Dos son las principales actividades cotidianas de las personas mayores que actualmente residen en los pueblos de la ruta del río Oria: el cuidado de los edificios públicos y el cuidado y atención de los patos que hay en el río. La evolución de este famoso río en los últimos años ha sido satisfactoria. Hasta hace poco, Oria gozaba de la fama más contaminada de la zona, pero hoy en día, a pesar de no disponer de aguas cristalinas, se puede ver a un gran número de animales, testigos de su evidente mejora.
Es de los últimos cuatro años, por ejemplo, la hermosa población de ánades silvestres que ha surgido aquí, y como los patos salvajes de la antigua casa, dando una vuelta completa a la historia, la mayoría de los patos del Oria provienen de los de la casa, formando colonias semi-salvajes y salvajes. Con la ayuda de varias personas de los pueblos vecinos, los ejemplares incubados en su casa fueron liberados al río, que en la actualidad han crecido espectacularmente.
A pesar de que en esta comarca de Gipuzkoa los puertos silvestres se encuentran actualmente en pleno apogeo, en Euskal Herria siempre han sido conocidos. Estos patos gruesos son los más grandes de la zona y tienen una longitud de 58 cm. Entre 850 y 1.500 gramos de peso.
Cabe destacar el notable dimorfismo sexual de los ánades silvestres, como en la mayoría de las especies de pato. El macho suele tener un plumaje espectacular para poder atraer a la hembra en forma de cría. La hembra, por su parte, se encarga de cuidar a sus crías y por no atraer a sus presas, es mucho más modesta.
El macho tiene una indumentaria muy bonita. Destaca el color verde intenso de cabeza y cuello. En el cuello tiene un anillo blanco estrecho y su parte inferior puede ser castaño o pardo rojizo. Dorso, aletas y vientre grises frágiles. La parte trasera es negro-negro y la cola blanquecina. En esta última presenta como adorno dos curiosas plumas negras volutas hacia arriba. Pico amarillento o verde con patas naranjas.
En el caso de la hembra predominan los tonos pardos y se pinta con manchas y huellas oscuras. Al igual que los machos, tiene cola blanquecina y patas naranjas.
Esta especie se caracteriza por la línea de plumas moradas brillantes decoradas con tonalidades azules verdes en las laderas de ambos sexos. En vuelo estas bandas coloristas son muy espectaculares y son aptas para diferenciar hembras de diferentes especies que pueden ser fácilmente confundidas.
Estos hermosos anátidos aparecen estrechamente unidos a medios húmedos. Además de las charcas de los parques de los pueblos fecales y las capitales, podemos ver en cualquier lugar del tamaño de los lagos, embalses, ríos ricos en madrigueras y, en general, en cualquier lugar con aguas. En estos lugares se pueden ver parejas o grupos.
En cuanto a la alimentación, el pato silvestre es principalmente herbívoro. Suele comer hierba, semillas, cultivos, tallos y frutos sin renunciar a los numerosos invertebrados que puede encontrar. Es curioso el comportamiento de este animal cuando se alimenta en el agua. Gira el cuerpo hacia delante colocándolo verticalmente, y a la vista sólo queda el fondo, sumergiendo la cabeza y el cuello para ahornear la comida submarina. Tras pasar el día en el agua o en los alrededores, al anochecer, desde la zona húmeda, se dirige a los prados y campos de cultivo en busca de alimento.
El nido suele estar generalmente cerca del agua, en la maleza de la orilla del río o embalse, y ocasionalmente en algún árbol o foso. Para la construcción del nido se utilizan plumas, hierbas, ramillas y diferentes materiales como papel, plástico, etc.
Después de copular en el agua, la puesta se produce entre marzo y julio. Este magnífico reproductor puede poner entre 6 y 13 huevos de 57 mm de color crema o verdura. Al cabo de 26-29 días, los chitos, que son nidiéfugos, están dispuestos a alimentarse sin ayuda y a seguir a su madre en el agua, aunque no saben volar. 50-60 días después y después de muchos ejercicios, serán capaces de volar.
La aleta del ánade silvestre es, además, rápida y potente como los patos. Muestra una seda especial, con el cuello completamente estirado y las alas muy rápidas, que normalmente se queda en el agua, dejando una larga huella al frenar con sus patas planos.
Una vez cumplido el año, comienzan a crecer. Si bien se ha comprobado que algunos ejemplares pueden sobrevivir durante años, la media es de 2 años y el 87% de la población de la Península Ibérica está compuesta por patos menores de 3 años. Se estima que la mitad de los patos nacidos mueren en invierno.
El pato silvestre es el pato más abundante de Europa. Tras su cría en todo el continente, este migrante parcial, descendiendo por el norte, se encuentra en la zona media y sur de Europa. Las condiciones meteorológicas empeoran y con las tormentas de nieve aparecerán numerosos ánades silvestres en estas regiones más templadas.
En Euskal Herria, por tanto, es muy abundante en otoño e invierno, a pesar de que los que se crían allí no son tanto. Puede haber parejas en todos los países, como embalses de Vitoria-Gasteiz, lagunas de Navarra y ríos como el Ebro, el Zadorra, el Ega, el Arga o el Aragón, que son nidificantes comunes.
En relación con lo dicho al principio del artículo sobre los mayores, hay algo que quisiera mencionar. En los lugares que tienen la suerte de albergar en el pueblo y en torno a estos animales, se reúnen cada día a ancianos, madres y bebés ya mencionados y todo tipo de personas. La gente se acerca a comer, contar y ver los patos con pan y verduras. Sin embargo, esta gente está orgullosa de tener estas hermosas aves en su pueblo y las aprecian de todo corazón.
Por ello, la conservación de la especie no será complicada, y si alguna de las equivocaciones ocasiona daños a estos animales, la gente se enfurece y reclama al culpable una indemnización. Esto es importante, ya que la protección de los nativos para la conservación de cualquier especie es siempre uno de los mayores avances.
Especie: Anas platyrhynchos |