Si nos fijamos en el porche de una abeja o colmena, podemos aprender muchas cosas, ya que en el puerto se pueden apreciar muchas incidencias internas.
Invierno
Hace nueve años, cuando la primera abeja llegó a casa, era otoño y ese invierno visitamos varias veces a esa abeja. Me acuerdo bien de que cuando mi hermano y yo nos fuimos a la vez y no veíamos ningún movimiento en la compuerta nos temíamos si murió y no nos sentíamos tranquilos hasta que salíamos unos pocos golpeando la colmena.
En invierno la abeja está dormida y no se ve mucho en la portería si no suena un sol bonito. Cuando el sol calienta se ven en el puerto las abejas y también se expulsan volando. Incluso antes de que empiece a florecer el sauce, alguna de ellas trae polen de alguna flor oculta. Suele estar en flor en invierno y le quitan mucho polen.
Sin embargo, en general, las abejas que aparecen en el puerto en invierno salen a disfrutar del tiempo templado, pero esto no tiene nada que ver con la recogida de polen o de néctares. Entre los que buscan el sol, difícilmente podremos ver un erlamando. Todos son trabajadores. Si el año ha ido templado, en la costa subsisten algunos erlamando.
Primavera
La marcha del año significa mucho, pero hacia marzo comienza un gran movimiento en el puerto. En las piernas destacan las pelotas de polen amarillas y la entrada y salida por el puerto es grande.
Entre nosotros la primavera suele tener grandes altibajos y si tras un temple el hielo se agrede, en los días siguientes podremos ver a algunas abejas blancas. Son niños que han muerto en frío. Es decir, cuando llega el golpe de frío, las abejas se acumulan para hacer frente al frío y si no hay abejas suficientes para cubrir a los niños que tenían hechos, los niños se enfrían y mueren. Una vez que llega la templada, las habitaciones donde se encuentran los muertos son limpiadas y las reinas se ponen listas para hacer huevos.
Cuando pasan el invierno y realizan los primeros vuelos, a menudo se ven posados sobre piedras, cuando el tiempo es templado. Allí vacían su intestino, parte de todo el invierno, dejando un hilo de cacao de hasta dos centímetros de diámetro. De hecho, si el invierno ha sido duro, durante todo el tiempo que han estado sin salir no hacen cacao dentro de la colmena y lo acumulan en sus intestinos.
A pesar de las diferencias entre años y comarcas, hacia abril podremos ver los primeros escudos ruidosos. Aunque se dice que los erlamandarras los echan en otoño, pueden hacerlo en mayo si el ambiente es malo.
Si un buen apicultor quiere saber cómo va aumentando el número de abejas en su interior, tiene dos caminos para ello sin abrir la colmena. Una, contar en el minuto a las abejas que entran y salen a la puerta. Este dato le ayudará a conocer la marcha de las abejas a lo largo del año. El otro, pesar la colmena. Por supuesto, con esto pesará con miel, pero sobre todo a principios de primavera tendrá mucho que ver con el aumento de la niñez y el aumento de las abejas.
Verano
Si el monitor continúa delante del puerto, observará que el movimiento de abejas estival es igual al de primavera, salvo los días previos y posteriores a la salida del apicultor.
Los meses de mayo y junio son la época en la que más abejorros nacen, pero no es lo mismo en la costa que en la montaña, y según esto, ni siquiera el nacimiento del colmenar.
Antes de que salga la colmena, delante de la compuerta se verán más abejas que otras veces en forma de despistadas. Hacia la tarde se realiza una gran congestión en el puerto y como una barba pasan la noche colgando del exterior del puerto. Estas incidencias se pueden ver la semana anterior a la salida de la colmena. De pronto las abejas entran en el interior y pronto las abejas salen y salen formando una pelota. Al cabo de unas horas, se aleja de allí en un vuelo brusco a un nuevo agujero.
Una semana después de esto veremos salir una reina de la antigua colmena hacia el mediodía y dentro de unos minutos, devolviendo en la punta del cuerpo los órganos germinales de un erlamando. Esta entrada y salida puede verse repetida.
Al estar mirando, también se pueden ver los restos de algunas reina en los días siguientes a la salida de la colmena. A menudo son ninfas blancas de reina aún sin colorear. Otras reinas innatas asesinadas por la nueva reina.
Otoño
Hacia otoño la actividad es cada vez menor. El día se acorta y se refresca la noche. Por lo tanto, a la mañana también se retoman.
Con la disminución de la actividad (que va ligada a la disminución de la comida) comienza la expulsión de los lamangos. A pesar de tener un cuerpo más grande y, a pesar de entrar en el interior de la colmena una y otra vez por encima de todos los operarios, son nuevamente expulsados y los fríos exteriores perdidos.
Para saber las abejas no basta con estar en el puerto de la colmena. También hay que mirar cómo funcionan fuera.
Flores como la abeja
suele decirse a la chica o más al chico mujeriego. Eso no es lo que se ve en primer lugar, que la abeja está floreciendo, pero no piense que funciona como se cree. Mira bien y te das cuenta de que sólo funciona en el mismo tipo de flor. De ahí que el dicho de arriba no sea el correcto.
Hay abejas que parece que sólo van a oler la flor y no recogen nada en apariencia. Otros, sin embargo, fabrican pelotas de polen en en las piernas, una vez de un color y otra.
Si vamos hacia el puerto no vemos nada más que meter las pelotas. Pero aparte de las que recogen pelotas coloridas en las piernas, deberíamos vaciar la boquilla para saber qué recogen los demás, y allí aparecerían al menos agua, néctar y propóleo.
El propóleo es un barniz que se forma en los ojos vegetales y que las abejas usan sobre todo para cerrar las rendijas. Es, además, un medicamento muy bueno.
Ha visto finos monitores a las abejas sobre sus hojas o alrededor de la bellota, donde no hay flores. En ocasiones también alrededor de los piojos vegetales, a modo de hormigas, recogiendo lo que se conoce como junco de miel. Los piojos vegetales perforan las hojas y otros órganos vegetales y las abejas recogen el sudor que sale de allí. Las abejas también recogen el líquido dulce que desprenden los propios piojos tras comer la savia vegetal. En los demás casos es la propia planta la que segrega este líquido dulce, como en el caso de la bellota.
Quien tiene curiosidad por saber la abeja, también veía a la abeja en sus ventanas. Esta abeja no llega a atacar a nadie, está en inspección. Si allí encontrase arroz con leche, se cataría, se llenaría el pomo y volvería a la colmena. Pero en pocos minutos llegará más abeja y cada vez más. ¿Se avisan o se siguen?
En época estival, también se observan en exploraciones donde no hay comida, en las paredes, troneras y alrededores. Son abejas exploradoras, que el apicultor está a punto de salir y para él buscan una nueva residencia.
Un conocedor de la zona puede haber encontrado durante el verano un bullicioso, bullicioso, bullicioso. Quien ha tenido la oportunidad de conocerlo puede sentirse orgulloso; ha encontrado un lugar de reunión de los erlamangos de aquel valle; un lugar donde los erlamandos esperan a las nuevas reina.
En otoño, el montañero percibe la desaparición de los erlamangos. Han quedado fuera de la colmena y ha perdido el frescor de la noche.
¿Dentro de la colmena qué?
Hemos visto a las abejas moviéndose junto al puerto y alrededor del colmenar, pero debemos considerar estas observaciones u oservaciones como algo superficial. Lo realmente interesante es lo que ocurre dentro de la colmena.
Este misterio ha permanecido oculto durante miles de años. Los apicultores sólo se preocupaban de las abejas en otoño, cuando se quitaba la miel. En verano se cazaban colmenas y en invierno duro se les daba como máximo un vino templado azucarado o una papilla de habas.
Actualmente la situación ha cambiado. Para ello, los investigadores han utilizado en sus trabajos dos recursos: uno, el de las colmenas de cristal (para ver bien lo que queda dentro) y otro, el de marcar a las abejas. Es decir, colocando sobre la espalda una gota de laca de diferentes colores, o añadiendo un número con cola, se ha podido controlar cada abeja.
PROPUESTA DE MARCHA ANUAL DE UN COLMENAR
Un apicultor trabaja como él mismo quiere en su colmenar y no tiene por qué decir cómo debe hacerlo nadie. Después de los últimos meses de trabajo y relaciones he llegado a esta forma de trabajar. Lo presento aquí para que quien quiera seguir adelante pueda hacerlo.
Es conveniente que las abejas estén muy fuertes cuando llega la miel. Eso lo sabe cualquiera. Sin embargo, es frecuente que cuando llega la miel unos estén fuertes y otros muy débiles. Por eso, estos fuertes recogen la miel y con los débiles intentamos fortalecerla, pero a menudo es inútil.
En los frágiles están los atacados por micosis o esclerosis. La enfermedad a menudo suena débil y la débil puede deberse a la mala reina.
El método que aquí se presenta pretende eliminar los débiles y dar más fuerza a los fuertes.
Por otro lado, el que trabaja con la colmena Langstroth observa que tiene en el mueble la miel, pero el bajo, el útero, les queda vacío. El año pasado, además, hemos visto que las abejas han tenido mucha abeja y niñera, pero apenas han recogido miel. Mejor dicho, han recogido la miel, pero un día la han recogido y gastado en dar de comer a los niños.
Para hacer mucha miel es necesario que el bebé esté bloqueado. Eso es lo que ocurre cuando hay una época de miel buena y larga. En Gipuzkoa los tiempos de miel son a menudo cortos y, quizás, antes de colocarlos conviene bloquear el útero con comida artificial. Decir es sencillo, pero a veces al bloqueo se le sigue el desbloqueo. Hay grandes incidencias en Gipuzkoa y es difícil bloquearlas y bloquearlas. Tomemos esta idea como orientación.
La incidencia de los meses es variable en Gipuzkoa. Lo que digo aquí es para la Costa. Los de Oñati pueden tener un mes de retraso. No todos los años son iguales y se puede avanzar o retroceder en función del tiempo.
ENERO
Si han comido bastante en su interior, hay que dejar en paz a las abejas, ligeramente inclinadas hacia delante para que el agua o el sudor no queden en la base. Las encimeras deben estar bien cerradas.
FEBRERO
Colocar tablillas antibarroco. Empezar a dar un aliciente alimenticio para que la reina comience a ponerla. Al principio bastaría con un medio litro de jarabe, azúcar o miel y agua en proporción 1:1.
MARZO
Limpieza de bases. Seguir incentivando la comida. Revisar el útero para ver si vive la reina. Cambiar las casillas antiguas del útero cada 4 ó 5 años. Así, cada dos años, el útero quedará renovado. Las casillas negras extraídas del útero no las usaremos para la miel, sino que las fundimos. Mejor higiene en la colmena y menos problemas en invierno con la polla.
ABRIL / MAYO
Quitar puertos. Cuando llegue la miel, eliminar las abejas malas: las que tienen micosis, las que no se han fortalecido, como B, C y F. Añadir las malas a las buenas abejas después de quitar las reinas. Dar mucha comida y bloquearla, los días previos a la colocación de las alzas, cuando la miel represente su fuerza.
JUNIO
Vigilar y controlar el beneficio. Nunca dejar la abeja sin sitio. Adquirir nuevas reinas, crearlas o comprarlas. Captura de colmenas. Administrar anti-barroasis el mismo día de la captura o antes de 4 días.
JULIO / AGOSTO
Recoger la miel eliminando los muebles. No lo dejes sin comer abeja. Colocar tablillas antibarroco. En la primavera se reparten los dos bebederos que se han unido y en los que se han quedado sin reina se han introducido nuevas reinas. Asimismo, cambia las reinas de las colmenas que no han funcionado correctamente.
SEPTIEMBRE / OCTUBRE
Cuidar las reservas y comprobar que está con la comida que necesita para el invierno.
Colocar puertos metálicos contra los ratones.
Dejar en paz las abejas bien cubiertas.NOVIEMBRE / DICIEMBRE