En este sentido, sobre todo en el último siglo y debido a la industrialización, los cambios que se han producido en el entorno han sido tan importantes que los procesos patológicos que sufre el ser humano en la actualidad han cambiado drásticamente, tanto en cuanto a la naturaleza de la patología como en cuanto a la frecuencia e intensidad de los mismos.
A través de un ejemplo se entiende mejor lo dicho. Es evidente que las infecciones han disminuido mientras suben las enfermedades psicosomáticas, o que algunas enfermedades profesionales han desaparecido y aparecen otras nuevas. Si nos fijamos en estas nuevas enfermedades relacionadas con el trabajo, existen otras que se van incrementando día a día en todas las tareas administrativas, algunas provocadas por factores ambientales (como el aire acondicionado), posturales (como consecuencia del paso de muchas horas sentado) o microtraumatismos que van afectando de forma silenciosa pero continua una carga corporal, llegando en algunos casos a producir una alteración significativa. El síndrome del túnel carpiano es una enfermedad de este último grupo.
Pero antes de hablar de esta enfermedad, cogeremos nuestra mano (ya que los síntomas aparecen ahí) y analicemos como una máquina de precisión casi perfecta, es decir, como una máquina que funciona con precisión a la intensidad de la fuerza que puede ejercer en cualquier acción para controlar los movimientos. Para cualquier movimiento, la mano utiliza los músculos agonistas y antagonistas, por ejemplo, mientras unos músculos permiten cerrar el puño, otros abren la mano; unos músculos hacen que la mano se suprima (la palma esté boca arriba) y otros provocan que pronación (la palma se ponga hacia abajo).
La mayor parte de los músculos que mueven la mano son como las poleas y las palancas; la carne o el músculo, es decir, la fibra muscular estriada genera fuerza y los tendones transmiten esta energía hasta el punto de unión de los huesos para producir movimiento. Los movimientos de precisión, las acciones que requieren delicadeza, se producen en los músculos de la mano y los dedos, mientras que los movimientos de fuerza se producen en los músculos plegadores y extensores de los dedos que tienen los insertos originales en el antebrazo.
Al igual que cualquier máquina, este sistema de locomoción o movimiento requiere un servicio de mantenimiento, en este caso, el líquido sinovial de las articulaciones lubrifica adecuadamente la máquina y los residuos son eliminados por la corriente de sangre y el metabolismo. Pero por encima de todo esto, hay un sistema nervioso periférico, por un lado para recibir órdenes (es decir, sensaciones) y por otro para realizar acciones motoras apropiadas (movimientos). Si se alteran las funciones del nervio se estropea todo el sistema y de ahí puede derivarse anestesia, parálisis y atrofia.
Volvamos a mano. La carpa es una zona situada entre la falange o los dedos y la muñeca, formada por ocho huesos: escafoide, semillar, piramidal, pisiforme, trapecio, trapezoide, hueso grande y hueso clave, así como un arco flexible capaz de mantener la tensión debida a los tendones de los músculos y canalizar adecuadamente estas cargas (ver figura 1). En la parte delantera (cóncava) del carpo se forma una especie de paso o túnel, con los huesos debajo y a los lados y el ligamento transversal del carpo en la parte superior de un techo totalmente resistente. A través de este estrecho y rígido paso pasan nueve tendones plegadores, el nervio mediano y la cápsula sinovial (cajón de cartilago que protege a los tendones y lleva líquido sinovial).
Cuando en este túnel o pasarela el nervio mediano queda aplastado, aparecen una serie de síntomas y signos. Esta situación morbosa se denomina síndrome del túnel carpiano. Los principales síntomas de este síndrome son las parestesias, alteraciones del sentimiento: sensación de hormigueo aparentemente injustificado, que se extiende desde el pulgar hasta la mitad del dedo agudo o una especie de retorsión en la misma zona, que son más fuertes y más frecuentes entre las mujeres y la mano más activa. Estas sensaciones pueden extenderse tanto al antebrazo como al brazo, hasta el punto de agitarlo o forzarlo para despertar el brazo.
En algunos casos pueden aparecer trastornos de la piel junto con la parestesia, pero son más frecuentes los déficits motores, a menudo dolorosos, ciertos movimientos de los dedos, sobre todo los movimientos de pinza con el pulgar y el dedo índice, hasta su pérdida.
Todos los síntomas empeoran con el palpado y la percusión de la muñeca, así como si la muñeca se expande a 90º hacia el dorso, lo que se denomina hiperextensión. Pruebas especiales de laboratorio, como la electromiografía, demuestran claramente que la conducción del nervio mediano es muy lenta.
El proceso avanza lentamente y por ello, al principio la persona no presta demasiada atención a la hormiguita o al dolor hasta que la mano queda inutilizada por la acción del dolor. Puede ser algo de temporada corta, pero también puede durar años o toda la vida, como ha ocurrido con algunos violines o pianistas.
¿Y alguien puede pensar si este síndrome tiene tanta importancia como para merecer un artículo? ¿Por qué se le presta tanta atención? Porque lo que en su día era cosa de poca gente (músicos famosos por un lado, amas de casa y determinados limpiadores por otro) hoy en día, desde que se ha impuesto el uso del ordenador, se ha extendido mucho entre la gente que trabaja en la oficina.
¿Cómo prevenir el síndrome del túnel carpiano? Antes de nada, es necesario tener una postura adecuada, sentados en una silla que nos permita formar un ángulo de 90º entre el tronco y los muslos, si es posible mantener los brazos apoyados y paralelos al suelo y al teclado. Hay que prestar especial atención a las posturas inadecuadas que pueden adoptar los brazos y las manos durante horas de mecanografiado y/o escritura.
Es recomendable parar el trabajo durante unos minutos y relajar las manos, a ser posible mantenerlas calientes y cómodas, sin relojes ni pulseras que aprieten las muñecas. Dentro de las medidas secundarias, descartar los excesos salinos, que suponen la retención del agua, no fumar, que puede llegar a bajar hasta el 60% de la circulación sanguínea, realizar ejercicios para reforzar la circulación y el sistema linfático y, aunque sea de forma ocasional, tomar en consideración la conveniencia de realizar estiramientos corporales. Por otra parte, una dieta sana, equilibrada y armónica mantiene estable el metabolismo del agua, lo que provoca que el líquido sinovial se encuentre a su medida en la cápsula sinobial de las articulaciones, al tiempo que disminuye la grasa corporal.
Por último, si se requiere tratamiento médico, se utilizan analgésicos y anti-inflamatorios, en algunos casos junto con la baja laboral temporal. Los masajes, la acupuntura y la electropuntura también pueden ser alternativas para prevenir esta enfermedad cada vez más frecuente.