropical, la región etíope y la región australiana.

La región más grande es la holártica. Esta región abarca toda Europa, Norteamérica, el norte de África y gran parte de Asia. En la región de Etiopía se incluiría la parte de África al sur del Sahara. En la región australiana se encuentra la propia Australia y sus islas. La región neotropical se extendería desde Centroamérica a Sudamérica. Y por último, la región oriental estaría formada por los territorios situados al sur del Himalaya.

El protagonista de este artículo reside en la región holártica. Esta gran región se puede dividir en dos subregiones, la paleártica y la neártica. El Paleártico comprende Europa, gran parte de Asia y el norte de África. En la subregión neártica sólo América del Norte.

En la zona paleártica y neártica se distinguen varios biomas de norte a sur. Tanto en el paleártico como en el neártico aparece la tundra en el norte. En el propio Paleártico, pero más al sur, la taiga (bosque de coníferas); más al sur aún el bosque de frondosas. La siguiente zona se divide en dos partes: por un lado, en la zona circummediterránea se extiende la maleza y el bosque mediterráneo y al sur el desierto; y por otro, en parte de Asia y Europa Rusa predomina la estepa. Y al sur de la estepa aparece el desierto de forma progresiva.

En la región neártica las principales cadenas montañosas norteamericanas aparecen alineadas paralelas a la costa. Como consecuencia, los bosques de coníferas se extienden hacia el sur. Los bosques de caducifolios ocupan la zona oriental del continente. Entre ambos se intercalan el campo de América. Y al sur, el desierto.

Ciervo ( Cervus elaphus )

El ciervo habita en la zona paleártica. Le gusta más de un bioma de supervivencia: bosque mediterráneo, bosque de caducifolios, bosque de coníferas, zonas de alta montaña,…

La capacidad de vivir en más de un bioma hace que sea un "gradiente" en tamaño. Los ejemplares más grandes se pueden ver en el norte, limitando los más pequeños al sur. Así, los de Siberia son de 350 kg y los ejemplares más pequeños, de unos 100 kg de peso, viven en el Berlín. A este respecto, esta especie cuenta con varias subespecies. El más habitual en Euskal Herria es el bolibari Cervus elaphus. Tras definir un poco el lugar de vida del ciervo, sería conveniente hacer referencias etológicas.

Este animal, que vive en grupo, se reúne de dos maneras a sus compañeros. Por un lado, hay grupos de hembras. En estos grupos las madres cuidan de sus hijos. Por otro lado, se forman grupos de machos. Las hembras están formadas por varias familias. Y cada familia, con dos o tres hijos. En periodos sin problemas cada familia se mueve por su cuenta. A medida que la situación se agrava, los grupos también se van reuniendo para buscar apoyo mutuo. En estos grupos se marca claramente la jerarquía, superando a una hembra adulta.

Durante el verano los ciervos, machos y hembras, suben a altas altitudes para recorrer el camino inverso en invierno. A finales de verano llega el celo. A esta época se le llama también tiempo de agujas o rayas. Los machos penetran en las zonas de las hembras arrimando hacia ellas. El macho mayor tratará de captar el mayor número de hembras posible. Este macho lanzará enormes agujas para fijar los límites de su zona e indicarle que es su jefe. Los jóvenes machos caminan alrededor para conquistar y expulsar al macho mayor. Como consecuencia, se producen grandes enfrentamientos entre el que quiere defender el territorio y el que viene a conquistar (estas luchas sirven para indicar quién es el más fuerte, nunca se derrama sangre).

Aunque el celo es de un mes, el macho mayor no durará más de una semana como principal del territorio. La defensa del territorio supone un enorme gasto energético para el macho principal y en pocos días otro macho expulsará de aquel territorio. Las crías nacen ocho meses después y crecen al abrigo de la madre durante el primer año. Al finalizar el celo, los machos y las hembras seguirán la misma tendencia, separando y separando cada grupo.

A los ciervos les caen grandes ramas viejas en invierno y comienzan a salir nuevas. Las ramas tienen la misma constitución de los huesos, ya que están formadas en gran medida por fósforo y calcio. Como consecuencia, los ciervos deben comer alimentos que aporten estos productos. Las hembras se alimentan como los machos, lo que favorece el crecimiento sano de la cría en el vientre materno.

La hormona sexual denominada testosterona tiene una importancia fundamental en el proceso de renovación de la ramificación. Si abrasáramos un ciervo macho, éste no renovaría las ramas. Por otra parte, la inyección de esta hormona podría restaurar las ramas. La ramificación desempeña un papel destacado entre los ciervos. Muestra la categoría del animal (tanto frente a las hembras como frente a otras), explicando con claridad su fuerza. Pero también tiene otra función, se convierte en una eficaz arma defensiva contra los depredadores.

La ciervo es herbívora y aprovecha su largo extremo para llegar a las hojas de los árboles. Según los datos conocidos (fósiles), este ungulado apareció sobre la tierra hace unos dos millones de años. Sobre el plesitoceno superior (120.000 a.C.) el ser humano caza desde entonces. Hoy en día es un animal preciado. Sin embargo, las funciones de la caza antigua y actual no tienen nada que ver. Antaño era una fuente importante de alimentación y era uno de los principales ingredientes de la dieta humana. En la actualidad, sin embargo, se caza como trofeo (para colgar la medida de la ramificación en la pared). En el mundo de la caza se paga mucho por una ramificación de ciervos. Sin embargo, para alimentarse ha perdido totalmente su función.

Este animal no es muy amigo del agricultor, ya que entra en su hacienda y tierras causando daños. Sin embargo, este animal es imprescindible en nuestros montes por su función ecológica. Para ello, se deben impulsar las gestiones adecuadas para controlar los daños que se producen en las zonas rurales y evitar la caza incontrolada. Una solución para controlar la población de ciervos puede ser la expansión/proliferación de predadores naturales, como el lobo. Y por otro lado, el apoyo de la Administración a los baserritarras. A ver si es posible volver a ver a este animal en su estado salvaje en nuestras montañas.

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