Ixodes
Sin embargo, en Europa XX. Las manifestaciones clínicas de esta enfermedad eran conocidas desde comienzos del siglo XX, muchos años antes de conocer sus causas. En 1909 el dermatólogo sueco Afzelius describe la lesión cutánea denominada “eritema migrans”. En 1922 Garin y Bujadoux describieron los problemas neurológicos asociados al eritema migrans. Posteriormente, entre los años 1941 y 44, el alemán Bannwarth vio más cambios neurológicos después de la lesión cutánea y la alcaparras. Las anomalías neurológicas aparecidas tras el atrevimiento de la alcaparra fueron cada vez más frecuentes y conocidas en los países del Centro y del Norte de Europa. De este modo, este tipo de problemas se convirtió en ordinario en países como Alemania, Suiza, Austria, Suecia, Finlandia o Francia. El descubrimiento del agente causal en los EEUU permitió demostrar que era el mismo que en Europa generaba estos problemas.
El eritema migrans en España fue descrito en 1977 de la mano de dos dermatólogos que trabajan actualmente en el País Vasco (los doctores Uruñuela y Díaz). Una vez conocido el agente causal, desde 1987, comenzaron a describir pacientes de esta enfermedad en diferentes lugares de nuestra geografía. El equipo de investigación del Dr. García-Moncó, actualmente en el Hospital de Galdakao, aisló a esta bacteria de la capilla tomada por primera vez en Cantabria.
El interés por esta enfermedad ha aumentado en los últimos años y hoy en día es la enfermedad más frecuente contaminada por las alcaparras. De hecho, en Euskal Herria se han diagnosticado varios casos clínicos.
La enfermedad de Lyme causa problemas en el sistema nervioso, corazón, piel y articulaciones. Todos los síntomas de esta enfermedad no aparecen en todos los pacientes. En los meses comprendidos entre mayo y septiembre la infección es más frecuente, sobre todo en el campo agrario y en los turnos de montaña. Por lo tanto, sumideros relacionados con la naturaleza (excursiones al monte, caza, etc.) y profesiones (ganadería, silvicultura, apicultura, etc.) son factores de riesgo de la enfermedad.
La infección, por su pequeño tamaño y por su ausencia de dolor, se inicia tras el atrevimiento de la garrapata que no se percibe. Días después puede aparecer una lesión cutánea (eritema migrans) característica de esta enfermedad y asociarla a síntomas generales como la gripe (fiebre, fatiga, dolor osteomuscular, etc.). ). El eritema es una lesión anillada rojiza que se va elevando y aclarando. Su tamaño oscila entre 2 y 50 cm. No es dolorosa y suele desaparecer, incluso sin tratamiento, en uno o dos meses.
Semanas o meses después pueden aparecer complicaciones cardiacas o nerviosas. Estos son los últimos en Europa del siglo XX. Las descritas desde principios del siglo XX. Puede aparecer meningitis linfocitaria, fiebre, dolor de cabeza, mejoría de la nuca y vómitos como principales síntomas. Cuando se realiza una punción lumbar para la extracción del líquido cefaraquídeo (que impregna la médula y el cerebro) se pueden observar células inflamatorias (linfocitos) unidas a un aumento de proteínas, todo ello como señal de una inflamación menínica. Esta meningitis puede ir asociada a parálisis facial y dolor en la extremidad debido a la inflamación de las raíces nerviosas de estas extremidades (radiculitis). Estas manifestaciones clínicas se denominan Síndrome de Garin-Bujadoux-Bannwarth en honor a sus descubridores.
Cuando ataca al corazón aparece un problema en la transmisión de la quinada nerviosa, el mismo que se conoce con el bloqueo auricular ventricular que requiere un marcapasos provisional.
Puede aparecer una inflamación articular (artritis), en algunos casos crónica, que ataca a grandes articulaciones (rodilla, tobillo) durante meses o años después de la valentía de la garrapata. Además, pueden tratarse de problemas neurológicos crónicos como la lesión de los nervios periféricos (polineuropatía) y la lesión cerebral (cambios de marcha y comportamiento, etc.). ).
El diagnóstico de esta enfermedad se basa en los antecedentes del eritema migrans y la valentía de la alcaparras asociada a la detección de anticuerpos en la sangre de los pacientes.
Para evitar tener que llegar a fases tardías con mayor dificultad de tratamiento es importante realizar un diagnóstico a la mayor brevedad posible y establecer un tratamiento adecuado. En las fases iniciales (eritema migrans) se utilizan antibióticos tipo amoxicilina o doxiciclina y en las fases tardías antibióticos (penicilina o ceftriaxona) vigilados.
Aparte de los casos diagnosticados en el ser humano, algunos animales en especies B. Se ha confirmado su presencia en la burguesía. Sin embargo, la infección de los animales por esta borrelia no implica necesariamente la aparición de la enfermedad. En los estudios sobre animales con enfermedad bien consolidada se han descrito síntomas similares a los de la enfermedad humana.
En los perros, por ejemplo, la anorexia, la fiebre, la atenuación, los dolores musculares y articulares, la cojera, el calor y la inflamación de las articulaciones, y en estadios posteriores aparecen la artritis, miocarditis, alteración renal y cambios de comportamiento. En los caballos, depresión de la mente, anorexia y adelgazamiento, fiebre, dolores e inflamación de las articulaciones y cojos. En las vacas, además de reducir en algunos casos el aborto y la producción lechera, se ha descrito la misma sintomatología. En las ovejas sólo se asocia a la artritis. Por el momento, en España sólo se han descrito los síntomas compatibles de la enfermedad de Lyme en los perros.
El resto de referencias publicadas proceden de Norteamérica y de otros países europeos. En SIMA, al analizar la sangre de algunas vacas dispuestas con anemia y fiebre agudas, el protozoo de la sangre ( Refugia spp. ) se detectó un caso. En estas especies, debido a que la sintomatología no es muy específica, el diagnóstico de esta enfermedad no es frecuente en el trabajo diario de los veterinarios.
Son artrópodos que se alimentan de la sangre de los huéspedes que parasitan las alcaparras. Se encuentran en las partes más altas de las plantas para atarlas a la piel y alimentarlas de su sangre. En un estudio realizado entre 1992 y 1993 sobre el tipo de hidalga que se encuentra en la vegetación de Euskal Herria, Ixodes ricinus, descubrió que la capa contaminante de la bacteria responsable de la enfermedad de Lyme en Europa era una de las especies más abundantes. La alcaparra está acondicionada en vegetación aserrada que mantiene una elevada humedad relativa, protegida contra los rayos directos del sol. Los mayores grupos de hidalgos se han encontrado tanto en zonas boscosas como abiertas, pero con una vegetación arbustiva (helechos, brezos y ote blanco) que genera un microclima adecuado para esta especie. Permanecen en vigor durante todo el año, pero sobre todo en los días soleados de los meses de primavera y verano y con los animales que han sido pastoreados.
Ixodes ricius, como otras especies presentes en el País Vasco, tiene tres fases de desarrollo: larva, ninfa y madurez. En estas fases deben absorber la sangre de un host. El caparrán adulto pone los huevos en las plantas y, cuando las condiciones atmosféricas son adecuadas, nacen larvas con tres pares de patas menores de 1 mm. Las larvas, por lo general, se alimentan durante tres o cuatro días de los más pequeños bosquetes y luego bajan al suelo, donde se convierten en ninfas emergidas. Éstas son ligeramente mayores (2 mm), tienen cuatro pares de patas y se alimentan generalmente de pequeños bosquetes, animales domésticos o humanos. Cuando están llenos se caen al suelo y se revelan como adultos (machos o hembras) y se vuelven a unir al animal grande y al hombre. Las garrapatas siguen alimentándose durante cinco o seis días y tras la fecundación de los machos caen en la vegetación y vuelven a poner los huevos.
La bacteria que produce la enfermedad de Lyme (Borrelia burgdorferi) se mantiene en todas las fases del desarrollo de las alcaparras. El depósito (en algunos pueblos se consideran depósitos los ciervos y los basasagus), es decir, la infección de las larvas se produce a menudo cuando se ingiere la sangre de un portador pasivo de la infección. La ninfa de Ixodes ricinus y los adultos pueden contagiar con mayor facilidad la enfermedad humana.
El Departamento de Sanidad del Gobierno Vasco, en colaboración con el Departamento de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III de Majadahonda (Madrid), está desarrollando en SIMA un proyecto para aprender la aparición de la borrelia en la población de capas del País Vasco. Las alcaparras se recogen de la vegetación y se procesan en el laboratorio mediante técnicas específicas para estudiar si tienen o no Borrelia burgdorferi. Para aislar esta bacteria se están utilizando alcaparras maceradas, talladas en el intervalo específico. Otra técnica que se está utilizando es la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), que detecta el ADN de la bacteria en la capilla portadora, y hemos podido comprobar que esta técnica es rápida, específica y más evidente. Entre 1995 y 1997 se han tomado muestras en once lugares, de los cuales Borrelia es una burguesía aislada o conocida en diez afirmando su presencia en las poblaciones de Ixodes en Euskal Herria. Teniendo en cuenta la extensión geográfica de las zonas de muestreo, se ha comprobado que la infección está bien extendida en toda la comunidad. Sin embargo, el porcentaje de alcaparras infectadas es, en general, pequeño, aunque bastante diferente en cada aspecto. Paralelamente, se están realizando estudios de patogenicidad con escorias aisladas y conocimiento de posibles genoespecies para determinar la variedad predominante en la Comunidad Autónoma del País Vasco. La investigación epidemiológica se complementa con una investigación serológica para conocer la seroprevalencia de la infección en la población.
A pesar de que hasta ahora se han diagnosticado varios casos en Euskal Herria, por tratarse de una enfermedad recién diagnosticada en Estados Unidos y Europa, parece que esta enfermedad no se tiene en cuenta a la hora de realizar un diagnóstico diferencial con otras enfermedades de sintomatología comparable. Además, el mayor inconveniente es que los pacientes rara vez asocian la valentía de la garrapata con síntomas que pueden aparecer semanas después.
En los que por sus profesiones o aficiones tienen que ver con la naturaleza, el riesgo del azar es mayor. De este modo, las familias que pasan el día en pastores, agricultores, silvicultores, recolectores de setas, montañeros y zonas de recreo de montaña tienen más riesgo de ser víctimas del atrevimiento de las alcaparras, por lo que hay que tener mucho cuidado.
Para evitar el atrevimiento es conveniente utilizar pantalones largos o calcetines altos, aunque las alcaparras pueden subir de la ropa y pegarse en la piel. Por eso, después de una excursión al monte, si el lugar en el que nos hemos movido tiene las características antes mencionadas, la medida más directa es el rastreo de la piel y el vestuario en busca de alcaparras. Según los estudios publicados, la capa debe estar asociada a la piel entre 24 y 48 horas para contagiar la enfermedad, por lo que la importancia de eliminarla lo antes posible. Cuanto más tiempo ha estado alimentando la garrapata, más riesgo hay de enfermar.
La mejor forma de retirar una garrapata es mantenerla lo lo más cerca posible de la piel con una pinza y atraerla de forma sostenible en la misma dirección, intentando sacarla completamente, sin dejar dentro su boca (hipostoma) que la introduce en la piel. Las costumbres populares de retirar las alcaparras, mojarlas con alcohol, aceite, gasolina u otra sustancia, o quemarlas con cigarrillo no son recomendables, ya que como respuesta, la alcaparra puede inyectar a su víctima el contenido intestinal en el que se encuentran las bacterias, facilitando la contaminación de la enfermedad.
Entre las medidas de control de la abundancia de alcaparras en el sector agrícola, la más sencilla y sencilla de llevar a cabo es la aplicación de tratamientos antiparasitarios a los animales domésticos. Por ejemplo, garrangas, champúes, polvos o soluciones tópicas para perros. A los animales ganaderos, en las épocas de mayor riesgo de infección, la dosis de baño insecticida, spray o producto se distribuye mediante el sistema “pour-on” que se aplica directamente en la columna. Con estos tratamientos se evita que los animales sean parasitados y, además, aumenta la dificultad de encontrar un host en la alimentación de las alcaparras, cortando el ciclo de la alcaparras.
Por otro lado, se puede luchar en zonas de riesgo utilizando insecticidas directamente en la vegetación. En el uso de un insecticida hay que tener en cuenta el efecto negativo que se puede producir sobre el medio, ya que no sólo actúa contra las alcaparras, sino sobre toda la fauna terrestre y, además, algunos de los productos que se venden son muy sostenibles en el entorno. Esta forma de luchar sólo se recomienda en aquellas zonas de riesgo en las que además de la infección existen grandes poblaciones de alcaparras Ixodes ricinus.
Otro camino eficaz es la modificación del hábitat de las alcaparras, es decir, la tala mecánica regular de la vegetación arbustiva en zonas problemáticas. Otras vías que se citan son la quema controlada o los tratamientos herbicidas, ya que al cambiar el microclima las alcaparras quedan al descubierto, tanto frente al frío invernal como bajo el sol de los meses cálidos.