Congresos internacionales de matemáticos

Duoandikoetxea Zuazo, Javier

EHUko matematika irakaslea

Casi cuatro mil matemáticos se reunieron el pasado mes de agosto en la ciudad japonesa de Kioto para participar en el Congreso Internacional de Matemáticos que se celebró durante diez días. XIX. Nacidas en la última década del siglo XX, al igual que los nuevos Juegos Olímpicos, pronto cumplirán su primer centenario. Al igual que estos, se celebran de cuatro a cuatro años (pero no del mismo año) y sólo han sufrido interrupciones durante la guerra.

Antes de la Primera Guerra

Hace unos cien años, como el famoso quinto centenario que viene, se prepararon en algunos lugares las celebraciones del cuarto. Entre otras cosas, en 1893 se celebró en Chicago la Exposición Universal y como acción complementaria se organizó un Congreso de Matemáticos. Además de tres o cuatro europeos invitados, sólo participaron algunos americanos desconocidos. La charla introductoria fue impartida por el alemán Félix Klein bajo el título “El estado actual de las matemáticas”.

En esa reunión de Chicago sembró la semilla o, cuatro años después, en 1897 se celebró en Zürich el primer “Congreso Internacional de Matemáticos”. Se prolongaron tres días, contó con más de doscientos participantes y cuatro ponentes principales: Poincaré (aunque no fue por enfermedad, otro leyó su discurso), Hurwitz, Peano y Klein. El suizo Ferdinand Rudio, que ejerció de secretario del Congreso, habló sobre sus funciones y organización y los congresistas mostraron su intención de mantenerlo en el futuro, en un plazo de tres a cinco años.

Sólo pasaron tres años de la primera a la segunda, ya que se celebró en París en 1900. Ese mismo año de finales de siglo los matemáticos se reunieron junto a una Exposición Universal. Siete días en esta ocasión, en un congreso más largo que el anterior. Henri Poincaré (sin duda uno de los más prestigiosos matemáticos de la época) fue presidente y Moritz Cantor (no George, creador de la teoría de conjuntos), junto a Gösta Mittag-Leffler y Vito Volterra, uno de los cuatro ponentes principales. Pero la conferencia que ha recordado el futuro no era una de ellas, sino la que ofreció David Hilbert.

Bajo el título común “Problemas matemáticos”, Hilbert hizo referencia a los problemas que, a su juicio, marcarían el futuro, ya que no se veía una solución a los problemas que se le presentaban con el instrumental matemático de entonces. Eran veintitrés y XX. A pesar de que en el siglo XX se ha logrado la resolución de algunos, otros siguen esperando. Pero, sin duda, los resueltos y resueltos han traído consigo nuevas teorías y métodos y un importante desarrollo. La conferencia de Hilbert aparece como la quinta conferencia general, cuando se publicaron las actas del congreso.

Posteriormente, el plazo entre congresos se estableció en cuatro años, plazo que se mantuvo inicialmente: Los tres próximos congresos se celebraron en Heidelberg en 1904, Roma en 1908 y Cambridge en 1912. La participación también iba en aumento. A Cambridge acudieron cerca de seiscientas personas. Fue nombrado Estocolmo para la sede del sexto congreso correspondiente al año 1916, pero al estallar la primera Guerra Mundial dos años antes quedó pendiente.

Periodo de entreguerras

Emmy Noether.

El próximo congreso tuvo que celebrarse en 1920 para recuperar la frecuencia de cuatro años después de la guerra. Se organizó en la ciudad francesa de Strasburg. Pero el congreso no fue totalmente abierto, ya que no se permitió la participación de los matemáticos de los estados perdidos en la guerra. Hay que tener en cuenta que los mejores centros de matemáticas de entonces estaban en Francia y Alemania y que todos los que estaban en esta última quedaron fuera. Cabe destacar también el simbolismo de la sede del congreso: Tras pasar de una mano a otra en los enfrentamientos entre Alemania y Francia, el tratado de Versalles de 1919 lo dejó para los franceses. La reducción de la participación no fue del agrado de todos y otros matemáticos decidieron no asistir. Estos, además, rechazaron este congreso por la continuidad de los demás y después los congresos no llevan ningún número de orden.

El año 1924 se dedicó a la ciudad de Nueva York, pero la organización cedió y finalmente se celebró en Toronto. No tuvo una especial especificidad matemática, pero no pudo dejar de mencionar a J.C. Fue presidente de Fields, ya que más tarde nos saldrá su influencia.

Cuatro años después, la siguiente ocurrió en la ciudad italiana de Bolonia. Pasaron ya diez años desde el final de la guerra y se quitaron las objeciones de los congresos anteriores, invitando a los alemanes. La separación se produjo entonces entre los partidarios de acudir unos (encabezados por Hilbert) y otros (denominados Bieberbach). Al final Hilbert se fue con sesenta más. Años después, cuando la situación se fue deteriorando en Alemania, Bieberbach estaba a favor de los nazis y Hilbert y los de su escuela sufrieron angustias.

La de 1932, al igual que la inicial, se celebró en Zürich. A los organizadores zürichtarras les tocó el momento de la crisis económica, pero a pesar de ello se reunieron cerca de setecientos participantes. Por primera vez una mujer apareció entre los ponentes principales: Emmy Noether, alemán. En el congreso se decidió premiar a dos matemáticos por el trabajo realizado en cada congreso. Este fue J.C. El último deseo de Fields, dejando para ello los beneficios económicos del congreso de Toronto y algunos de sus bienes. Fields murió en 1931 y los premios se conocen con su nombre: “Medallas Fields”.

El congreso de 1936 se celebró en Oslo. La participación disminuyó en el mundo debido a la grave situación política existente (especialmente en Alemania e Italia). Siguiendo la decisión tomada en Zürich, se ofrecieron las primeras medallas Fields, Lars Ahlfors y J. Premio Douglas. Nacido en Ahlfors Helsinki, trabajaba en la Universidad de Harvard y el norteamericano Douglas, en el Massachussets Institute of Technology. Ambos son famosos centros ubicados en la vecina ciudad de Cambridge de Boston.

Cuatro años después el mundo volvía a estar en guerra y la sucesión de congresos sufrió una segunda suspensión, sin organizar lo que había que hacer en Estados Unidos en 1940.

Después de la Segunda Guerra

Hilbert.

La Segunda Guerra Mundial supuso un largo parón: catorce años pasaron del congreso de Oslo al siguiente. Estuvo en Cambridge en 1950, pero no en Inglaterra como en 1912, sino en Estados Unidos que hemos mencionado un poco antes. La situación política del mundo afectó de nuevo a la organización del congreso: en tiempos de la guerra fría se desplazaron a Estados Unidos de todos los lugares que no podían ser, y la objeción no era sólo para los del Estado del Este de Europa, sino que también se negó o se concedió a otros bajo condiciones. Por ejemplo, el francés Laurent Schwartz, que obtuvo la “Medalla Fields”, obtuvo un visado de una semana, pero le prohibieron viajar en Estados Unidos. Sin embargo, fueron 1700 los participantes.

Otra consecuencia importante de la guerra fue la emigración de muchos matemáticos de distinto origen a Estados Unidos. Esto es muy evidente si nos fijamos en la lista de ponentes principales del congreso: más de la mitad trabajaban en las Universidades de Estados Unidos, pero, salvo alguna, no todos eran americanos de nacimiento. El daño se notó en Europa.

En 1954 en Amsterdam había cuatro soviéticos y un polaco entre los ponentes principales. Cabe destacar la conferencia de Von Neumann titulada “Problemas sin resolver” (en el espíritu de lo que hizo Hilbert a principios de siglo, pero al parecer menos general). Al morir poco después, no preparó un escrito para publicarlo y no se ha quedado el texto de la conferencia.

Los congresos celebrados en 1958 en Edimburgo y 1962 en Stokholm no merecen mención especial. Sí de 1966, ya que se hizo en Moscú. Los que quedaron sin ir en esta ocasión fueron unos “otros”, digamos. Como en la Unión Soviética hay muchos matemáticos, la participación fue muy alta: unos cuatro mil, procedentes de 49 estados.

Debido a que había más dinero para los premios “Fields”, los premios de cada congreso subió a cuatro. Entre los galardonados en Moscú se encontraba el americano Stephen Smalle, conocido miembro de los actos contra la guerra de Vietnam, que demostró una vieja conversión de Poincaré en dimensiones superiores a cinco (en tres dimensiones aún está por demostrar). En las escaleras de la Universidad de Moscú ofreció una rueda de prensa criticando a Estados Unidos por la guerra de Vietnam y denunciando la falta de libertad de expresión de la Unión Soviética. Este hecho le causó problemas cuando volvió a América.

Niza, Vancouver (Canadá) y Helsinki fueron las sedes de los próximos congresos y lo que se iba a celebrar en el año 1982 correspondió a Vartsovia. Pero en Polonia hubo disturbios políticos y ese año estaban sometidos a la ley marcial. La Unión Internacional de Matemáticos decidió posponer un año el congreso y se celebró en 1983, aunque en todos los símbolos se mantuvo el número 1982.

A lo largo de todo el año anterior surgió un debate entre los matemáticos (sobre todo en los americanos): algunos consideraban que si tomaban parte ayudaban al gobierno polaco; otros, por el contrario, podían ser más directos con la asistencia. Muchos de los partidarios de la primera postura quedaron sin participar y de Estados Unidos, por ejemplo, sólo un centenar. Las conferencias del Congreso se dedicaron muchas veces a uno de los matemáticos polacos presentes en la cárcel, aunque la mayoría ya estaban en la calle.

En 1986 se celebró en California Berkeley el último congreso que se celebró hasta la fecha.

ICM- 90 Kioto

Kioto, capital de Japón, acogió el último congreso de matemáticos del 21 al 29 de agosto. Más de la mitad de los cuatro mil participantes eran japoneses, seguidos de los de Estados Unidos (más de trescientos), mientras que los soviéticos y franceses pasaban por cien. En total fue una representación de 83 estados. Es un dato que pone de manifiesto la universalidad de los congresos. Para aprovechar la presencia de tantos matemáticos extranjeros que viajaban al congreso internacional, en semanas anteriores y posteriores se organizaron una veintena de congresos en diferentes lugares de Japón, en los que se analizaron temas especializados.

La organización interna del Congreso se ha mantenido igual en los últimos veinte años. Por un lado, contamos con las charlas generales. Son de una hora de duración, por la mañana, y están dirigidas a todos los participantes, es decir, no hay más que dar una conferencia general. El año pasado fueron quince en total y el primero fue emitido por Karen Uhlenbeck, convirtiéndose así en la segunda mujer invitada como ponente principal (como se ha mencionado anteriormente fue Emmy Noether en el congreso de 1932).

Por la tarde, conferencias de tres cuartos de hora de duración, en las que también participan invitados, divididos en dieciocho especialidades y que se imparten en seis sesiones simultáneas. Alrededor de ciento cincuenta de ellos estuvieron presentes en Kioto. Por último, comunicaciones cortas de 10 minutos, simultáneas a las anteriores. Estos eran (junto con otros actos complementarios) los que aparecían en el programa oficial, pero en el mismo se organizaron seminarios informales y mesas redondas para su difusión a través del boletín diario.

Todas las charlas generales se impartieron en inglés. Es interesante observar la evolución de las lenguas utilizadas en la historia de los congresos. Las conferencias se han impartido en cinco idiomas: francés, inglés, ruso, alemán e italiano. Estos dos últimos desaparecieron primero y después el ruso y el francés. Ahora no sólo las ponencias principales, sino también la mayoría de las demás se impartieron en inglés (algunas fueron en francés, si no me equivoco).

No ha habido nada matemático relevante en el congreso. Cuando la especialización es cada vez mayor, es muy difícil seguir el hilo en discursos fuera del tema. Pero las principales conferencias y los trabajos premiados con la “Medalla Fields” nos demuestran que la Matemática más próspera se realiza uniendo las aportaciones de los diferentes ámbitos. Sin embargo, no parece que los resultados obtenidos en los últimos cuatro años hayan sido satisfactorios.

La Unión Internacional de Matemáticos ha vuelto a elegir a Zürich como sede del próximo congreso, por tercera vez (hasta el momento no se ha celebrado en ninguna otra parte). Este próximo congreso se celebrará en 1994 y habrá que considerarlo de alguna manera para el centenario de la primera, ya que fue en 1897 y no corresponde a su centenario.

Y cuando se acerca el final del siglo, alguien debería hacerlo (como hizo Hilbert en París en 1900) para el siglo que viene: Por qué vías partirán los nuevos problemas de las matemáticas (o antiguos), etc. Pero estos cien años no han pasado inútilmente y el volumen de las Matemáticas se ha ampliado hasta tal punto que para una sola persona no es posible abordar ese trabajo. De hacerlo, será un trabajo en equipo. También es una muestra de la tendencia de las Matemáticas y la Ciencia, ya que cada vez son menos los trabajos que se realizan de forma individual.

PREMIOS FIELDS

Alfred Nobel no dio lugar a Matemáticas entre los prestigiosos premios que llevan su nombre. Por eso J. C. Fields, presidente del congreso celebrado en Toronto en 1924, dejó en su testamento dinero para crear un premio entre los matemáticos. El premio debía otorgarse en congresos internacionales (no todos los años como el Premio Nobel) y en cada uno de ellos resultarían ganadores dos matemáticos, aunque posteriormente el número de premios aumentó a cuatro. La Unión Internacional de Matemáticos designa una comisión especial para decidir quiénes son los elegidos, siendo este año cuatro de los ocho ganadores.

Según la propuesta de Fields, “el reconocimiento al trabajo realizado y el impulso a lo que se iba a hacer”, se concluyó que era un premio dirigido a jóvenes. Por tanto, aunque no es una norma escrita, sólo se da a los matemáticos menores de cuarenta años.

Los premiados en 1990 han sido: 1) V.G. Drinfeld, nacido en Kharkov (Ucrania) en 1954 y que trabaja en el Instituto de Bajas Temperaturas de la Academia de Ciencias de Ucrania; 2) Vaughan F. R. Jones, nacido en Gisborne (Nueva Zelanda) en 1952 y que ahora trabaja en la Universidad de California en Berkeley (hizo su tesis en Suiza); 3) Shigefumi Mori, nacido en Printo en 1951 y profesor de la Universidad de Berkeley, 4) Edward Institute for Witt, que ha nacido en 1951 y es miembro del Adstance de Etchat. Witt es un físico teórico, uno de los principales representantes de la teoría de superórdenes, ahora tan de moda. Es muy hábil en la expresión matemática de las ideas de Física y ha obtenido nuevos resultados en Matemáticas a partir de esa idea. Cabe destacar, por otra parte, la relación entre obras de Drinfeld, Jones y Witten que aparentemente se encuentran en diferentes apartados de la Matemática, tal y como se puso de manifiesto cuando se hizo la mención de su trabajo en el congreso.

Con los de este año ya son veinte los matemáticos que han recibido la medalla Fields. En cuanto a su país de origen, trece son de diferentes estados, pero teniendo en cuenta el lugar donde tenían su puesto de trabajo cuando obtuvieron el premio, sólo nos quedan siete: Italia, Suecia y Japón, tres en la Unión Soviética, cuatro en Gran Bretaña, seis en Francia y dieciocho en Estados Unidos (nacidos en la misma Unión Soviética). Según la edad, sólo cuatro eran menores de 30 años, con edades comprendidas entre los diecisiete 35 y los 39. No hay mujeres ganadoras.

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