Las modernas oficinas son limpias, luminosas, eficientes. En ellos, la contaminación exterior, al igual que el mosférico, queda totalmente iso (fuera) por ventanas herméticamente cerradas, el aire acondicionado mantiene la temperatura constante y las fluorescentes distribuyen uniformemente su luz limpia. Pero algo va mal. Los que trabajan en él tienen la misma sintomatología (especialmente los lunes): nerviosismo, depresiones, apatía, en el aspecto psicológico; dolor de cabeza, sed excesiva y ojos rojos o doloridos, desde el punto de vista fisiológico.
La dirección dirá "poco ganas de trabajar". El jefe de personal añadirá la "resaca del domingo al día siguiente". Pero, por fin, las investigaciones de última hora darán la razón en esta ocasión al trabajador enfermo, que es precisamente el ambiente laboral el causante de la enfermedad. "Siek building syndrome" o "síndrome del edificio enfermo", es así bautizado por el médico Anthony Pickering del Wythen-Shawe Hospital de Manchester. Todo ello no tenía nada que ver con debates familiares, úlceras o digestión pesada.
Como ocurre con bastante frecuencia en la ciencia médica, el descubrimiento fue algo aleatorio o aleatorio. El equipo que conducía Pickering estaba investigando la enfermedad conocida como "fiebre humectante" (una especie de gripe con altas temperaturas y dificultad respiratoria), que suele aparecer en las oficinas con humectadores de aire de Spray y que se agrava después del descanso del fin de semana y al final de la jornada laboral. Una veintena de edificios comenzaron a realizar inspecciones, preguntando al personal.
Lo más curioso fue que, en lugar de encontrar datos sobre la citada carrera de fuego, se encontrase con un montón de síntomas mucho más usuales y extendidos: con sequedad general de todo el aparato respiratorio y todo tipo de dolores de cabeza Al igual que una alergia que el Centro de Trabajo produciría, desaparecía o al menos se agilizaba bastante al regreso fin de semana. Y, con diferencia, volvía a aparecer los lunes con fuerza convencional.
Aunque el síndrome está definido y aceptado de alguna manera, todavía no sabemos, de verdad y de verdad, cuáles son las causas directas. Según los médicos, se podrían introducir factores como el aire acondicionado, los bajos techos, las luces fluorescentes o las temperaturas excesivamente altas.
La opción parece clara a simple vista. Hacer edificios más "saludables". Pero eso, por supuesto, tiene un alto coste económico. Los norteamericanos, tan aficionados al cálculo en dólares, ya han sacado precio: la identificación de agentes contaminantes (y sus causas) en el medio ambiente "enfermo" resulta costosa; cien mil millones de pesetas por cada 1.000 m2 de oficina. Incluye pérdidas por vaciado de oficina, traslados de personal, semanas de investigación, ...
No es de extrañar que la mayor parte de las empresas se resistan al problema, y que quieren cubrir el problema con la instalación de parches y capas de pintura para "mejorar el medio ambiente".
A las patologías relacionadas con el ambiente de trabajo, el lugar y el aire que se respira, la luz incómoda o insuficiente y los materiales utilizados en los revestimientos interiores hay que añadir otra patología. No menos importante y cada vez más extendido. Nos referimos a la patología asociada a posturas inadecuadas que ocupan la columna vertebral (y especialmente la zona lumbar) durante las horas de trabajo.
Alrededor de cien millones de trabajadores se encuentran en la Unión Económica Europea afectados por el lumbago y la sacroneuralgia (dolor de espalda). De ellas, casi el 70% provienen de condiciones laborales, influencias o empeoramientos. En Estados Unidos, las alteraciones de la columna vertebral son la causa principal de la incapacidad laboral permanente en las personas menores de cuarenta años y, junto con las enfermedades cardiovasculares, el costo de la sanidad norteamericana es muy elevado.
Y aunque parezca mentira, este tipo de minas han crecido a medida que se reducen los trabajos que exigían esfuerzos físicos. No es de extrañar que los más afectados sean los aficionados a las nuevas tecnologías. Con las horas y horas de cara a la pantalla delante del terminal del ordenador, el cuerpo toma posiciones estáticas. Y esta postura, según los expertos, es un factor de riesgo serio: nuestro disco intervertebral carece de sangre y, por tanto, de capacidad de búsqueda de alimentos y de eliminación de catabolitos o residuos. Las posturas fijas evitan así la nutrición (intercambio) y pueden facilitar los procesos degenerativos del disco a largo plazo.
Según las investigaciones realizadas (¡por ejemplo los empresarios!) una buena postura proporciona un mejor rendimiento en el trabajo. Revistas divulgativas más o menos especializadas suelen aconsejar sobre la postura más adecuada para la columna vertebral. Y las nuevas técnicas gimnásticas, como el stretching, se dirigen a corregir los músculos endurecidos, especialmente los lumbares, mediante estiramientos. A pesar de que cada vez se tienen más en cuenta estos factores, quizá los que diseñan mobiliario de oficina deberían asociarse más a la salud y no tanto al diseño estético.
El uso continuado de terminales, monitores y pantallas de ordenador puede provocar lesiones oculares: fatiga visual, imitación e incluso lesiones corneales. De hecho, las mismas casas que fabrican ordenadores venden filtros y anticuerpos especiales, que reducen los reflejos y contrastan los tonos.
A juicio de los oftalmólogos, la causa principal del cansancio ocular (también suele aparecer dolor de cabeza a largo plazo) es el movimiento constante de la mirada de la persona que trabaja en el ordenador entre los tres objetos situados a diferentes tancias dis (terminal, teclado y mesa de trabajo). Así, tanto un día como el siguiente, todos los días, funcionan como objetivos que enfocan unas treinta mil veces. En cuanto a la iluminación, los expertos recomiendan no colocar fuentes de iluminación ni delante ni detrás de la pantalla (ni siquiera ventanas). La luz natural debería penetrar por la izquierda y, en caso de ser artificial, la luz debería ser tamizada.
Algunos ahoberos también han mencionado las radiaciones que emiten estos aparatos. Sin embargo, según fuentes e investigaciones fiables, parece que no hay peligro en este sentido. En las últimas investigaciones llevadas a cabo en los países del Norte, la dosis de radiación emitida es nula desde el punto de vista biológico.
No obstante, en otro trabajo se profundizará en la incidencia de los ordenadores en la salud.
Después de un año de trabajo (200 días laborables de ocho horas cada uno), la dosis de rayos X producida por el haz de electrones al chocar contra el interior de la pantalla apenas llega a un millón. Y esa cantidad es muy inferior a la que recibimos del sol (80 millones).
Otra de las causas de la inquietud actual es la denominada "contaminación acústica". Según un informe elaborado por el MOPU (Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo), los problemas más graves surgen dentro de las industrias, pero la difusión de este ruido o ruido a las zonas circundantes, afirma el informe, puede provocar problemas medioambientales.
A este ruido exterior se le añade el interior de la oficina: máquinas de escribir, calderas, fotocopiadoras, timbres, teléfonos, megafonía, motores, ... El nivel puede llegar a los 90 decibelios y este nivel, según el doctor Annje Moch, se sitúa en el atlas de riesgo. Consecuencias, chaquetas, dificultad para concentrarse, pérdida progresiva de audición, dificultad para comunicarse oralmente, ...
El hermetismo en estos ambientes cerrados de trabajo parece, además, que el más conocido de todas las contaminaciones o contaminaciones internas, sólo influenciado por factores personales, como el tabaco, facilita.
A pesar de que no ha existido dureza ni virulencia encontrada en los EE.UU, una encuesta realizada en la CEE arroja los siguientes resultados en la encuesta realizada con mil habitantes de los doce países: siete de cada diez europeos son partidarios de un importante encarecimiento del precio del tabaco, y ocho de cada diez se han decantado por tallas reducidas para locales públicos (y la oficina no es un local público? ). En nuestro país, las favorables fueron del 70% y 78% respectivamente.
En los chequeos que periódicamente realizan algunas empresas, cada vez es más común diagnosticar el tabaquismo a quienes nunca han fumado durante toda su vida. Se les conoce como fumadores pasivos, ya que en un reciente seminario sobre epidemiología del cáncer celebrado en Pamplona se afirmó que el riesgo de sufrir cáncer era del 30% para estas personas que habían estado en el campo.
Por último, mencionaremos otro factor que influye mucho y decisivamente en nuestro ambiente de trabajo; el estrés psicológico, que llega a producir ataques orgánicos. Los psiquiatras y psicólogos lo definen como "una situación de hiperactividad imparable que se prolonga más allá de lo que las propias fuerzas pueden". Casi todas las tensiones tienen su origen en los problemas laborales, y luego van a generar conflictos y discusiones dentro de la familia. En España se estima que este estrés ha superado los tres millones de personas. "En Europa, más de 50 trabajadores afirman que este hecho se debe al miedo a perder el empleo.
Pero estamos dentro de un "círculo de brujas". De este sistema social que nos obliga a trabajar ocho horas al día dentro de una jaula hermética surge otro factor de riesgo para nuestra salud: el sedentarismo, relacionado necesariamente con la falta de ejercicio físico. Y es muy raro que después de esa larga lista de riesgos que el trabajador enfermo agrede en la oficina, se vaya a casa y tenga ganas de hacer ejercicio. Y ese sedentarismo se comporta como otro factor desencadenante en la progresión de las enfermedades cardiovasculares.
Revestimientos, aislantes, sustancias tóxicas, fotocopiadoras, terminales de ordenador, tubos fluores centésimas, aire acondicionado, calentadores, moquetas, polvo aéreo, exceso de temperatura ambiental, ... Dolores de cabeza, trastornos visuales, articulaciones y espinas dolorosas, mareos, vómitos y náuseas, numerosos catarros, alergias, congestión respiratoria. Todos estos síntomas no tienen por qué estar directamente relacionados con la "decoración" del lugar de trabajo, es decir, con todos los agentes arriba mencionados, pero la relación entre unos y otros está muy clara.
Es muy posible que a corto plazo la medicina tenga una nueva especialidad (en la que ya están trabajando algunos médicos) en la que estén incluidos todos los males que hemos mencionado en este artículo. El médico de empresa deberá conocer muy bien el amplio espectro de patologías causadas por el "síndrome de enfermedad del edificio" o el "síndrome de zona cerrada". Y sus pacientes empezarán por: "Tengo dolor de oficina".