Dame un agarre y muevo el mundo

Con esta conocida frase, el sabio griego Arquímedes saludó al rey Ptolomeo Soter. Fue en Sirakusa, donde vivía un sabio. Veamos qué pasó.

El barco de Ptolomeo golpeaba el fondo de la playa y era imposible moverse. Fueron veinte las personas que empujaron, pero sin duda alguna. El barco no se movía. Arquímedes pasó por allí y se ofreció a colaborar. A ver a Ptolomeo y que sí, que necesitaba ayuda, pero que doscientos eruditos como él no podían hacer nada, Arquímedes llamó al capitán y le pidió que cogiera el tronco de un árbol debajo del barco. A continuación, Arquímedes se dirige al otro extremo del tronco y lo empuja hacia abajo. El barco se levantó para sorpresa de todos.

Ptolomeo agradeció a Arquímedes y pudo salir al mar. La explicación es muy sencilla. El tronco y la piedra forman la llamada palanca. Es decir, una simple “máquina” que sirve para amplificar la fuerza. El principio de palanca fue descubierto por Arquímedes.

Usted mismo puede comprobar la potencia de amplificación. Coge tres o cuatro libros y ponlos uno encima del otro. Intenta levantarte con el dedo pequeño, el menos fuerte. Ya verás como no puedes o te costará mucho en el mejor.

Ahora ponemos un lápiz debajo de los libros (ver foto 1). Colocar un segundo lápiz debajo del primero lo más cerca posible de los libros (ver foto 2). Con el dedo pequeño empujarás el lápiz por el extremo (ver foto 3) y verás que ahora los libros los levantarás sin ninguna dificultad.

Arquímedes encontró la fórmula matemática para explicar lo que pasa. Pero sin utilizar estas fórmulas puedes ver que el recorrido del dedo hacia abajo es más largo que el recorrido de los libros hacia arriba. Ahí está la clave, porque la relación está entre la distancia y la fuerza. En otras palabras, la fuerza que debes hacer para levantar los libros es menor si utilizas la palanca, por el contrario, el recorrido del dedo será más largo.

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