A pesar de que el País Vasco es pequeño en tamaño, y debido a su situación geográfica, se observan multitud de ambientes o hábitats diferentes, a los que se asocia una gran riqueza vegetal y faunística.
Es cierto que la presión humana, sobre todo en el último siglo, ha sido enorme, con lo que numerosas especies han desaparecido o están en grave peligro de extinción, y otras han sufrido un retroceso importante, tanto en cantidad como en extensión.
Entre ellas se encuentran las aves rapaces carroñeras, que durante miles de años han estado limpiando nuestros montes y campos de cultivo con residuos, y que han sufrido un enorme retroceso en los últimos cien años, debido principalmente a la caída de la ganadería y a las "medidas sanitarias" de esta nueva sociedad. Tres son las especies que actualmente habitan y reproducen en nuestros montes: Saiarrea ( Gyps fulvus ), Saizuria ( Neophron percnopterus ) y Quebrantahuesos ( Gypaetus barbatus ).
El saarre o buitre es el más abundante en Euskal Herria. Excelente ave que mide desde la ladera hasta la ladera 250-280 cm, con hembras más grandes, como en el resto de rapaces. Al ser un hábil volador, aprovecha las corrientes de viento para recorrer largas distancias con el mínimo esfuerzo y explorar sus territorios de forma repetida. Penetrando en las corrientes térmicas generadas por el calor del sol, sube desde el bucle hasta perderlo para luego bajarlo planeando. Gracias a sus ojos afilados, puede ver animales muertos desde muy lejos, y al encontrar uno se concentran grupos increíbles a su alrededor, siendo común ver sus luchas.
Contra lo que se ha creído a nivel local, el buitre es un animal muy asustado y huidizo, que nunca se acerca a la masacre sin la certeza de que nunca hay peligro, y por supuesto, nunca se atrevería a acercarse a un animal vivo. Todas las informaciones que dicen lo contrario son una mera mitología.
El celo de los buitres comienza hacia diciembre, cuando se forman parejas y comienzan a buscar el lugar idóneo para anidar. Los nidos se realizarán en rocas y cañones, y si el espacio es el adecuado, se forman amplias colonias, que son permanentes. El chitaje de un solo huevo que se instalará en Enero o Febrero tiene una duración de dos meses y se distribuye entre el macho y la hembra. El Chito tarda tres meses en perder el plumaje blanco inicial y conseguir las plumas pardas de los adultos, y en este plazo los padres deben hacer un gran trabajo para completar su alimentación. Para ello, tanto machos como hembras, combina los trozos semi-liseritos de carne que ha comido en las parras, siendo devorados de nuevo inmediatamente por el joven.
A veces hemos visto gestos de lucha entre los chitos y los padres, como hemos visto en un nido de Navarra por coger algún trozo de carne que la joven no quería donar. A partir del tercer mes, el chito pasa mucho tiempo solo en el nido y sus padres sólo le traen comida una o dos veces por semana. Para el cuarto mes, el chito pesa más de 6 kg y está listo para volar.
El saizuria es el segundo de los matorrales mencionados. Atendiendo a su etología, este elegante depredador blanco y negro es realmente curioso. Este ave que inverna en África ha alcanzado una fama especial por su habilidad para romper la roca y comerse su contenido. Por otra parte, los saizuris forman parejas estables, que regresan cada año de África al mismo lugar, y si no se ha deteriorado, cada año anidan en el mismo lugar. También es destacable el comportamiento sexual de estas aves. No se limita a Aralar, ya que lo practican todo el año. Estos llamativos comportamientos hacen que se conozca también el seudónimo de “alimoche”.
Es más atrevido que el saizuri (que no tiene tantos problemas alimenticios como éste) y es capaz de comerse cualquier porcino además de las matanzas. En los vertederos es frecuente encontrar residuos, al mismo tiempo que en las deyecciones de los animales se ha visto a menudo picoteo, según Novel, aunque probablemente se cree que se trata de buscar la gran cantidad de escáridos Copris lunaris que habitan en ellos. Decir que es una ave asquerosa es caer en un bajo antropocentrismo, pero lo realmente insostenible es el olor a las matanzas que tiene en el nido, sobre todo en un ambiente cálido de verano.
Este carroñero, de unos 150 cm de voladizo, llega a su lugar de chaqueteo a principios de Marzo, donde destacan sus llamativas aletas blanco-negras, cuerpos blancos, zonas rocosas desnudas y de hocico, tanto en vuelo como en reposo. Nidifica en rocas, aprovechando cuevas o grietas inaprensibles para los depredadores. Los materiales de este trabajo pueden ser muy diferentes, y en un nido de Navarra se han encontrado restos de telas y antiguas "compresas", probablemente procedentes de algún vertedero.
Aunque normalmente ponen dos huevos, saldrá un solo chito adelante, que deberá pasar dos meses y medio en el nido. Tiene entonces su pluma completa. Las plumas son oscuras, casi negras, y hasta llegar a la madurez sexual (5-6 años) no conseguirán la coloración blanco-negro de los padres.
El quebrantahuesos es el último y más llamativo depredador de Euskal Herria. Este gran ave de aspecto demoníaco, con un voladizo de 230-280 cm, ha reunido a su alrededor numerosos mitos e historios. Una de sus razas, además de su aspecto terrorífico, puede ser su alimentación especial. El principal ingrediente de su dieta son los huesos de los animales muertos, que los ingiere casi en su totalidad.
Dorso y alas negras, con plumas blancas que le dan aspecto jaspeado. La pape y el vientre son blanco-rojizos y en la cabeza del mismo color se aprecian dibujos y "bigotes" negros como antifas. Si a esto le añadimos el anillo rojo del párpado, decir que tiene aspecto demoníaco resulta comprensible. En vuelo destaca su larga y oscura cola de hocico.
A pesar de que antiguamente el País Vasco era muy abundante, ya se ha agotado prácticamente en nuestros montes. Desaparecida en toda Europa (excepto Grecia y Kortsika), los últimos ejemplares viven ocultos en los Pirineos, con un total de casi cien ejemplares (35 parejas reproductoras). Los nidos existentes en el País Vasco se pueden contar con dedos de una mano.
El quebrantahuesos es un ave de alta montaña que nidifica a alturas de hasta 2000 m. La incubación comienza en febrero y tiene una duración de dos meses. El chito tardará cuatro meses más en abandonar el nido. Teniendo en cuenta las duras condiciones de estas alturas y embalses, no es de extrañar que de los dos huevos colocados sólo pueda crecer uno de ellos, y eso también gravemente.
Como se ha comentado anteriormente, los huesos son el principal componente de la dieta del quebrantahuesos, aunque no desprecian la carne. Devora enteramente las vértebras, las costillas y otros huesos pequeños, que gracias a sus secreciones específicas de su tubo digestivo pueden asimilarse. Por otra parte, los huesos más grandes los coge con la garra y los lleva al aire. En algún lugar oculto del monte, suelta de la altura y rompe contra las piedras, come cuajas y trozos.
Si observamos las costumbres o comportamientos de estos carroñeros, definiremos la jerarquía y distribución que se produce ante un animal muerto. Como ya se ha mencionado, la saizuria es la más atrevida y la más pequeña, y ésta sería, junto con las velas, la que cumpliría la función de "piloto" para encontrar las cerraduras. Al llegar la saizuria al haratustel empieza a comer partes blandas como los ojos, la lengua y la boca, el ano... Los aventureros que se han volado hasta entonces, al ver que no hay peligro, se atreven a acercarse poco a poco, hasta que finalmente los saizuris hayan sido abandonados.
Éstos, con su poderoso pico, intentarán romper la piel y buscar las escobas del difunto, un gran invento para el largo collado sin plumas que les permite acceder libremente a los plataneros. Una vez saturados los buitres, sólo quedan los huesos más grandes y algunos trozos de cuero, y el quebrantahuesos tiene que conformarse con ello. Y es que el propio saetero blanco, aunque más pequeño, lo descartaría si quedase algún trozo de carne útil. Por ello, el quebrantahuesos cumple el último paso de la cadena trófica, utilizando para su alimentación huesos que otros carroñeros no pueden asimilar. ¡No es fácil!
Desgraciadamente, y al igual que ocurre con otros animales y plantas, en un principio se menciona que los carroñeros también han sufrido un gran retroceso. En el caso de los saizuris, y por su adaptabilidad, el problema no es tan grave a la comparación. En el caso de los sastres, sin embargo, ha habido un retroceso importante: R. Según estimaciones realizadas por Elosegi, en Navarra hace 60 años eran 600 parejas reproductoras y en 1974 calculó 282 parejas (con un error del 10%), mientras que en Gipuzkoa y Bizkaia prácticamente han desaparecido debido a la presión humana. En el caso del quebrantahuesos, como se ha mencionado anteriormente, en todo el Pirineo sólo viven unos 100 ejemplares, desaparecidos en la Europa central y en la Península.
Por un lado, el descenso de la ganadería y las "medidas sanitarias" de la sociedad "civilizada" (incluyendo el enterramiento y/o quema de las cerraduras) han acostumbrado el alimento a los carroñeros. Por su parte R. Elosegi también menciona el cambio climático y el enfriamiento como causas del descenso. Esto supone un endurecimiento de las condiciones reproductivas para estas aves refugiadas en alta montaña. Por si esto fuera poco, hay muchos escopeteros que circulan por el monte y todos los años tenemos noticias de alguna barbaridad. Por último, hay que mencionar también los furtivos, los venenos y los ajolabarros "naturales", que se enriquecen a costa de los "encendedores", colecitistas y zoológicos, como factores que atentan contra la supervivencia de los carroñeros.
Por último, si en los últimos años se ha frenado este retroceso y se ha conseguido algún repunte, hay que decir que se debe a la inestimable labor de algunos ornitólogos arruinados. También hay que tener en cuenta la implantación de los comederos artificiales, aunque la idoneidad de estos últimos sea controvertida por las transformaciones que pueden producir en las conductas de los carroñeros.