Con la esperanza del sol nos hemos ido a la Ribera de Navarra y, cómo no, la tormenta nos ha atrapado por la noche en los alrededores de las Bardenas. Sin embargo, nos alegra pensar que este tipo de lluvias va a limpiar el coche. Me da cuenta de que me está parando a mi amigo por sorpresa. “¿Ves eso?”. En la misma pista, la rana o la plantación de animales que se trate se está haciendo poteca. ¡Sorprendente! ¡Ahora mismo te lo contamos! Cogemos el paraguas y con la luz de frente encendida salimos del coche. Parecen sapos. Pocholos y algo pequeños de menos de 9 cm. Son grisáceas y presentan cicatrices de color verde oscuro. La parte inferior también es gris o crema. Son de piel suave, con cabeza ancha y pupila vertical. Piernas cortas y robustas, con un abultamiento oscuro en las traseras. No hay duda de que son sapos espprosos. Vamos, no es un ambiente aquí.
En el camino a casa sólo hay una cosa en mente. Aquella tierra seca, calcinada y agrietada por el Sol al mediodía, no tenía ninguna forma de ser un lugar idóneo para los anfibios. ¿De dónde saldrá, por tanto, junto con la lluvia? ¿Cómo se pueden moldear estos sapos en un “desierto” como las Bardenas para combatir la deshidratación? Sólo hay que coger un buen manual y leerlo.
Los sapos de espolón son amuros perfectamente adaptados a zonas secas y suelen aparecer en distintos hábitats, desde pantanos y arenales hasta estepas y áreas de secano. Se almacenan durante el día para evitar que el sol seque. De la misma manera, durante todo el verano, hacia agosto, los adultos pueden entrar temporalmente bajo tierra y en invierno rojo cuando la temperatura baja. Son los anfibios típicos de las zonas más áridas del sur del País Vasco. Habitan en humedales como El Pulguer, Pitillas, La Estanquilla y Agua Salada, entre otros, en las proximidades del río Ebro y, como ya se ha indicado, pueden encontrarse en las inmediaciones de las Bardenas.
Parece ser que la isoneta de 500 mm marca el límite norte de la distribución y, como se ha dibujado en el mapa, a partir de ahí apenas aparecen. En el sur, sin embargo, esta especie es común en Francia y sobre todo en el sur de la Península Ibérica.
La especie está adaptada a enormes oscilaciones demográficas. De hecho, al tener que vivir en lugares tan secos y reproducirse en el agua, la población puede sufrir grandes descensos en función del tiempo. En los años en los que no hay agua, o cuando tras la puesta se desecan los pozos, éstos no se reproducen y pueden hacerse casi invisibles durante unos años. Cuando el tiempo acompaña vuelven a aparecer grandes cantidades. Por eso, en el sur de la Península, se han visto en una densidad enorme, ¡hasta 120 unidades por metro cuadrado!
El espolón que le da nombre y que ayuda a identificarse es un tubérculo metatarsiano de color negro en las patas traseras y con una dureza de cuerno, una excelente herramienta de inducción en terrenos arenosos y sueltos. Como se ha dicho, mientras el tiempo no es muy húmedo, el día suele pasar escondido en la frescura del subsuelo. Mueve alternativamente las patas de enterramiento y gracias a los espolones puede construir rápidamente una galería de 10-40 cm o más. Nada más oscurecerse, sin embargo, sale a comer los invertebrados que forman su dieta, especialmente los coleópteros, ortópteros, hemipteros y arácnidos. Las captura a rececho y adopta una actitud especial: para tener una visión más amplia, alarga las patas delanteras, poniéndolas erguidas. Asimismo, los ojos grandes tienen excelentes instrumentos de observación nocturna y son muy curiosos: tienen una pupila abocinada vertical y un iris dorada o plateada. A pesar de ser un cazador de oscuras, se ha visto a veces alrededor de pozos con luz, atraídos por los bichos que allí se recogen.
A mediados de febrero se exhuman y se dirigen a los humedales para reproducirse, salvo que las condiciones climatológicas lo impidan. En este tenor tanto los machos como las hembras tienen un color más oscuro de lo normal. Sin embargo, los machos, además de ser más pequeños, en esta época la inflamación de las glándulas les hace aparecer brazos más gruesos, que permiten diferenciarlos. El canto del cortejo de los machos se da bajo el agua, por lo que apenas se oye y parece un gancho silencioso de la gallina: “por CO”. Cuando el reproductor se acerca, el macho sujeta con los brazos delanteros por la parte delantera de las patas traseras, adoptando una postura denominada amplexo.
La hembra de Zihurtar a la nueva generación pone a partir de abril largas yemas de huevo (hasta casi 7.000 huevos) y a medida que se va poniendo fecunda el macho. Los huevos se colocan atascados en los tallos de las plantas acuáticas o simplemente sobre el fondo del humedal. Entre 5 y 15 días después se produce la eclosión de las larvas de color gris oscuro de 3,5-4,5 mm que en pocas horas duplicarán su tamaño y peso. Larvas de sapos con espolón de más de 10 cm (¡a veces de 15 cm!) Tenemos uno de los mejores postres de Europa. Estas larvas se alimentan de algas y fanerógamas, así como de bacterias, pequeños invertebrados y masacres. Pueden soportar altos niveles de contaminación y salinidad, evitando la competencia de especies más sensibles. Cuatro meses después de su integración, julio o septiembre, sufren metamorfosis. Una vez que el cuerpo se ha reducido enormemente, estos grandes renacuajos se convierten en pequeños sapos de unos 22-35 mm.
En cuanto al estado de las poblaciones, se considera que en muchas comarcas se ha reducido. Al igual que muchos de los animales de los humedales, los sapos de espolón han sufrido el secado, dragado, capturas de carreteras o eutrofización de pozos. Por si todo esto fuera poco, parece que en nuestro territorio hay otro peligro. Con el objetivo de practicar la pesca, en los humedales existe la costumbre de llevar peces de un lado a otro y, además de los ciprínidos, en algunos lugares se han liberado especies como la anguila, el perca y el lucio. Estos son grandes predadores que parecen haber matado muchas larvas y huevos.
FICHA TÉCNICA Especie: Pelobates culesFamilia: |