Los seres humanos articulamos los sonidos gracias a la singular estructura de la boca humana y a su movilidad. Así, los sonidos se convierten en palabras y canciones. Los labios y la lengua son los últimos motores del proceso y la corriente de aire que llega hasta la cabeza desde el diafragma de inspiración o inspiración que tenemos en el abdomen.
Aunque su nombre indica lo contrario, las cuerdas vocales no son auténticas, sino ligamentos pegados en las alas internas de la laringe. Son de forma plegada que unen el gran cartílago tiroides con el pequeño cartílago aritenoide. El espacio que queda entre las cuerdas vocales se llama glotis. Durante la inspiración toda la estructura permanece abierta y cuando se produce la emisión o fonación de los sonidos se cierra uniendo las cuerdas vocales (ver figura 1).
Para poder emitir el sonido es necesario crear una vibración sonora que se obtiene cuando el aire que extraemos pasa por las cuerdas vocales. En el siguiente paso, este sonido se suministrará en las cavidades resonantes con las características tímbricas de la voz y, finalmente, el proceso de pronunciación de palabras.
El sistema fonatorio o de voz consta de tres partes principales, al igual que algunos instrumentos de aire:
La respiración humana se divide en dos fases principales: la respiración y la expulsión. Para que se ponga en marcha el proceso respiratorio, los centros respiratorios cerebrales dan órdenes a los músculos que van a abrir el pecho, principalmente el diafragma y los intercostales externos. Al extender los pulmones con el pecho, el volumen aumenta y la presión interna disminuye. La presión negativa que se genera en los pulmones provocará la ingestión del aire exterior hacia el interior
El proceso de expulsión respiratoria se inicia de forma pasiva cuando la presión interna del tórax es superior a la atmosférica, gracias a la flexibilidad propia del tejido pulmonar. Las costillas descienden mientras el diafragma asciende y en este movimiento los músculos abdominales e intercostales internos favorecen.
Por tanto, la propia fisiología flexible del pulmón permite comprender que el ritmo estable de la respiración relajada sea similar a la duración de cada ciclo. Cuando respiramos de esta manera, el proceso se renueva automáticamente y no requiere control voluntario, ya que los centros respiratorios lo dirigen todo en función de la concentración de oxígeno y dióxido de carbono. La respiración más adecuada es la realizada por orificios nasales, ya que el aire así captado se calienta, se humedece y se filtra.
El mecanismo respiratorio obtenido por el flanco y el diafragma permite obtener el mayor volumen de aire en los pulmones y sirve de soporte a la columna de aire que se expulsa. El juego que se genera entre los músculos inspiradores y expulsores puede variar los valores de presión bajo la glotis en la medida que se desee. En la fonación el ritmo respiratorio pierde su regularidad: respirar es corto y profundo y espirar se convierte en un sólido espiratorio. Este proceso es activo y podemos modificarlo voluntariamente.
La presión bajo Glotis es una fuente de energía para que se produzca el vibrante de las cuerdas vocales. Una vez creada esta presión, se debe conseguir regularizar su intensidad en función de las necesidades de voz. Si se desea que la intensidad y el tono del sonido sean iguales, la presión deberá ser estable y uniforme. Sin embargo, si se ha conseguido cambiar las inflexiones de la voz, habrá que cambiar la presión.
El control de los mecanismos respiratorios y espiratorios lleva al ponente el control de la presión bajo la glotis. Esto permite una intensidad y, en parte, una cierta capacidad de regulación del tono.
La laringe es un esqueleto de cartílago con membranas, músculos y ligamentos. Todos ellos proporcionarán a la fuente de aire un elemento de vibración. Al abrir las cuerdas vocales, el aire entra en el aparato respiratorio y al cerrarse se comporta como un elemento de vibración. Para poder hacer todo esto, las cuerdas de voz deben ser móviles. Esta movilidad se consigue a través de los cartilos aritenoides propulsados por los músculos básicos de la laringe, que son los que generan los movimientos de rotación y basculación.
Uno de los mayores expertos en fisiología del sistema de vibración es el doctor japonés Hirano. Hirano destacó que en la estructura de la cuerda vocal hay 5 capas de tejidos diferentes. Sus investigaciones demostraron que mecánicamente los cuerpos y las superficies de la cuerda vocal son de distinta flexibilidad, por lo que la vibración del músculo se realiza horizontalmente, mientras que la mucosa, con más flexibilidad y por sí misma, su movimiento será vertical.
Si las estructuras resonantes que le acompañan no aumentaran, la fonación en glotis sería muy débil. Los resonadores son cavidades que atraviesan los sonidos de la laringe antes de llegar al exterior. Son las partes de nuestro cuerpo que vibran cuando entran en contacto con el sonido. Entre las cavidades superiores de la glotis se encuentran, por un lado, la hipofaringe o faringolaríngea, por otro, la orofarigea, que agrupa la cavidad oral, la lengua, los dientes y el paladar blando y, por último, los orificios nasales y el cavún de la rinofaringe.
El sonido laríngeo es una estructura compleja, formada por la frecuencia fundamental y las ondas armónicas. Los cuerpos flexibles, como las cuerdas vocales, emiten muchas ondas cuando vibran, ya que, además de vibrar toda la longitud, todas las partes que forman esta unidad dan frecuencias básicas y ondas secundarias. Es decir, cada cuerpo flexible tiene su propia frecuencia de resonancia. Por lo tanto, cuando llegue un sonido de la misma frecuencia comenzará a vibrar aumentando dicho sonido. Si la vibración que le llega no coincide con su frecuencia, funcionará como filtro, absorbiendo el sonido.
Las cavidades superiores de la laringe actúan como filtros y resonadores y deben modificar los armónicos del sonido laríngeo, reforzando algunas (emitiendo a mayor amplitud) y disminuyendo otras. El resultado del proceso será la voz, la modificación del sonido vocal.
El tamaño y la forma total de las cavidades resonantes inciden directamente en la resonancia del sonido laríngeo. Al hablar, los resonadores siempre están cambiando de aspecto, ayudando a emitir los sonidos deseados. Estos resonadores, siempre dentro de un límite, pueden modificarse voluntariamente, ya que están formados por órganos que pueden moverse anatómicamente: lengua, mordaza, paladar blando, músculos externos de la laringe y la cara. Sobre ellos los nervios ejercen un efecto motor, el paladar duro y los orificios nasales son estables.
En los resonadores se obtienen las peculiaridades tímbricas de la voz, lo que caracteriza a cada uno de ellos y las características que provocan su diferenciación. Para su separación y aprendizaje se utilizan técnicas espectofotográficas.
Tono
El tono es el número de vibraciones por segundo en las que se emite un sonido y se regula por la tensión de las cuerdas y por los cambios de longitud. Las cuerdas vocales cortas y muy estiradas crean tonos altos. Por ejemplo, la laringe de los niños está en una posición muy alta al nacer, lo que provocará sonidos altos o agudos.
Las cuerdas vocales largas y poco estiradas crearán tonos bajos. Los hombres, debido a los cambios hormonales que sufren en la adolescencia, provocan que la laringe descienda y las cuerdas sean más largas, emitirán sonidos más profundos. A las mujeres también les cambiará de lugar la laringe, pero en menor medida y como consecuencia, el tono del sonido se reducirá muy poco. Lo mismo sucedía con los castratos, que se manchaban antes de que se produjera el cambio hormonal, ya que las laringes, al igual que el resto de órganos, permanecían inalteradas.
Cuando se desean registros muy exigentes (cuando el número de vibraciones es elevado) hay que tener en cuenta también la influencia de las cavidades resonantes, así como los cambios bajo la glotis pueden alterar el tamaño del tono. El conjunto de sonidos que podrá emitir la laringe se denomina difusión.
Intensidad
Para medir la cantidad de sonido se utiliza el decibelio. La intensidad de la voz dependerá de la potencia de aire que se expulse (presión bajo la glotis) y de la amplitud de vibración que se produzca en las cuerdas vocales. A medida que la presión subglótica aumenta contra el glotis estricto, la amplitud de la vibración aumenta y con ella la intensidad.
Timbre
El timbre es una característica que permite diferenciar dos sonidos de igual altura e intensidad. Las cavidades superiores de la laringe, al adoptar una forma diferente, producirán diferentes timbres, ya que alteran la cantidad, intensidad y distribución del conjunto armónico que emite la laringe.
El ciclo de la voz comienza en la parte inferior de las cuerdas vocales. Por tanto, la parte inferior de la cuerda vocal comienza a abrirse y a herstarse antes de la superior. La frecuencia de este evento es la frecuencia de fonación. Cuando las cuerdas están estrictas, la mucosa tiene un movimiento ondulante que abre y aprieta la glotis y varía según el sonido emitido. Este movimiento se junta en ciclos vibrantes. Para medir el tono se utiliza la unidad de Hertz (ciclo/segundo). Cuando este complejo vibrante cambia se produce una disfonía o un cambio de timbre de voz. |