El escándalo que el caso de Maradona ha generado en todo el mundo nos permite, una vez más, tratar el uso y abuso que hacen millones de personas del consumo de cocaína y, desde nuestro punto de vista, las graves consecuencias médicas de este fenómeno.
Aunque inicialmente se presentaba la cocaína como una droga rica y famosa, en la actualidad es consumida por personas de todos los grupos socioeconómicos. Muchos consumidores de cocaína son ejecutivos, vendedores, hombres de negocios (y mujeres) o profesionales, pero esta droga está cada vez más extendida en los grupos socioeconómicos inferiores.
El consumo excesivo de cocaína durante la adolescencia está resultando bastante frecuente. Por ejemplo, el número de escolares (y no tan niños) que aceptaron que tomaban cocaína entre 1975 y 1983 casi se ha duplicado: del 9% al 17%. Y de ellas, un 3% reconocieron haber consumido cocaína todos los días el mes anterior a la encuesta. (Esta encuesta se realizó en Estados Unidos, Nueva York, por lo que estos datos no pueden extrapolarse directamente hasta nosotros, pero cabe suponer que la edad para empezar a consumir cocaína también ha disminuido considerablemente en Euskal Herria).
Es difícil como juego (?) predecir la personalidad o personalidad del consumidor, la forma de administración, la potencia de la droga, la facilidad de acceso y otros factores son potenciales. La exposición a la droga (es decir, el consumo esporádico) es el factor de riesgo primario.
Según las encuestas, de este gran grupo de experimentadores, al menos un 20-25% se convierten en consumidores regulares. Pero al fin y al cabo, al no existir predicciones sobre lo que se va a convertir en drogadicto, habría que considerar que cualquier persona que tome la droga está en peligro.
La cocaína produce numerosos efectos farmacológicos, muy diferentes. La droga se ha convertido en muy popular por la hiperestimulación que produce en el sistema nervioso central (euforia, inteligencia, confianza y sensación de poder). Los consumidores se sienten bien, muy hablantes, fuertes, eficaces y con gran autoconfianza. Sin embargo, estos cambios duran poco (10-30 minutos) y las dosis deben tomarse una y otra vez para mantener los efectos durante mucho tiempo. Estos efectos sobre el SNC se deben a los efectos violentos de la cocaína sobre neurotransmisores como la dopamina o la norepinefrina. La cocaína, por su parte, es un constructor forestal que eleva la tensión arterial y crea taquicardia. La cocaína también puede producir arritmias cardiacas y aumento del ritmo respiratorio.
El consumo crónico de la cocaína conlleva cambios físicos y psicológicos. Además de los efectos cardiovasculares inmediatos mencionados anteriormente, los estudios indican que han sufrido convulsiones en torno al 15% de los consumidores crónicos (relacionados con la cocaína). Los consumidores, a falta de su dosis habitual de cocaína, se irritan, ralentizan su valor y su estado anímico, se encuentran sin ánimo, tienen dificultades para conciliar el sueño y tienen un gran deseo de consumir drogas. Todos estos síntomas incómodos e incómodos alivian las cocaína por lo que normalmente se consume una y otra vez y es muy difícil romper esta cadena después de haber estado consumiendo crónicamente.
A pesar de que la abstinencia de cocaína sólo produce síntomas físicos leves (sobre todo en comparación con otras drogas y sustancias), quizás por influencias psicológicas, las primeras etapas de la fase de abstinencia junto a la necesidad de drogas dura son muy duras. El adicto habitual utiliza la droga para relacionarse con sus amigos, para comer, para mantener relaciones sexuales o incluso para dormir. Son frecuentes la pérdida de peso, el menor rendimiento en el trabajo y las dificultades de relación interpersonal.
Son muchas las técnicas de transmisión o llegada de la cocaína a la corriente sanguínea, bastante utilizadas. La rápida penetración (llegar a la sangre) y el nivel sérico alcanzado (nivel de cocaína en sangre) son importantes tanto en la subida como en la formación de la adicción.
Durante años la cocaína ha sido inhalada, esnifada, absorbiendo a través de la mucosa nasal. El nivel sérico que se consigue con este método es relativamente bajo, ya que el efecto vasoconstrictor de la droga limita la absorción. La inhalación puede perforar el tabique nasal en los consumidores crónicos (debido a la necrosis isquémica que puede causar una vasoconstricción prolongada y prolongada).
Por vía intravenosa la cocaína consigue rápidamente su efecto y los niveles de cocaína que se pueden conseguir en sangre son muy altos. La administración BB de cocaína puede dar lugar a cualquiera de las complicaciones habituales de los usuarios de drogas por esta vía (endocarditis, abscesos, septicemia, hepatitis, SIDA, etc.)
La quema de pasta de cocaína en los últimos años ha permitido a los consumidores inhalar altas concentraciones de alcaloides y absorber rápidamente la circulación sanguínea en los pulmones. De este modo, el efecto de la cocaína es más severo que el de la snifada, prácticamente igual al de la inyección BB. No obstante, para poder consumirlo de esta manera es necesaria una especial parafernalia para extraer, calentar y evaporar la cocaína antes de inhalarla.
Crack
se ha lanzado por nombre la última novedad en este mundo de las drogas (quizás ya se ha publicado alguna otra). Elhuyar. En el número 35 de la Ciencia y la Técnica se analizó ampliamente este tema. Por lo tanto, el lector interesado puede dirigirse a él.
Crack
es la base de cocaína, lista para quemar, introducida en pequeños envases. Aunque en principio se consideraba que la cocaína era pura, todavía no se han eliminado todos los adulterantes y eso conlleva riesgos. El crack se puede quemar cuando está y los efectos son rápidos, pero de corta duración (5-10 minutos). A continuación se produce el descenso, con irritabilidad, agitación y necesidad de cocaína, y para evitarlo la mayoría de los consumidores recurrirán a la dosis de droga. Fumar una y otra vez puede producir síntomas depresivos y paranoicos; impulsos y conductas imprevisibles y en algunos casos suicidio.
El tratamiento de la adicción a la cocaína se puede realizar en el ambulatorio o con el enfermo hospitalizado. Como la cocaína (a diferencia del alcohol o la heroína) no produce adicción física grave, la interrupción brusca del consumo no tiene consecuencias graves desde el punto de vista médico. Por ello, en el caso de la cocaína no existe un régimen de desintoxicación gradual y bien establecido. No obstante, es necesario que antes de iniciar cualquier tipo de tratamiento se realice una evaluación médica y psiquiátrica exhaustiva del paciente.
Aunque los objetivos del tratamiento deben ser específicos y individualizados con los métodos a utilizar, independientemente del lugar en el que se realice el tratamiento, existen unas normas o principios generales de gran importancia para obtener resultados satisfactorios:
El tratamiento, sin embargo, es un proceso a largo plazo tanto para pacientes ingresados como para pacientes del ambulatorio.
A medida que en el mercado se pueden adquirir formas de cocaína cada vez más potentes, el número de personas retenidas ha ido creciendo. Todos (sobre todo personal sanitario) debemos estar atentos a la posibilidad de adicción a la cocaína, sin tener que fijarnos demasiado en el grupo socio-económico o en la edad del paciente. La población ha tenido más posibilidades de tomar conciencia del problema o de su importancia en los últimos tiempos, debido a la muerte y otros casos como el triste caso de Maradona, de personalidades que se han asociado al consumo de cocaína.
Sin embargo, muchos otros casos pasan desapercibidos a pesar de estar más cerca de nosotros. La adicción a la cocaína puede ser tratada con la ayuda de programas especializados y personal especializado de familiares, médicos y salud. El primer paso es detectar el problema, ayudando al paciente a salir de este estado negativista inicial.
La cocaína es una sustancia extraída de las hojas vegetales Erythroxylon coca, una planta típica de las regiones montañosas orientales de los Andes y Sudamérica (Perú y Bolivia). Sus habitantes han masticado estas hojas durante cientos de años, especialmente en las regiones más altas, para mejorar su resistencia. Más recientemente, los efectos de la hoja de coca han aumentado con la obtención de cocaína purificada de estas hojas (el porcentaje en peso de cocaína en las hojas vegetales oscila entre el 0,5 y el 1,7%). Esta forma purificada de la hoja de coca es la base de cualquier otra forma administrativa. Químicamente se clasifica como ecgonina de benzoil-metil; C17,H21NO4. Con estructura química se asemeja a otros anestésicos locales contemporáneos, es decir, a la procaína y a la lidocaína. Cocaína pura, XIX. A finales del siglo XX se aisló por primera vez en Europa y en 1880 von Anrepsol estudió sus efectos farmacológicos. Descubrió que la droga tenía un efecto anestésico local muy fuerte. En 1884 Sigmund Freud dirigió un estudio exhaustivo sobre los efectos fisiológicos de la cocaína, incluyendo su posibilidad de elevar el estado anímico hasta la euforia. Estas indicaciones de Freud fueron transferidas por Karl Koller al área de oftalmología, utilizando eficazmente como droga anestésica local. Su uso se extendió rápidamente a odontología y cirugía. Pero el paso de ahí a agosto era muy pequeño, y en cuanto se puso a disposición la droga, el consumo aumentó por su efecto estimulante. Durante años se pensó que la cocaína no creaba adicción. Lo que se cree es que después se ha demostrado. En los últimos 10-15 años el consumo de cocaína ha crecido de forma espectacular, aumentando año tras año el número de personas que han probado esta droga (en la actualidad alrededor de 20-25 millones de EEUU). Entre cinco y seis millones son los consumidores regulares de cocaína y cerca de dos millones de los adictos grabados a esta droga. Y estas cifras, a pesar de ser terroríficas, son anteriores a la moda del crack. |