El punto de partida del ascensor que hoy conocemos es la rueda, la polea, cuyo origen puede ser del siglo octavo a. C. Entre los restos de la antigua mesopotamia se encontraron ruedas de madera que cumplían la función de polea, que no se utilizaban para subir y bajar de una planta a otra, sino para sacar agua de los pozos.
A. C. En Grecia del año 400 se sabe que conocían y usaban poleas y cuerdas. En cuanto a su uso, nos parece necesario hablar de dos. Y es que las ruedas no sólo se utilizaban para sacar agua o mover cargas, sino que también tenían un papel en los teatros. El papel de la polea era, en absoluto, extraño, bajar al escenario al actor: servía para representar a los dioses que bajaban del cielo a la Tierra para resolver todos los problemas de la Tierra.
También en el Imperio Romano dominaban el funcionamiento de la polea. El escritor Vitrubio ofrece en sus escritos unas magníficas explicaciones sobre el uso de las poleas y cómo se utilizaban en aquella época a través de la fuerza animal, humana y acuática.
Como hemos visto, el hombre se ha valido de las poleas desde tiempos inmemoriales para responder a sus necesidades, pero el ascensor que estamos estudiando no alcanzó grandes extensiones hasta el recambio. El retraso se debe a que los dispositivos de subida de personas no tenían ningún destino, es decir, los edificios no tenían la altura necesaria. Sin embargo, esto no significa que no haya habido ningún tipo de ascensor.
El ascensor se ha utilizado principalmente para el traslado de cargas y en la actualidad, además de para las personas, también se utiliza con frecuencia en la industria naval. A medida que aumentó la altura media de los edificios, se detectó una mayor necesidad de poner en marcha los ascensores de altura y bajada. Pero no nos engañemos: se mira también a la parte económica y hasta ver la rentabilidad nadie se atrevió a apostar por los ascensores.
En la actualidad entendemos el ascensor como servicio público, tanto en edificios públicos como en viviendas. El primer ascensor que transportó viajeros fue privado. Se puso en marcha en 1743 en el palacio de Versalles para su uso por Luis XV, lo que permitió al rey francés moverse de una planta a otra con total intimidad.
Por otro lado, para conocer el ascensor que se ha movido por la acción del vapor. Hubo que esperar hasta principios del siglo XX. Pronto aparecieron las poleas hidráulicas. Paso a paso, el ascensor se hizo cada vez más complejo.
XIX. Hasta mediados del siglo XV, salvo Luis XV, nadie utilizó ascensores. Todavía no eran fiables y el riesgo de que se produjera un siniestro aumentó la desconfianza de la gente. En 1853, la americana Elisha Graves Otis realizó reformas para mejorar las medidas de seguridad. Cuatro años después, en los grandes almacenes de Broadway se puso en marcha el nuevo invento: el ascensor subió en un minuto cinco plantas llenas de gente. El motor eléctrico apareció en 1889.
Se realizaron numerosas pruebas y se sufrieron más de un susto. Pero XX. A principios del siglo XX se habían superado los problemas de seguridad, velocidad y peso. El siguiente paso era para los viajeros, es decir, para la comodidad. Cabe destacar en este sentido la ventaja que supuso la instalación de un sistema automático de cierre y apertura de puertas de cabina. Para evitar sorpresas, además de controlar la velocidad de cierre de las puertas, se empezaron a utilizar sensores eléctricos (como hoy en día) para que se abriera inmediatamente si algo dificultara la puerta.
Sobre el uso del uso, los altos edificios conocieron otro avance, un avance vertiginoso para los ascensores. XX. Poco a poco, desde comienzos del siglo XX, los agentes del ascensor empezaron a quedarse sin trabajo; muchos hospitales, edificios públicos y viviendas empezaron a instalar ascensores con un sistema que guardaba en una memoria electrónica las órdenes dadas por el viajero (botones comprimidos). Sin duda, este sistema que se impuso a partir de 1915 fue muy importante. Desde que se consiguió que los ascensores fueran confortables y con terrazas de uso, se introdujeron en construcciones de mayor altura, por lo que el número de usuarios aumentó notablemente. Mantener las órdenes guardadas en la memoria facilita dar las respuestas en un orden. A medida que entra en el ascensor, el pasajero pulsa el número de la planta a la que desea acceder. Ordena automáticamente las órdenes que tiene guardadas el ascensor y así las ejecuta.
Sin duda, hemos sabido sacar un buen partido y el ascensor se ha convertido en algo imprescindible para muchos de nosotros. Pero, ¿en qué consiste el funcionamiento de esta invención?
En la parte superior del orificio por el que se desplaza el ascensor, la rueda o polea atada a un soporte es un elemento indispensable. La cuerda o cable que abraza la llanta transmite fuerza al ascensor. Por un extremo del cable cuelga la cabina y por otro el contrapeso. Al tirar por el lado del contrapeso, la cabina comienza a subir y, si no se da al freno de parada, subirá hasta tocar el tope. Tanto en subida como en bajada la distancia recorrida por la cabina es la misma que en el cable que se recibe por la parte tirada.
La función del contrapeso colgado del otro extremo del cable es equilibrar la cabina y el peso de los pasajeros. Tanto la cabina como el contrapeso, tanto arriba como abajo y cada uno por su camino, se desplazan verticalmente. Las vigas verticales de acero, ambas a ambos lados, evitan movimientos bruscos. Cada vez que se detiene la cabina y con el fin de evitar una colisión demasiado fuerte, el ascensor dispone de amortiguadores en su parte inferior, que en la actualidad se realizan lentamente pero que antiguamente eran bastante violentos. Y en la actualidad, por supuesto, se mueve con electricidad la polea que mueve el ascensor y el contrapeso. El motor eléctrico se sitúa justo junto a la polea.
Cabina, contrapeso, polea, cable... son elementos fundamentales. Sin embargo, existe un elemento que completa el funcionamiento completo del ascensor y que hoy en día es imprescindible: el mecanismo de seguridad. El ascensor puede circular sin esta cajita situada debajo de la cabina, pero ¿seríamos los pasajeros tranquilos sin medidas de seguridad? La obligación de la caja de seguridad anteriormente mencionada es simplemente controlar la velocidad de la cabina.
En caso de moverse con velocidad programada previamente, la caja de seguridad no se activará. En el momento en que la velocidad aumenta, sin embargo, la caja recibe la orden de cortar la fuerza que mueve el ascensor, para reducir la velocidad o parar la cabina. Si no se redujera la velocidad del ascensor, se activarían los frenos de seguridad y por tanto frenarían la cabina.
Como se ha explicado, los ascensores están diseñados para subir y bajar personas. Pero además de esta función, tienen otra. En los últimos tiempos han proliferado los ascensores ubicados en el exterior de los edificios y torres. Tienen una función estética y los viajes se organizan para entretener a los viajeros. Los cuatro muros del ascensor son transparentes y desde allí se puede disfrutar del paisaje urbano. Con esta intención, en 1889 se instaló el ascensor de acceso al extremo de la torre Eiffel.