Bolígrafo

El bolígrafo parece una invención simple, ¿no? Quitar la tapa, coger de punta en la mano y escribir sin más. No dirían así los inventores del bolígrafo que hoy en día estuvieran entre nosotros. Tardaron casi un siglo en fabricar un bolígrafo que no manchara el papel con manchas de tinta. ¡Quién lo diga!

Muchos de los aparatos que manejamos parecen muy simples y fáciles de imaginar. Sin embargo, la invención de la herramienta, hoy en día común, ha requerido mucho sudor y cansancio a muchos investigadores incansables.

En 1888 un curtidor de cuero, John Laud, patentó una especie de bolígrafo a punta de tinta, sobre todo para escribir sobre cuero. Se patentó pero nunca se puso a la venta. Aquel bolígrafo a menudo se ponía a gotear la tinta, y en otras ocasiones, la tinta no se podía extraer.

Muchos inventores intentaron hacer algo parecido al bolígrafo, pero todos tuvieron problemas similares. Durante la elaboración del bolígrafo útil se fabricaron un total de 350 bolígrafos diferentes, aunque no se inventó para usarlo cómodamente. Cincuenta años después del intento de John Laud, dos hermanos húngaros abordaron el duro trabajo de hacer bolígrafo. Ladislas Biro, uno de sus hermanos, era editor de un periódico y estaba harto de utilizar siempre la pluma. La pluma debía ser tintada constantemente y tener especial cuidado en no ensuciar el papel con manchas de tinta. Su hermano Georg era químico y entre ambos decidieron acabar con el quebradero de cabeza de la pluma.

Encuentro de enhorabuena

Para 1938 ambos hermanos habían preparado el bolígrafo. Para celebrar el éxito obtenido, los dos hermanos disfrutaron de unas vacaciones. El querido bolígrafo fue mostrado por los hermanos a un anciano que pasaba por la playa. Este hombre fue presidente de Argentina, Augustine Justo. El presidente invitó a los dos inventores a construir una fábrica de bolígrafos en Argentina. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial en Europa, los Viros huyeron a Argentina. En 1943 se obtuvieron varias subvenciones y se empezó a fabricar bolígrafos. Los primeros bolígrafos eran bastante incómodos; para sacar bien la tinta y escribir correctamente se debía coger el bolígrafo directamente en la mano.

Con el tiempo también hicieron un bolígrafo mejor. La bolita del bolígrafo en la punta hacía de esponja. Desde el tubo llegaba a la bolita una cantidad justa de tinta, de forma que tintaba correctamente el papel sin dejar manchas. Además, ya no era necesario tener correctamente el bolígrafo para escribir. El bolígrafo de los hermanos húngaros fue un éxito en Gran Bretaña. El Ejército del Aire británico, sobre todo, valoró mucho este bolígrafo. El personal del ejército necesitaba un bolígrafo que no iba a verter tinta a altas altitudes, a baja presión, y por supuesto, el último invento les vino muy bien. Además, los hermanos húngaros valoraron mucho la compra de bolígrafos por el Ejército. En tiempos de paz se dieron cuenta de ello, las ventas disminuyeron y los bolígrafos empezaron a acumularse en las tiendas.

Al igual que tuvieron la suerte de exhibir el bolígrafo al presidente argentino, en esa época el empresario Milton Reynols vio los bolígrafos Biro en los almacenes de las tiendas argentinas. El vendedor de Chicago cogió los bolígrafos y los llevó a Estados Unidos. Era el año 1945, acabó la Segunda Guerra Mundial y los bolígrafos Biro volvieron a fracasar. Las manchas de tinta no podían ser evitadas y, como ocurría antes, muchas veces la tinta no se podía extraer.

Bolígrafo Paper Mate

Dicen que hoy en día el ordenador es imprescindible: en el taller, en la oficina, en la escuela… la pantalla reina, pero en las tareas más modernas nunca falta el bolígrafo.

A pesar de que los hermanos húngaros no consiguieron el éxito del bolígrafo, el químico Fran Seech abordó este trabajo. Tras quedarse sin trabajo, realizó pruebas en su casa. En 1949 el químico se encontró con el comerciante Patrick Frawley. A este último le encantó el trabajo del químico y decidió comercializar un nuevo tipo de bolígrafo casero. Este bolígrafo no dejaba manchas de tinta. El bolígrafo se llamó “Paper Mate” y durante años se vendieron cientos de millones de ejemplares.

Por el éxito del comerciante Frawley se le ocurrió un nuevo diseño de bolígrafo. Con la ayuda del microscopio pasó dos años analizando los diseños de bolígrafo existentes en el mercado.

En 1952 lanza el “Bic” que nosotros conocemos. El bolígrafo era transparente, escribía fino y no se le caía más tinta de la necesaria. Todo esto fue importante, por supuesto, pero se debe a otra cosa, la rasqueta de estos bolígrafos, su precio barato.

Hoy en día en las tiendas hay muchos tipos de bolígrafos, pero todavía se ven “Bic”. No son punteros en calidad, de acuerdo, pero sí realizan su servicio. En los centros de trabajo, en las oficinas y, como no podía ser de otra manera, los alumnos con un bolsillo ligero tienen a su disposición “Bic” rojos, verdes, azules y negros.

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