Este pequeño territorio presenta una gran variabilidad en el medio físico (orografía, clima, vegetación, etc.). De hecho, en tan pocos kilómetros es difícil encontrar un territorio con ecosistemas tan diversos que hacen que la diversidad faunística sea muy grande.
En cuanto a los vertebrados, en el País Vasco no se han descrito endemismos (especies que sólo viven en este territorio). En este sentido, no existen otros patrimonios mundiales, pero para medir de alguna manera la riqueza, podemos analizar el número de especies de fauna autóctona: en nuestro territorio podemos encontrar 26 peces de aguas dulces y muchos más peces de mar, 17 anfibios, 26 reptiles, 190 especies de aves y cerca de 70 especies de mamíferos. Aunque este número puede variar según los criterios (especies que no son autóctonas o que se consideran casi desaparecidas, por ejemplo, según se introduzcan o no), en cualquier caso se puede afirmar que es alto.
En cuanto a los invertebrados, existen miles de especies y aunque algunos grupos todavía no han sido estudiados en profundidad, ya se ha descrito un montón de especies endémicas. Por ejemplo, en el grupo de los serenos y los roedores de tierra, se han descrito en nuestro territorio unos 14 endemismos, y este último dato indica que tenemos una gran riqueza.
Entre tantas especies, por supuesto, podemos encontrar todo tipo de situaciones. Algunas son muy escasas, otras más que nunca, incluso hay que perder para siempre, etc. Sin entrar en los problemas concretos que puede presentar cada especie, los principales problemas que afectan actualmente a la fauna vasca en general son:
En primer lugar, la pérdida de hábitat o de residencia. El hombre comenzó a cambiar este territorio hace tiempo, pero en el último siglo, coincidiendo con el auge de la población y el desarrollo de la tecnología, el medio ha cambiado como nunca. La nueva urbanización, la carretera, el embalse, el puerto, etc., se ha hecho más fácil que nunca en la actualidad y la alteración del entorno suele ser en detrimento de los animales que habitaban.
Además de perder hábitat, en muchos casos su calidad ha empeorado, siendo uno de los ejemplos la contaminación. La evolución de los ríos y arroyos en este siglo ha sido, por ejemplo, lamentable. Allí donde las personas mayores de cualquier pueblo atraparon a la juventud cangrejos, salmones o escaleras, hoy en día cualquier tipo de enfermedad puede ser tratada con agua. Asimismo, los productos químicos de las tierras agrícolas, tales como pesticidas, herbicidas, etc., matan no sólo a los animales a matar, sino también a otros muchos que son beneficiosos y causan grandes daños. En las actividades agrícolas y ganaderas intensivas que tenemos en la actualidad se utilizan muchos productos de este tipo, buscando en general una gran producción de pocas especies mediante la homogeneización del entorno.
El sacrificio directo de animales también es un problema a tener en cuenta. La caza y la pesca, por ejemplo, si no se planifican bien, pueden ser muy perjudiciales. Lamentablemente, durante muchos años no se ha llevado a cabo una planificación adecuada y la situación de muchas especies ha empeorado debido a estas actuaciones. Si bien en los últimos años se ha establecido un control y una legislación más estricta, todavía hay demasiadas personas que no lo respetan. Por otra parte, en los accidentes de tráfico se matan no sólo a la gente, sino también a miles de animales cada año. Cada vez hay más carreteras y vehículos y cada vez más rápido, por supuesto, aumenta este riesgo. Además de la muerte directa, el efecto barrera que generan los medios de comunicación dificulta la relación entre las distintas poblaciones.
Por último, no podemos dejar de mencionar la moda de muchos deportes que, junto con el auge del ocio, se ha extendido a todos los espacios naturales. Subirse a la montaña escalando, saltar en parapente, moverse en bicicleta de montaña o 4x4 en coche, por supuesto, está muy bien. Pero en los últimos tiempos somos miles los aficionados a este tipo de actividades y llegamos a todos los rincones, por lo que ya no ha parado un lugar tranquilo en nuestros montes. Por lo tanto, habrá que intentar gestionar de alguna manera todas estas actividades, tanto como queramos o no, para que estas acciones sean compatibles con la conservación del medio ambiente.
En general, el ser humano ha modificado el medio como ha querido y aunque se han mantenido especies capaces de adaptarse, otras muchas han retrocedido. No podemos olvidar el profundo cambio que se está produciendo en nuestra sociedad en los últimos años. Hace unos años tirar basuras a cualquier lado, cenar la ardilla con patatas, o morir la lechuza, disecar y ponerla encima de la tele como era “normal”, hoy no. Yo recuerdo los tiempos de mi infancia llenando de algo los alrededores de la panadería de Leitza para hacer cenas de pájaros, o los dinero que ganaba vendiendo lascas y truchas a mano. Hoy en día, sin embargo, pocos lo harían y, en general, la sociedad empieza a sensibilizarse y concienciarse de alguna manera.
Entre otras cosas, los ingenieros de carretera tienen que hacer un estudio de impacto, los cazadores y pescadores no se atreven a hacer cualquier cosa y los niños empiezan a aprender que la educación ambiental en la escuela y la conservación de la naturaleza hay que cuidarla. El tiempo dirá qué pasará en el futuro, pero todos ellos contribuyen a ser optimistas. Sin embargo, hay quien podría decir que en una época en la que la legislación de protección del medio ambiente es más estricta que nunca, y en la que parece que nos preocupamos más que nunca de la ecología, la reducción se mantiene. Puede que sea así, pero soy de los que quieren pensar que las cosas mejorarán...