Uno de los mayores problemas medioambientales de M undu y, especialmente, del País Vasco, es el elevado volumen de tierras contaminadas, consecuencia de la actividad industrial desorganizada de las últimas décadas. Los contaminantes del suelo pueden dividirse en dos grupos principales: orgánicos (lindane, hidrocarburos, etc.) y metales como plomo, cadmio o mercurio.
La contaminación por metales, en general, está relacionada con la actividad minera, la metalurgia, las instalaciones de incineración, etc. y se encuentran en vertederos incontrolados. Un claro ejemplo de este problema ha sido el ocurrido en Aznarcollar, cerca del parque nacional de Do–ana, pero los problemas existentes en Euskal Herria no son menores.
A diferencia de los contaminantes orgánicos, los metales pesados no pueden degradarse, por lo que las estrategias a desarrollar para su control son la inmovilización permanente o la exclusión selectiva y acumulación. Debido a las dificultades que plantea la degradación, las tecnologías de recuperación de estos suelos son escasas, poco eficientes, difíciles y costosas.
Recientemente se han empezado a utilizar otras alternativas, entre ellas la fitorremediación. Esta técnica se basa en la utilización de plantas para eliminar o reducir los metales u otros contaminantes. De esta forma, las plantas absorben los metales y al acumularlos desciende el suelo. A continuación se recoge la cosecha de las plantas y se procede a su depuración como residuo contaminante. Sin embargo, estas técnicas también presentan algunos problemas.
La mayoría de las plantas del mundo tienen sus raíces (95%) en simbiosis con microorganismos del suelo (micorrización con hongos o bacterias), favoreciendo su crecimiento extrespinal. En el caso de la micorrización, las plantas presentan ventajas como el aumento del recurso alimentario, la prevención de la sequía y los patógenos y la resistencia a altas concentraciones de metales pesados en el suelo. Por tanto, la presencia de estos microorganismos permite a las plantas adaptarse a las condiciones especiales del suelo, de lo contrario sería imposible sobrevivir.
Así, el equipo de Biología Vegetal y Ecología ha diseñado este proyecto con los siguientes objetivos principales:
1- Selección de microorganismos simbiontes (hongos, bacterias) susceptibles de contener metales pesados
2.- Obtención de plantas micorrizadas con microorganismos sostenibles
3- Replantación de suelos contaminados con plantas micorrizadas obtenidas
En la actualidad, tras la selección de microorganismos y la micorrización, se han seleccionado varias parcelas en algunos vertederos y se han colocado plantas micorrizadas. Los objetivos son evitar con el tiempo la erosión debida a las plantas y eliminar progresivamente los contaminantes del suelo a través de los movimientos de contaminantes. Como ya se ha dicho, estos objetivos se valorarán a medio plazo.